A un 56% de los conductores europeos las señales de tráfico les suenan a chino mandarín. Y un 61% afirma que a la hora de buscar un camino las señales de indicación son más confusas que esclarecedoras. Todo esto, y mucho más, lo explica un estudio en el que ha participado el RACE, elaborado a partir de una encuesta realizada a 9.000 conductores de 15 países de la Unión.
Es maravilloso. Unos elementos que sobre el papel tienen por misión advertir, informar, ordenar y reglamentar los usos de la vía y la circulación resultan incomprensibles para más de la mitad de los conductores, receptores principales de los mensajes que transmite la señalización. A eso se le llama capacidad de comunicación.
Sinceramente, no hay de qué extrañarse. Es tanta la profusión de señales en algunos puntos de la red viaria que a veces cuesta compaginar su observación con la obligada atención al tráfico, por mucho que nos esforcemos en estructurar nuestra mirada para no perdernos ni un detalle de lo que sucede a nuestro alrededor. Y eso, cuando las señales en cuestión no resultan superfluas, contradictorias o directamente inducen a error.
Tema aparte es el conocimiento concreto de las señales que puedan tener los conductores. El catálogo oficial nos muestra más de 300 señales verticales que todo conductor debe dominar para poder circular correctamente por vías abiertas al tráfico. ¿Cuál es el conocimiento real que tenemos sobre ese amplio muestrario de pictogramas? Cada cual sabrá.
En muchas ocasiones es más que discutible la ubicación de las señales. O, mejor dicho, el estado de conservación del entorno de la señal. ¿Cuántas veces no habremos visto de refilón una señal que nos había pasado desapercibida, oculta tras la copa de un inmenso árbol? Y eso, por no hablar de esos conductores que, pasando de toda norma, dejan su vehículo delante de una señal, cubriéndola por completo a los ojos del resto de usuarios de la vía.
Al final, uno piensa que esto de las señales debía de estar muy bien cuando apenas circulaban cuatro coches mal contados. Sin embargo hoy en día, con el montón de toneladas de chapa que llena nuestras calles y carreteras, quizá habría que comenzar a plantearse una nueva forma de comunicación que aunara la esencia de lo que significa una señal con una capacidad de llegar al conductor superando barreras visuales y evitando distraerlo de la conducción. ¿Quién sabe si en un futuro no podremos prescindir completamente de las señales?
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