Los elementos de suspensión suelen relegarse a algo secundario en cuanto a mantenimiento se refiere, comparado con otros sistemas de los vehículos. Esto es debido a que se trata de un sistema muy robusto, más simple y pasivo que el motor y todo lo que le rodea y porque, probablemente, el coche «seguirá andando» aunque no realicemos mantenimiento alguno en la suspensión durante buena parte de la vida del coche, aun con una seguridad y una comodidad mermadas.
El mantenimiento adecuado de la suspensión va a reportarnos un plus de seguridad y confort que generalmente no es conocido o apreciado por la mayoría de los conductores. Sin embargo el deterioro de estos elementos provoca una de las más importantes diferencias con un coche nuevo alejándolo de su rodar suave, firme y estable.
La estabilidad confortable
Dos son las funciones principales del sistema de suspensión: la primera es aislar en lo posible el habitáculo de las irregularidades de la calzada por motivos de comodidad de las personas e integridad de las mercancías transportadas. La segunda función es de estabilidad al encargarse de mantener la trayectoria y de que todas las ruedas estén en contacto constante con la calzada de manera que se optimice la adherencia entre ambos.
El sistema de suspensión es el conjunto de elementos que unen las ruedas con el vehículo permitiendo un amplio movimiento relativo entre ambos para absorber las irregularidades de la carretera. Los elementos principales son los resortes (muelles, ballestas, etc) sobre los que descansan de forma elástica el peso del vehículo, los amortiguadores, que frenan las oscilaciones y rebotes tanto de la carrocería como de las ruedas y por último, los brazos y articulaciones que unen las ruedas con el vehículo. Un coche sale de fábrica con todos estos elementos perfectamente regulados y nuevos de manera que el vehículo se mantiene firme y estable.
Cuando pasan los años
Con el uso y el tiempo los elementos de la suspensión se van degradando, especialmente los amortiguadores y las articulaciones, y el vehículo va dejando paulatinamente de comportarse de forma tan perfecta como cuando era nuevo.
Puede parecer inevitable que un coche pierda sus características de estabilidad y confort a medida que pasan los kilómetros y los años, pero esto no es cierto: con un adecuado mantenimiento un coche puede mantenerlos como al principio sustituyendo los elementos deteriorados y realizando las actividades de mantenimiento adecuadas, independientemente de los años que tenga.
Las articulaciones de la suspensión son las bisagras donde pivotan los brazos de suspensión. Algunos puntos son rótulas rígidas, otras son elásticas con objeto de poder aislar la carrocería de vibraciones y ruido que producen las irregularidades del asfalto. Con el paso del tiempo estas uniones, tanto las rótulas como las elásticas, adquieren holgura y pierden elasticidad, creando imprecisiones en el guiado de las ruedas. Los bloques de caucho que forman estas uniones elásticas ya no amortiguan las vibraciones o ya no guían con precisión las articulaciones, de manera que las ruedas se alejan de los ángulos óptimos con las que salieron de fábrica bajando la estabilidad y agarre del vehículo.
Algunos típicos síntomas de fallos por falta de mantenimiento de la suspensión: el coche no sigue la línea recta, efecto «barca» tras pasar por un bache o badén, carrocería “suelta” tras un rápido movimiento de volante, desplazamientos laterales en carretera bacheada, golpes al pisar baches, etc…
El elixir de juventud de un vehículo
Aparte de la sustitución de los amortiguadores cuando se estime necesario, es conveniente que a partir de unos cuatro años de vida de un coche se vigilen las articulaciones, rótulas y silentblocks de la suspensión periódicamente. En caso de que alguna muestre signos de deterioro se deben sustituir. No tienen un coste elevado y mejor cambiarlas antes de que se noten defectos en la conducción. También periódicamente se debe realizar un reglaje de la dirección y de la suspensión trasera en los vehículos en los que esta sea regulable. En general los muelles y ballestas no son elementos que haya que sustituir a lo largo de la vida de un turismo.
Se puede empezar a notar cierta merma en la estabilidad de un coche que ya tiene alrededor de 4 a 6 años pero es un error resignarse a ello: haciendo el mantenimiento adecuado de los elementos de suspensión, no necesariamente caro, puede permanecer indefinidamente la característica de seguridad, estabilidad y confort de un vehículo como cuando era nuevo.
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