Nunca nos cansaremos de recordar que el peatón es el elemento más frágil del tráfico. Más de diez mil personas pueden atestiguarlo cada año en nuestro país. Otros ya no están aquí para hacerlo. En cualquier caso, conocer las situaciones en que el peatón corre un riesgo especial debería ser una cuestión de obligado conocimiento por parte de cualquier persona, vaya a los mandos de un vehículo o paseando por la calle.
Un caso especialmente conflictivo es el del espacio que rodea a los autobuses, particularmente en las proximidades de las paradas que estos realizan en sus rutas. El riesgo se genera de forma sencilla. De un lado, el pasajero que baja del autobús busca el lugar que más le conviene para cruzar la calle y dirigirse hacia su destino. Por otra parte, el conductor del coche que se acerca al autobús percibe este vehículo como un estorbo en su camino e intenta quitárselo de encima como sea.
Estos son los ingredientes del atropello. ¿Cómo evitarlo?
Lógicamente hay un par de actitudes en este escenario que propician el desafortunado incidente. Si el pasajero del autobús, convertido en peatón cuando pisa la vía pública, elige un lugar adecuado para cruzar la calle, evita ser un obstáculo invisible para el conductor que se acerca a la zona. ¿Cuál es el problema? Que a menudo el paso de peatones más cercano a la parada del autobús queda a años luz de distancia y al peatón le resulta más sencillo atravesar la calzada por el lugar en el que se encuentra, aunque no sea el más seguro para cruzar. Cuando esta situación se repite una y otra vez puede llegar a instaurarse de forma oficiosa un improvisado paso para peatones en un lugar que no siempre reúne las condiciones de seguridad necesarias.
Por su parte, si el conductor modera la velocidad «al aproximarse a un autobús en situación de parada», tal como lo obliga textualmente el Reglamento General de la Circulación, dispondrá de más tiempo para reaccionar ante la irrupción del peatón en la calzada. Todos sabemos que, a igualdad de espacio, velocidad y tiempo son magnitudes inversamente proporcionales, así que para evitar llevarse un susto motivado por un peatón despistado, lo mejor que puede hacer el conductor es reducir la velocidad cuando se acerca a una parada de autobuses.
Pero, ¿hay más responsabilidades en este simulacro de atropello? Revisando algunos informes, algo antiguos ya, del SCT me encuentro con una propuesta que me llama la atención por dos motivos: el primero, su sencillez; el segundo, su falta de aplicación.
Se trata de canalizar la circulación de los pasajeros del autobús hacia los pasos de peatones más cercanos. De esta forma se reduce el riesgo de que los peatones invadan la calzada tras bajar del vehículo. Viendo la imagen de la parada de autobús protegida con una valla me viene a la memoria la mampara que hay instalada en la estación que tienen los FGC en la calle Provença de Barcelona, instalada para evitar la caída de pasajeros a la vía:
Cuestión de separar personas y tráfico rodado. Sin embargo, volviendo al caso de los autobuses, me pregunto si el sistema funcionaría en un país en el que son tan y tan frecuentes las invasiones de un carril que está reservado para determinados vehículos por parte de conductores de todo tipo de trastos sobre ruedas que al grito de «es sólo un momento» se permiten interrumpir la circulación del transporte público en beneficio de sus intereses particulares.
En un escenario así, cualquier intento de canalizar el trayecto de los pasajeros que bajan del autobús es estéril. Si el transporte público debe hacer sus paradas fuera de lugar por culpa de quienes utilizan su espacio para hacer paradas ilegales, sin una valla que los retenga los pasajeros seguramente continuarán cruzando la calle por el lugar que les resulte más cómodo, aunque sea a costa de su propia seguridad.
Es de esperar que con las continuas reprimendas en forma de retirada de vehículos y retirada de puntos la cultura del «porque yo lo valgo» vaya a la baja, pero hoy por hoy la propuesta presentada en su momento por el SCT no parece ser suficientemente eficaz. Total, que a falta de una solución que realmente aleje el problema, más vale que cada cual tome sus particulares precauciones en las proximidades de las paradas de autobús. Conductores y peatones saldremos beneficiados.
Imagen | SCT, Transporte Barcelona