Vamos, una semana más, a por una entrega de ‘La tercera oportunidad’, esta serie de artículos con los que estamos repasando la serie de TVE ‘La segunda oportunidad‘. En esta ocasión, hablamos del riesgo vial que conllevan las carreteras de tierra, y aunque nos parezca que este es un tema que quedó en el pasado, hay elementos que lo hacen volver al momento presente.
De entrada, volvamos al pasado. A finales de los años setenta, cuando se lanzó la serie, España había ido ganando kilómetros de cemento y asfalto, pero todavía quedaban muchas carreteras de tierra por las que transitar entre pueblos y comarcas. En ese escenario nos situamos para comprender la importancia del episodio de hoy:
En primer lugar, vale la pena destacar la crítica implícita del programa al estado de las carreteras. Cuando Paco Costas dice que «todavía quedan muchas [carreteras] que dejan mucho que desear», está dando un toque de atención que trasciende el papel del conductor. Esto es extrapolable a la situación actual. De hecho, Costas dice: «Hoy nos vamos a referir a las carreteras de tierra», es decir, que en su «hoy» se refería a un tipo de carreteras problemáticas sin que pudiéramos circunscribir el problema a aquéllas.
De forma parecida, en el «hoy» actual nos podríamos referir a las carreteras locales, a las de montaña y a cualesquiera otras que, aunque asfaltadas, siguen dejando mucho que desear, ya sea por el trazado, por el estado del firme, por la señalización, por la configuración o el estado de los elementos de protección… Dicho de otra manera, el problema de la falta de mantenimiento de las carreteras sigue siendo el mismo. Tenemos una red muy polarizada, en la que unas vías se llevan todos los cuidados y otras quedan absolutamente marginadas.
En los tiempos de ‘La segunda oportunidad’, la preocupación se podía resumir en cuestiones de adherencia y visibilidad, con el derrape y las nubes de polvo como factores asociados, también había un problema de estrechez en los viales. Los dos primeros han ido a menos en nuestros días, gracias a los avances tecnológicos e industriales; por el contrario, ante el creciente tamaño de los vehículos, algunas carreteras siguen siendo estrechas en comparación.
En cuanto a los desmoronamientos, sí, quizá hoy es día sean algo más difíciles de encontrar con la facilidad que nos mostraba el vídeo, pero también las carreteras de asfalto se pueden experimentar desprendimientos o bacheados insólitos, incluso en viales donde las obras se han ejecutado de forma reciente. En este caso, el problema es aún mayor, ya que a los inconvenientes de tener una vía en mal estado se suma el factor sorpresa.
Finalmente, vista la acción con ojos de hoy, resulta curioso el consejo de avisar al conductor del vehículo adelantado sobre la maniobra que pretendemos realizar. Sí, tiene toda la lógica del mundo y además es lo que marca la ley. Sí, el recurso del claxon es excelente. Pero sí, el mensaje que percibiría hoy ese conductor sería radicalmente distinto del que pretenderíamos enviarle. Todo, por una cuestión tan humana como haberle cambiado el significado a un elemento de seguridad activa reservado para emergencias como es el claxon. Y es que hay ciertos conductores que ni con una cuarta oportunidad que les dieran aprenderían.