Conducir un vehículo por una vía pública supone cumplir unas normas de circulación con objeto de que sea más fácil la convivencia entre todos los usuarios, conductores y propietarios de vehículos. La circulación de vehículos conlleva desarrollar maniobras, velocidades, colocación y en general, cuantas otras conductas sean necesarias para que el tráfico se haga de manera ordenada. De ahí que, la persona que maneja los mandos y dirección de cualquier vehículo, por un lado, debe estar en todo momento en condiciones de controlarlo y, por otro lado, su obligación de ir atento a la conducción para garantizar no sólo su seguridad sino también, la del resto de ocupantes del vehículo si se va acompañado y la de los demás usuarios de la vía.
Las normas de circulación introducen normas relativas a elementos de seguridad fuera y dentro del vehículo y las obligaciones que tenemos si nos vemos implicados directa o indirectamente en cualquier incidente. Dicho esto, debemos saber que cualquier conducta contraria a dichas normas podría ser constitutiva de infracción o delito. Por tanto, la sanción dependerá de la gravedad del hecho…
El efecto inocuización en la conducción
Las leyes que regulan la circulación de vehículos a motor, incluyendo a los peatones y ciclistas, pueden ser administrativas o penales y su incumplimiento, en ambos casos, puede derivar: en una multa, en una pena castigada en el vigente Código Penal o en ambas a la vez. Una norma que no contemplara la posibilidad de sancionar las conductas contrarias a la propia norma, no tendría sentido. Por otro lado, la sanción cumpliría realmente su función si nuestro comportamiento evitara la reincidencia y se aceptara el sistema de sanción como un sistema justo. De ahí que, el efecto inocuización o miedo a la sanción debería aplicarse desde el respeto a las normas de tráfico por convencimiento y sin necesidad de justificar un problema moral, falta de madurez o, incluso, desprecio por la vida.
El término inocuización está vinculado a la criminología, al delincuente y a la prevención. Un término que aplicado a la seguridad vial tendría que ver con aquellos conductores que cometen infracciones y son reincidentes. De modo que, el efecto inocuización tras cometer un hecho sancionable administrativamente sería la aplicación, por ejemplo, de los cursos de recuperación de puntos. La reeducación y sensibilización vial afecta al conductor en el sentido del miedo a perder sus puntos del permiso de conducir y tener que realizar un curso a modo de terapia. En sanciones penales sería como dar la cara en los Tribunales de Justicia por conducir bajo efectos del alcohol o drogas o tras perder todos los puntos del permiso de conducir. En definitiva, un efecto traducido en el miedo a la sanción, a reducir la velocidad al aproximarnos a un tramo señalizado con control de velocidad, a comprobar si llevamos abrochado el cinturón de seguridad ante la presencia de un agente de tráfico, etcétera…
En el tema penal, la inocuización sería como la detención o investigación de la persona. En principio, en los delitos contra la seguridad vial relacionados con la conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas o drogas es necesaria la investigación del autor. Es decir, se abre un proceso judicial y la persona tiene que asistir a un juicio rápido. Con independencia de la sanción penal, que puede consistir en la retirada del permiso de conducir por un tiempo determinado y multa, los efectos indirectos pueden ser otros como, por ejemplo, inmovilización del vehículo, asistencia jurídica, antecedentes penales, etcétera…
La experiencia, una manera de aprender
La recreación de siniestros de tráfico, a modo de Road Show o testimonios en directo, también sirve para educar a los jóvenes sobre el alto coste de los accidentes de tráfico y sus consecuencias. En vivo y en directo, representantes de asociaciones de víctimas, agentes de tráfico, médicos de emergencias sanitarias, bomberos de rescate y salvamento e, incluso, los propios accidentados cuentan su experiencia vivida con ocasión de sufrir un siniestro vial. Como suele decirse, una imagen vale más que mil palabras y si, además, te lo cuentan con detalles como, por ejemplo, el olor a gasolina derramada, el sufrimiento del que está debajo del coche tras un vuelco, un zapato manchado de sangre en el arcén, etcétera…, son experiencias que nadie desea pero que, por desgracia, ocurren en cualquier calle o carretera durante algún momento, fin de semana o puente.
En la reciente campaña de la DGT, con ocasión del Puente de Mayo: Tú eliges, se presenta un vídeo, a modo de realidad virtual dirigida a los jóvenes, donde se dan a conocer, en primera persona, los riesgos de una conducción irresponsable: En la primera, un conductor decide no beber por lo que da 0,00 en un control de alcoholemia. En la segunda, un grupo de amigos, dentro del coche, se distrae con el móvil y el conductor acaba arrollando un carrito de bebé. La tercera es la más impactante: el conductor circula sin el cinturón de seguridad y a una velocidad excesiva por lo que se salta un semáforo en rojo, colisiona contra un camión y muere al salir despedido del coche:
Foto | Tommaso, laxuxita
Vídeo | DGTes
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