Terminamos con el presente artículo esta mini-serie sobre el desarrollo de los acontecimientos que suceden cada vez que se produce un siniestro vial tanto en ciudad como en carretera. Vimos una primera fase de percepción dividida en dos momentos (visión subjetiva – visión objetiva) y después una segunda fase de decisión donde explicamos la importancia del tiempo de reacción con ejemplos y tipos de maniobra o conjunto de ellas para evitar o minimizar los accidentes.
Ahora veremos la fase final en la producción del siniestro por tratarse de la última secuencia a tener en cuenta en la reconstrucción de accidentes. Como ejemplo, si durante la conducción con nuestro vehículo nos percatamos de una situación irregular o peligrosa y a pesar de poner todo nuestro empeño en salir airoso de ella, no podemos evitar el incidente, entramos en la fase de conflicto que comprende el último momento de la evolución y su resultado. Pero, veamos con más ejemplos como se desarrolla.
En la fase de conflicto ya no hay marcha atrás
En esta fase se produce físicamente el accidente, es decir, su consecuencia. Puede ocurrir que con anterioridad al imprevisto el conductor realice alguna maniobra evasiva insuficiente o simplemente no haga nada para evitar el conflicto debido al factor sorpresa. En todo caso, la gravedad del accidente vial dependerá del momento, punto de impacto, velocidad y características del vehículo entre otros factores.
La extensión de la zona de conflicto dependerá de la dirección y maniobras evasivas de los vehículos intervinientes. Puede que incluso la forma de impacto ocasione otras colisiones reflejas como es el caso de impactos por deslazamiento de otros vehículos, los producidos contra las vallas laterales de seguridad, colisiones múltiples por alcance de tipo dominó o alcances en cadena, etcétera.
Las pruebas evidentes que indican la producción del suceso son el punto clave o de colisión, es decir, el momento de contacto o máximo efecto entre vehículos y la posición final de éstos tras sus desplazamientos posteriores al impacto. En este caso, ya no hay marcha atrás. No obstante, mejor es poder contarlo y reflexionar sobre lo ocurrido mientras surgen comentarios: – La dichosa curva, – pero, de dónde ha salido el otro, – iba lanzado hacia mí, – cómo es posible que esto ocurra…
Mira, piensa y actúa
El escenario que queda tras un siniestro vial es desolador. Independientemente de la gravedad de lo sucedido siempre habrá un perjudicado y un responsable o puede que ambas cosas a la vez, como por ejemplo, la salida del vehículo en un tramo curvo de la vía motivada por distracción, velocidad inadecuada, fallo mecánico, etcétera. La cuestión es que ahora toca asumir la realidad, dar una explicación y si es necesario, investigar lo sucedido para depurar responsabilidades y plantear la evitabilidad de lo ocurrido para que no vuelva a suceder.
Determinar la ubicación de la zona de conflicto puede esclarecer, por ejemplo, las trayectorias previas a la colisión y ver si ha existido un adelantamiento incorrecto, un cambio de carril sin respetar la prioridad de paso, etcétera. Las acciones del conductor a preguntas clave, como por ejemplo, cuándo, dónde y cómo pudo pasar, desvelará mas de una incógnita.
Viendo la escena que queda tras un siniestro vial, podemos hacernos una idea de la magnitud del siniestro, es decir, la gravedad del mismo vendrá determinada por la distancia entre el punto de colisión (ubicado por la existencia de alguna marca sobre el asfalto, como por ejemplo, fuerte arañazo o surco, líquidos y restos de infraestructura) y la posición final del vehículo. Si, además, sabemos la forma de producirse el suceso, las secuencias previas al conflicto, durante la colisión, si hubo algún tipo de maniobra, hasta las posiciones finales nos será más fácil entender los daños causados.
Pues bien, llegados a este punto, hemos comentado las fases o momentos que suceden cada vez que se produce un siniestro vial. Espero que os haya gustado este popurrí de acontecimientos, con ejemplos, sobre la forma de desencadenarse los siniestros de tráfico y saquéis vuestra propia conclusión. Yo ya tengo la mía, la diferencia entre un accidente y su posibilidad creo que radica en tener una buena disposición al volante y estar preparado ante cualquier situación de riesgo que se nos presente. ¿Qué pensáis?
Foto | daveynin