Este verano he tenido ocasión de conducir por carretera algo más de lo habitual, y me he encontrado con muchos controles de velocidad. En parte no es nada nuevo, pues llevamos viendo durante los últimos años que cada vez hay más radares de control de velocidad y que cada cierto tiempo se incorporan nuevos radares más avanzados, y de nuevos tipos, al equipamiento de la DGT.
Me he encontrado con radares fijos de pórtico, con radares fijos de cuneta, con radares fijos de velocidad media, con radares móviles de coche parado en la cuneta y hasta he visto como nos sobrevolaba, varias veces, ida y vuelta, uno de los radares helicópteros.
Controlar la velocidad es una medida eficiente por su relación coste/beneficio
A la vez que hemos visto aparecer cada vez más radares, se ha reducido también el margen de holgura hasta que el radar salta y se aplica la correspondiente sanción por exceso de velocidad. Hace unos diez años la DGT reconocía por ejemplo que para autopistas y autovías, con un límite de velocidad de 120 km/h, aplicaría sanción a partir de 141 km/h. Ahora, el margen es 10 km/h menor, y se aplicar sanción a partir de 131 km/h.
Es verdad que la velocidad es un factor de riesgo: a más velocidad pasan más cosas, más rápido, tenemos menos tiempo para reaccionar, y las consecuencias de un imprevisto o un accidente son mayores y más graves. Ahora bien, no se debería olvidar que más que la velocidad como tal, es tanto más preocupante la velocidad inadecuada. Si llueve cual diluvio, por ejemplo, por mucho que respetemos el 120 km/h de una autopista, es muy probable que vayamos a una velocidad inadecuada, y que para esa situación haya que bajar a 100, o a 90 km/h, la velocidad que la visibilidad y la adherencia nos permitan.
Pero no solo causa accidentes la velocidad
Pero a parte de la velocidad, hay otras muchas cosas que causan accidentes. ¿Nos estamos olvidando de ellas? Claramente se toman medidas para controlar la velocidad, pero ¿y qué sucede con el resto de medidas que se pueden y deben tomar para mejorar la seguridad vial? No deberíamos ni olvidarnos, ni descuidarlas:
– Debemos saber conducir cuando las condiciones climáticas son adversas (hace falta más formación y más sentido común).
– No debemos distraernos bajo ningún concepto con el teléfono móvil, no se puede utilizar, y desde luego si escribes, no conduzcas.
– Nunca se debe conducir bajo los efectos del alcohol ni de otras drogas (ni una copita, ni un cigarrito). Si bebes, no conduzcas.
– Hay que tener mucho cuidado con la somnolencia, fatiga y cansancio al volante. También con el estrés o la euforia.
– Hay que usar siempre el cinturón de seguridad, los sistemas de retención infantil y el casco (según corresponda).
– Hay que guardar la distancia de seguridad suficiente con el vehículo que nos precede. Más cuanta mayor velocidad (y no son 5 o 10 metros, ni un par de coches).
– Hay que indicar las maniobras con los intermitentes y mirar bien por los espejos retrovisores, antes de realizar la maniobra y durante la maniobra.
– Los peatones y ciclistas que circulen de noche deben llevar algún elemento reflectante y alguna luz que permita verlos a distancia.
Estos puntos, fundamentales, tienen que ver con el conductor, y con la educación vial, algo que todavía nos hace falta seguir mejorando, y para lo que también se deben dedicar recursos y esfuerzos. Pero no podemos olvidar que hay más cosas a considerar para mejorar la seguridad de las carreteras:
– Hay que conservar y mantener las calles y carreteras en óptimo estado de utilización, hay que reasfaltarlas y repintar las líneas de carriles y arcenes. Y además mantenerlas al final ahorra dinero.
– Hay que utilizar asfaltos y hormigones drenantes que evacúen más rápido el agua de lluvia y eviten problemas de visilidad y adherencia.
– Hay que solucionar los puntos negros de las carreteras (cruces, curvas peligrosas, zonas de complicado adelantamiento, etc.)
– Hay que mejorar las carreteras, con carriles y arcenes más anchos, y con cunetas con pendientes suaves y sin peligros. No olvidemos que las carreteras secundarias son las más peligrosas, pero no es cuestión de circular cada vez más despacio, sino de mejorarlas.
– Hay que utilizar pinturas para las marcas viales que no sean deslizantes, y marcas viales sonoras para las líneas de arcenes, para evitar las salidas de la vía.
– Hay que mejorar la iluminación nocturna, y también el balizamiento reflectante de las carreteras, y en especial de las zonas peligrosas.
– Hay que renovar todos los guardarraíles peligrosos, amputadores y mortales, e instalar guardarraíles con protecciones y doble bionda o faldón.
– No debe faltar nunca una senalización correcta y comprensible, que anticipe el peligro y bien visible, para que los conductores puedan reaccionar a tiempo.
Para de verdad seguir reduciendo los accidentes, los heridos y los fallecidos en siniestros de tráfico, no solo hay que controlar la velocidad. Tanto conductores como administración somos responsables de ello. Hay muchas cosas que se pueden y deben hacer.
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