La Coordinadora en Defensa de la Bici (ConBici) ha mostrado su rechazo al “uso general del casco” que pide la directora de Tráfico, María Seguí, a raíz del estudio del Instituto de Seguridad Vial de FUNDACIÓN MAPFRE sobre la seguridad de los ciclistas, del que hablamos recientemente. Los ciclistas de la coordinadora piden que les dejen circular sin casco ya que según ellos el uso obligatorio en vez de solucionar problemas de seguridad acarrea problemas nuevos.
En ConBici entienden que la obligatoriedad del casco para ciclistas desincentiva el uso de la bicicleta, y apoyándose en diversas investigaciones afirman que el mayor factor de seguridad para el ciclista es tener muchos ciclistas pedaleando, puesto que así tienen mayor visibilidad ante el resto de los usuarios de la vía. Es decir, usar el casco introduce de forma indirecta un factor de riesgo mayor que no usarlo. Este es un interesante debate sobre la seguridad activa y pasiva de los ciclistas.
Las conclusiones de ConBici afirman que en carretera hay más siniestros que en ciudad – al contrario de lo que sucede en países donde el uso del casco no es obligatorio en vías interurbanas – precisamente porque en España el uso del casco al ir en bicicleta es obligatorio en carretera, lo que podría traducirse como elemento disuasorio del uso de la bicicleta para circular por carretera. Y a menor número de ciclistas, menor visibilidad, menos hábito entre los demás conductores, etcétera.
La coordinadora de ciclistas también pone de manifiesto que pese a las “supuestas bondades [del casco], encabezamos dicho ranking europeo de ciclistas muertos en carretera”, y que la mejora de la seguridad vial de los ciclistas pasa por mejorar la normativa, tanto en vías urbanas como interurbanas, la educación y las infraestructuras. Es especial es necesario que mejoren los hábitos de seguridad de los automovilistas en relación con los ciclistas.
Prevención ‘y’ protección, las dos cosas
Según ConBici, la aprobación de la “Ley 43/1999 sobre adaptación de las normas de circulación a la práctica del ciclismo“ partió del error de considerar la bicicleta como elemento deportivo, ignorando que puede constituir un medio de transporte. A partir de aquí, la consecuencia más lógica es obligar al ciclista a que lleve protecciones en carretera por lo que pueda pasar. El problema, resaltan en ConBici, es que se sitúa la presión sobre el ciclista y su seguridad secundaria, en vez de promover una seguridad primaria entre el resto de usuarios de la vía.
Dinamarca, Alemania, Francia, Reino Unido, Países Bajos, e Irlanda, países donde el uso de la bici como medio de transporte está comúnmente aceptado por la sociedad, no obligan al uso del casco. Según ConBici, este es el camino que se debería seguir:
Promover (ya no hablemos de obligar) el casco en condiciones de ausencia de promoción del uso de la bicicleta tiende a reforzar la percepción de la bicicleta como vehículo inseguro, lo que es un error. El casco solo debe ser promovido en un contexto de promoción del uso de la bicicleta, para reafirmar, junto con la seguridad, otros valores asociados con la bici: libertad de movimiento, medio ambiente, economía, salud.
Esta es, desde luego, una postura que choca con la campaña que desde la DGT se ha hecho para promover el uso de la bici e incluso con el anuncio oficial – postergado una y otra vez – de una nueva regulación para el uso de la bicicleta en nuestro país. Quizá no sea tanto el momento de buscar enfrentamientos sino puntos de conexión. Si bien el uso del casco no va a hacer que los conductores de turismos guarden una adecuada distancia de seguridad ni que proliferen las sendas ciclables ni los carriles bici protegidos, emplearlo es – más allá de la obligatoriedad – una medida de autoprotección más mientras no se modifiquen las actitudes de los conductores incívicos, un problema que llevará su tiempo solucionar y en el que ya vamos más que tarde.
Más información | ConBici
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