Si hacemos un viaje de cierta envergadura, o bien si coincide en nuestro trayecto diario, es muy probable que tengamos que conducir en túneles en el recorrido. Existen túneles urbanos, por así llamarlos, que nos ayudan a no ralentizar la circulación evitando algún cruce que no necesitamos negociar para llegar a nuestro destino, por ejemplo. Los túneles más largos, estilo al túnel del Guadarrama, o el de Miravete entre muchos otros que seguro que conocéis, cruzan algún elemento montañoso y permiten acortar sensiblemente la longitud de las autovías, además de contribuir, teóricamente, a aumentar la seguridad vial.
Digo teóricamente porque, precisamente, pueden entrañar algún peligro bastante importante en el caso de que suframos una colisión en el interior del mismo, a pesar de todas las medidas de seguridad y de las salidas de emergencia. Esto es así porque gran parte de la responsabilidad de mantener la seguridad en el túnel recae en el conductor, y no siempre se cumplen a rajatabla las normas de circulación dentro del túnel.
En el túnel, precaución y sentido común
Los túneles están perfectamente señalizados en la carretera, tanto que podemos afirmar con total seguridad que todo el mundo tiene clarísimo cómo hay que circular por ellos: es tan simple como obedecer la señal (normalmente luminosa) que indica la velocidad máxima permitida, y reconocer la señal que obliga a activar las luces de cruce, señal que muchas veces aparece sobre un cartel que dice «Es obligatorio el uso de luces de cruce», o similar. Además, mantendremos una distancia de seguridad superior a lo normal.
Esta obligación de activar el alumbrado de cruce tiene varios motivos: que nos vean es uno de ellos, y adaptarnos a la posible variación en al luminosidad es la otra. En algunos túneles podemos disfrutar de una iluminación muy potente, pero en otros puede que ese alumbrado sea más débil. En todo caso, la diferencia entre lo que nuestra vista está acostumbrada y lo que nos encontremos dentro del túnel puede ser importante. Conviene no confiar siempre en las luces automáticas, porque puede que no se enciendan: en el túnel, comprobación manual siempre.
La otra obligación, la de la velocidad, es algo que a todos nos debería entrar sin problema ninguno. Lo que ocurre es que en la realidad, si nos adaptamos a los 80 o 90 km/h exigidos en el interior del túnel, seguro que podemos dar fé de algún vehículo que sigue como si nada, a sus (suponemos legales) 120 km/h. Eso, dentro del túnel, se convierte en una infracción. Pero además es muy peligroso, porque de producirse un siniestro dentro del túnel podemos asistir a un verdadero infierno.
No me refiero a la película Pánico en el túnel, porque es una película. Cosas como las que podemos ver en este vídeo (del que hablamos también hace tiempo) son las que nos deberían hacer pensar en cumplir a rajatabla las indicaciones de velocidad, alumbrado y distancia de seguridad.
La recomendación que os hago, que también es petición, es que respetéis siempre la señalización en los túneles. No vamos a llegar tarde a nuestro destino (¿qué es tarde?) y evitaremos cualquier situación de peligro dentro del túnel. Cierto que puede pasar cualquier cosa en cualquier momento, pero si nosotros limitamos el riesgo que se deriva de nuestras acciones conscientes, lo que nos queda es la probabilidad de un fallo mecánico o de un problema físico o de salud. En verano y en invierno también, y como se dice en mi tierra, sentidiño.
Foto | Rodrigo Roldón