La importancia de saber frenar

Ibanez

19 de mayo de 2014

Conducimos todos los días. Nos sacamos el carné hace años, utilizamos el coche a menudo, y en principio se supone que sabemos utilizar los diferentes elementos que nos permiten conducirlo: giramos el volante, apretamos el acelerador, pisamos el embrague, cambiamos de marcha, pisamos el freno… La cuestión es si realmente lo hacemos todo lo bien que sería apropiado.
Y es que en las clases de la autoescuela, en un par de meses y con 20 o 30 horas, tampoco se puede aprender todo, más aún cuando pasamos de no tener ni idea de cómo conducir un coche (o moto), a más o menos ser capaces de conducirlo, y al menos poder aprobar el examen para obtener el permiso de conducir. Hoy quiero hablar de la importancia de saber frenar, y sobre todo, de que nos paremos a pensar si realmente sabemos frenar.

Por mi trabajo he tenido la suerte de poder asistir en múltiples ocasiones a cursos de conducción impartidos por escuelas de conducción y seguridad vial, que se realizan en pistas y circuito, en condiciones controladas, y en circunstancias especiales que ayudan a ponernos a prueba y reaccionar, sin miedo, con total seguridad, en situaciones complicadas que normalmente no se pueden practicar en la carretera.
Y una de las cosas que se intentan enseñar en estos cursos de conducción es a saber frenar. Sí, frenamos todos los días nuestro coche, pero eso no significa que sepamos frenar, más aún si se trata de frenar en caso de emergencia o sobre un pavimento mojado. Hay dos principios fundamentales para saber frenar realmente bien.
En mitad de la curva

Frenar en línea recta

El primero es que lo ideal es frenar cuando el coche está en trayectoria recta, y no frenar cuando el coche está en trayectoria curva. Esto es así para evitar desestabilizar aún más el coche en una situación que por su naturaleza ya es desestabilizadora, ni más ni menos que cambiar de dirección, modificiar la trayectoria.
Es muy fácil de entender. Pensad que cuando el coche va en línea recta casi ni se mueve, no notamos nada extraño. Y pensad ahora que cuando tomamos una curva (o giramos en general) sí que empezamos a notar cosas, como que el coche se inclina, o que tira hacia afuera. Esa es la desestabilización de la que hablo.
Así que si tenemos que frenar, siempre será mejor hacerlo en línea recta. Es decir, en el caso práctico de ir conduciendo por una carretera, cuando se nos termina la recta y avistamos la curva, iremos frenando antes de llegar a la curva, hasta reducir la velocidad a la adecuada para tomarla, y dentro de la curva no frenaremos.
¿Qué pasa si frenamos dentro de la curva? Pues que nos podemos complicar las cosas más de lo que nuestras capacidades pueden sobrellevar. Y como no me canso de decir, una cosa es un conductor, y otra cosa es un piloto (un conductor no es un piloto, ni tiene las manos y habilidad de uno).
Pensemos que al trazar la curva el coche se va a inclinar hacia el exterior (decimos que apoya). Normalmente la rueda que más apoyo tendrá, y hacia donde más se inclinará el coche, es la rueda delantera exterior (con exterior me refiero al radio más amplio de la curva). También se puede notar que la rueda opuesta en diagonal, la que sería la rueda trasera que coincide por el interior de la curva, tiene menos apoyo y tiende a levantarse.
Si en ese momento frenamos, lo que sucede es que por inercia se desplaza peso hacia adelante y se irá todavía más hacia la rueda con más apoyo, lo cual descompensa aún más el coche, y lo desequilibra y desestabiliza, y ahí es donde puede aparecer un problema, como que el coche sobrevire.
¿Significa esto que no se puede frenar nunca en una curva? No, significa que hay que evitarlo. Pero claro, puede suceder que no calculáramos bien, y que hayamos entrado a la curva con demasiada velocidad, en ese caso, menos malo que no dar la curva, es reducir la velocidad para intentar darla. Así que primero habrá que levantar el pie del acelerador, y luego incluso frenar con mucho tacto y suavidad, con cuidado y atención a las reacciones que puede tener el coche.
Normalmente un coche moderno con sistema de control electrónico de estabilidad, ESP, nos facilitará resolver la metedura de pata, y no habrá mayores problemas (hasta donde los tozudos límites de la Física se imponen, claro, pues el ESP mágico no es).
Frenar en mojado

