Detrás de cada siniestro vial existen sucesos externos e internos que han podido influir en la capacidad de atención del conductor accidentado como, por ejemplo, conducir fumando, exceso de confianza, situaciones emocionales o de estrés, conversaciones con el acompañante o por el móvil, etcétera. Son distracciones que en mayor o menor medida pueden condicionar una situación de riesgo no deseada mientras se conduce. Esto es debido a que muchas veces trasladamos las situaciones personales, sin darnos cuenta, a nuestros desplazamientos habituales cuando viajamos.
Pues bien, un estudio de Prevensis sobre la influencia de las emociones en la conducción, denominado ‘Zen Driving’, dice que discutir mientras se conduce con el acompañante reduce la atención del conductor en un 26% equivalente a una tasa positiva de alcohol en sangre. Ya sea por el poco espacio del coche o por el estrés que genera en ocasiones el mismo tráfico, una simple discusión puede provocar una distracción al volante. Lo cierto es que cualquier situación que reste atención a nuestra tarea de conducir se convierten en factores de riesgo.
Por favor, no moleste al conductor
Siempre he considerado a los acompañantes o pasajeros de un vehículo como conductores pasivos por influir de alguna manera sobre la persona que conduce. Aun recuerdo ese cartel en el autobús de transporte regular de viajeros: ‘Durante el trayecto no moleste al conductor y siga sus recomendaciones’. Lógicamente estaba pensado para aquellos pasajeros impacientes que durante el largo viaje ponían nervioso ya no sólo al conductor sino al resto de viajeros.
Ojalá tuvieran los coches un piloto automático como en el caso de los aviones para desligarse de la tensión al volante, sobre todo, cuando el itinerario se hace monótono por esas rectas interminables. De esta manera hasta el mismo chófer podría dar alguna cabezadita durante el viaje pero de momento tenemos que conformarnos con hacer del viaje de ocio lo más agradable posible y si el trayecto es el habitual, no nos queda otra que soportar muchas veces las temidas retenciones y las imprudencias de algún conductor listillo que nos adelanta entre el arcén y la zona excluida del tráfico de la rotonda para ganar tiempo.
Cuestiones que además de crear un conflicto durante nuestro desplazamiento pueden hacer que la conducción sea más agresiva e insegura. Cualquier controversia entre acompañante y conductor puede convertirse en la antesala de una distracción al volante. Frases como: ¡Por ahí, no es!, ¿no crees que vas muy rápido?, ¡mira por donde vas!, ¿puedes cambiar de música? pueden ser el inicio de una batalla campal dentro del vehículo y desencadenar una reacción desafortunada por parte del conductor o una desatención al volante con riesgo para él y para el resto de usuarios.
Las emociones al volante son causa de accidentes
Según el estudio ‘Zen Driving’, tal y como se explica en el vídeo, ha servido para demostrar como detrás de cada accidente hay un componente emocional incontrolado:
las emociones pueden provocar situaciones similares a cuando conducimos con alcohol o drogas en el organismo
En dicho estudio, se ha medido el impacto real de las principales distracciones al volante y entre los factores que más afectan a esa alteración se encuentran: una conversación intensa por el móvil que incrementa el riesgo de sufrir un accidente en un 41%, un altercado con otro conductor en un 37% o una conversación tensa con su acompañante en un 26%. Además, se concreta que los conductores alterados multiplican por dos el número de multas de tráfico que reciben.
En las conclusiones del estudio también se establece un ‘ranking’ con los motivos de enfado, siendo los principales y por este orden, lo que más altera a los conductores: tener un vehículo por detrás muy pegado, las retenciones por imperativos del tráfico, la prisa por llegar a un destino, los vehículos que intentan colarse en una retención o en una incorporación, los que circulan a una velocidad que se considera lenta y los que no facilitan las incorporaciones o los cambios de carril.
Por tanto, la mejor opción al volante es ir atento y adaptarse a las situaciones que genera el tráfico para no perder el control del vehículo. De nada sirve exteriorizar nuestro estado emocional ante cualquier enfado o discusión. Además, como dice el dicho popular: dos no discuten si uno no quiere. Tú decides.
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Foto | ZEN Driving, greggoconnell
Vídeo | Autocinetum
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