Una pista de pruebas, o proving ground, es una infraestructura que utilizan muchas marcas para avanzar en los desarrollos de los nuevos modelos, y también para probar en condiciones totalmente controladas cualquier avance en sistemas de seguridad activa o pasiva. Es decir, sirven para comprobar que los sistemas montados son eficaces, que nos mantienen en la carretera y que además duran, y duran, y duran.
Tuve la oportunidad de visitar hace unos días la pista de pruebas de Lommel, en Bélgica y propiedad de Ford, y de experimentar de primera mano muchos de los trayectos habituales y algunas de las pruebas diarias que se realizan sobre los diferentes modelos en el mercado y sobre sus sistemas de seguridad y mecánicos.
Personalmente me quedo bastante tranquilo sobre el tipo de pruebas que se realizan, y el nivel de seguridad de los coches que las pasan. Y es que, como me respondieron cuando pregunté dónde quedaba el límite del coche: “tranquilos, vamos a ir más lentos de lo habitual, aproximadamente al 85% pero podéis marearos“. Sigo sin saber dónde está ese límite.
Elementos de la pista de pruebas de Lommel
La pista de Lommel se encuentra en un terreno que ocupa 322 hectáreas de superficie, sin duda unas instalaciones enormes pero que distan mucho de estar desaprovechadas. En realidad, las diferentes pistas para tests y pruebas suman una longitud total de unos 80 kilómetros. La diversidad es la clave de unas instalaciones de este tipo, así que allí podremos encontrarnos con:
- Una pista de alta velocidad
- Carreteras para probar pendientes y durabilidad
- Carreteras de gravilla
- Caminos de tierra
- Carreteras onduladas
- Una carretera empedrada
- Áreas todoterreno
- Carreteras para ruidos de rodadura
- Área de dinámica de vehículos
- Canales e instalaciones de agua salada
- Superficies especiales – incluidas baches, socavones y bordillos
Un punto curioso de estas pistas es que no solo simulan carreteras que pueden ser reales. Es que, literalmente han copiado tramos existentes en diferentes países europeos. Es como si hubiesen cortado esos pedazos, y los hubiesen trasladado a Lommel para ensamblarlos en una única pista de pruebas. Todo está reproducido al detalle: curvas, peraltes, roturas, baches, “bollos”, asfalto (composición y textura) para conseguir un clon de la carretera elegida.
Pruebas típicas de un día de trabajo cualquiera
En toda esta variedad de pistas se realizan las más variadas pruebas: desde pruebas de alto rendimiento (frenos, aceleración, consumo, velocidad punta), pruebas especiales (sensibilidad a vientos laterales, resistencia al agua), tests de durabilidad (pruebas bajo condiciones extremas, incluyendo baches profundos, pendientes pronunciadas, gravilla, arena… ) y pruebas de corrosión (cámaras climáticas, baños de sal a presión, circuitos de carretera especialmente diseñados para simular las peores condiciones imaginables…).
Otro tipo de pruebas son las de desarrollo de conducción y comportamiento, que van dirigidas a la comodidad en la conducción y comportamiento al volante, sin duda importantes a la hora de ofrecer esos modelos a los consumidores. Y más aún, quizás las pruebas que parece que más nos deben interesar en Circula Seguro, son las pruebas de los sistemas de seguridad activa. En el caso de Ford los sistemas que se prueban pueden ser el sistema de aviso de ángulo muerto, el control adaptativo de crucero, el limitador del velocidad y el aviso de cambio de carril, el control automático de las luces, el Active City Stop, el reconocimiento de señales de tráfico…
Hay una prueba diseñada para cada sistema, para cada aspecto que se quiere llevar al límite. En la demostración a la que tuvimos el privilegio de asistir nos dieron una vuelta bastante ágil a la pista 7 (podéis ver en el gráfico que se trata de una sección muy enrevesada del circuito, se trata del circuito de durabilidad interior), y pasamos por otras pistas más. Realmente pudimos comprobar cómo el “maltrato” es notorio. Cambios de rasante imposibles (pero reales) a alta velocidad, cambio de superficie entre asfalto y adoquines, carreteras con roturas en el asfalto, asfalto viejo y “bollos” laterales… Suspensiones haciendo tope, neumáticos que chirrían, la comodidad interior puesta a prueba a fondo.
La zona de superficies especiales (4) contiene desde los resaltos típicos de la ciudad, pasando por bandas de asfalto que provocan vibraciones a velocidades medias, caminos de adoquines sobredimensionados, socavones genuinos de una profundidad que nos harían pasar a 10 por hora (pero el probador los pasaba a 50 sin problema) y muchos otros obstáculos y superficies interesantes.
En las rampas se hacen tests de durabilidad entre otras cosas comprobando qué sucede cuando el coche deja de apoyarse en el suelo… y vuelve a caer. Eso probamos en persona experimentando lo que se siente al subir a toda velocidad por una pendiente del 30% para acto seguido caer por una pendiente del 22%. Y luego el camino inverso. Eso sirve para conocer todas las reacciones y lecturas posibles de suspensiones y chasis ante un “despegue y aterrizaje”. Por si alguna vez se diese esa situación…
En definitiva, en estas pistas se trabaja 24 horas y 7 días a la semana para probar los coches en todas las situaciones imaginables, en las peores condiciones posibles, para poder avanzar al ritmo que vivimos en materia de seguridad, confort, prestaciones, durabilidad. Se hacen 60.000 kilómetros cada dos días, se prueban suspensiones, motores, carrocerías, neumáticos… al límite para simular toda la vida útil de un coche en apenas dos meses de trabajo. Todo esto y mucho más hace de las pistas de pruebas elementos esenciales en la evolución de los sistemas de seguridad de los coches, y prácticamente en la evolución de los coches en sí mismos.
Eso si, me queda por contar alguna cosilla más que sí que pude probar yo a los mandos. Comprobé de primera mano unos cuantos sistemas de seguridad activa muy interesantes que os contaré próximamente, incluyendo un vídeo bastante curioso. Pero eso es otra historia, y debe ser contada en otra ocasión.