No tener miedo a frenar

El segundo es no tener miedo a frenar. Alguno se estrañará al decir esto, pero es la realidad: la mayoría de los conductores tenemos miedo a frenar en determinadas circunstancias, pasan unas valiosas décimas de segundo de incertidumbre, y no frenamos todo lo intensamente que se requiere. Esto se comprueba en la práctica cuando se tiene que frenar en una situación de emergencia, por ejemplo una detención imperativa.
Todo se resume en que si hay que frenar, mejor empezar a frenar cuanto antes mejor. En condiciones normales, lo suyo es frenar con cierta suavidad, claro, pero no por eso hay que confiarse, ni pensar que nos sobran metros para frenar. Si hemos empezado frenando con fuerza, y vemos que al final nos sobran metros, podemos levantar el pie y liberar presión de frenado. Pero recordemos que es mejor que sobren metros, y no que nos falten.
No hace mucho hablábamos de lo necesario e imprescindible que es mantener la distancia de seguridad. Pues bien, aunque mantengamos la distancia de seguridad, el espacio para detenernos no es infinito, y el vehículo va a necesitar metros para frenar y detenerse, muchos más de los que nos pensamos, y tantos más cuanta más velocidad lleve.
Y esto es vital cuando hablamos de una frenada de emergencia: cuando el vehículo que nos precede sufre una avería imprevista, cuando se detiene por el motivo que sea, cuando se cae un objeto estraño a la calzada, cuando se cruza un animal o cuando aparece sin avisar un niño en mitad de la calle.
En esa situación hay que frenar como si no hubiera mañana, pues es ya una cuestión de vida o muerte. Hay que frenar sin miedo, sin dudar, hay que pisar el pedal del freno con todas las fuerzas y no hay que asustarse por la actuación del sistema ABS de antibloqueo de los frenos, que provoca un temblor del pedal. No se está rompiendo nada, simplemente está funcionando bien el ABS y no hay que levantar el pie del freno (esto le pasa a mucha gente), sino que hay que seguir pisándolo a fondo (si el coche es de cambio manual, conviene pisar también el embrague a la vez, para que no se cale el motor).
Y si guardábamos la distancia de seguridad apropiada, reaccionamos rápido, pisamos a fondo el freno, y el coche está mecánicamente en buen estado, y frena como es debido, pues nos evitaremos la fatalidad.
Esquiva brusca
Por cierto: si a la vez que frenamos hay que esquivar un obstáculo, y el coche lleva ABS, no perderemos la dirección, pues no se bloquearán las ruedas, y podremos girar el volante para intentar la esquiva mientras seguimos pisando el freno sin miedo.
Si el coche es muy antiguo y no lleva ABS, pocos quedan, pues es un sistema de seguridad muy popular y además desde julio de 2004 todos los coches nuevos que se fabrican lo llevan de serie obligatoriamente, pero alguno puede haber, la frenada exige un poco más de trabajo al conductor. En seco no habría mayor problema: se frena a fondo. En mojado hay que tener cuidado de no bloquear las ruedas, y si queremos esquiva también hay que tener cuidado de que no se bloqueen las ruedas, pues la dirección no responderá, y no giraremos por mucho que queramos y lo intentemos.
En los vehículos sin ABS, para evitar que se bloqueen las ruedas, no queda otro remedio más que el conductor esté concentrado y perciba que las ruedas se bloquean, y en ese momento levante un poco, solo un poco, justo lo que sea necesario, el pie del pedal del freno, para liberar un poco de presión, y que las ruedas giren mínimamente. Así se recupera la dirección, y se puede girar y esquivar.
En Circula Seguro | Síntomas del mal estado de los frenos: aprende a interpretarlos