Hasta ahora cuando alguien cometía una infracción de tráfico en un país distinto al suyo, las probabilidades de que la multa sobrepasara las fronteras eran escasas. El infractor quedaba impune, salvo casos concretos, ya que es muy complicado determinar la identidad del conductor o simplemente es imposible comprobar la dirección de matriculación del vehículo.
Esta impunidad permite a algunos conductores saltarse libremente las normas de tráfico sin miedo alguno a que el «recibo» te llegue a casa, y lo que es mucho más grave ponen en peligro la seguridad del resto de usuarios de la vía. Por otro lado el hecho de que «no te puedan multar» también supone una discriminación. Si a un ciudadano de un país le multan y no puede librarse, ¿porque a un ciudadano de otro país si puede librarse?.
Evitar todo esto era un trabajo pendiente de la nueva Europa. Una nueva directiva adoptada por la Unión Europea pretende que no existan fronteras para los infractores. En ella se perseguirán las cuatro principales infracciones responsables en los accidentes de tráfico. El exceso de velocidad, el alcohol al volante, el no uso del cinturón de seguridad y no respetar los semáforos en rojo representan el 75% de las muertes relacionadas con la carretera.
Para que todo esto no sea una quimera, y pase de la teoría a la práctica, se pretende crear una red europea de intercambio de datos electrónicos, de forma que los avisos de multa podrán ser enviados a cualquier país extranjero, siempre y cuando haya adoptado la directiva. Aunque siendo objetivos, la densidad administrativa a la que suelen estar sometidos los diferentes organismos competentes en matería de tráfico hace que aumenten las posibilidades de que una multa en el extranjero nunca llegue a su destino. Si por contra, el sistema acaba funcionando como debe, a muchos se les va a acabar el chollo de correr a sus anchas en el extranjero.
Vía | Fundación Movilidad