La confianza al volante es fundamental, sobre todo para los conductores noveles, que tienen realmente poca experiencia y, en algunos casos, el nuevo estado de «conductores» les puede venir algo grande. Es bueno que reciban refuerzo positivo a sus acciones, que vayan cimentando la confianza en sus manos y en su capacidad.
También es bueno, aunque es en cierto modo algo complementario, que los conductores noveles tengan una buena base de partida mucho, mucho antes de siquiera plantearse sacar el carnet de conducir. El buen conductor se forma 18 años antes de tener la edad legal para acceder al permiso de conducción, y se forma gracias al buen ejemplo que le dan sus padres al volante.
Hace unos días vi un anuncio de una marca de coches (SEAT, lo digo ahora porque se ve en el vídeo), en el que se ve cómo un padre va corrigiendo a su hijo en todo lo que hace: andar en bicicleta, nadar,… Se ve la madera de un padre que está orgulloso por ver los progresos de su hijo, que le da confianza, y que luego se siente orgulloso por lo conseguido. En realidad es hasta tierno. Luego, en el coche, el pobre padre amoroso se despista y «pita» el asistente para el cambio de carril, y su hijo es quien le corrige, dulcemente.
Es un anuncio, por supuesto, pero me sirve para entrar de lleno en el tema del ejemplo. Del buen ejemplo, mejor dicho. Es un tema tan importante con el que, como ya confesé otras veces, llego a pensar que estoy obsesionado, porque a diario se ven cosas en las carreteras que indican, claramente, qué tipo de ejemplo tuvo ante sus ojos ese chaval desde que tiene uso de razón.
Es cierto que algunas conductas, como las agresivas, pueden ser algo natural, de serie en algunas personas. Sin embargo, por muy de serie que vengan, si el refuerzo a partir del ejemplo que tuvo toda su vida es positivo (es decir, si sus padres conducían con las mismas pautas agresivas), se toma como algo legítimo. Y ahí está el peligro.
Cuando una persona no ve corregida su tendencia, ya sea a base del buen ejemplo, de la corrección directa o de su propio sentido común, potenciará esa faceta negativa en la carretera. Por eso es tan importante que, delante de nuestros hijos, estemos alerta a todo lo que hacemos. Una palabrota, un mal gesto, pegarse al conductor de delante… todo esto es evitable por nosotros, los padres, que lejos de ser perfectos, somos humanos y nos equivocamos.
Pero, de nuevo aprovechando la coyuntura, un padre que se equivoca, pero lo reconoce y explica a sus hijos qué ha hecho mal y por qué está mal, está dando un genial ejemplo. No tenemos que ser Don y Doña Perfectos, pero siempre debemos dar un buen ejemplo a nuestros hijos, en todas las facetas y situaciones posibles.
Foto | Martin Garrido
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