Hace unas semanas la ciudad de Nueva York conseguía el premio Transport Achievement Award que cada año concede el International Transport Forum (ITF). El logro de Nueva York ha consistido en aplicar de forma efectiva el programa Vision Zero, que se iniciaba en la urbe el pasado 2014.
Llegado 2018, Nueva York ha recogido los frutos de ese trabajo por la seguridad vial. De este modo, han conseguido reducir un 28% el número de fallecimientos que se producían como consecuencia del tráfico en la ciudad. Y no solo eso, porque a esta estadística hay que sumarle otras como la disminución del 45% de los fallecidos por atropello. ¿Cómo lo han logrado?
¿Qué es el proyecto Vision Zero?
La aplicación del programa Vision Zero (o Visión Cero si lo traducimos al castellano) ha sido la clave. No es una iniciativa genuina de Nueva York. Visión Cero nacía en Suecia en 1997 como proyecto de seguridad vial internacional que perseguía (y sigue persiguiendo) el objetivo de anular las muertes en carretera a través de la planificación de los diferentes aspectos del tráfico y la adaptación de las infraestructuras.
A partir de ahí, las variantes del programa se han ido sucediendo en diferentes puntos del globo bajo la premisa de que no hay muerte como consecuencia del tráfico que resulte aceptable. Más de una docena de ciudades en Estados Unidos han iniciado programas similares al de Nueva York. En Europa, han sido muchos los países que también ha adoptado la misma filosofía. Buen ejemplo de esto son las carreteras 2+1 de las que la Fundación MAPFRE nos hablaba recientemente.
Así ha aplicado Nueva York Vision Zero
El plan de Nueva York con Vision Zero dista de ser sencillo. La hoja de ruta elaborada en su día consta de más de 60 puntos a modo de estrategias en pos de la seguridad vial. A su vez, estos se agrupan en diferentes ámbitos que permiten entender de forma global en qué está consistiendo el programa.
Con un cambio cualitativo en las infraestructuras. Nueva York ha acometido un esfuerzo por adaptar la ciudad, rediseñando calles e intersecciones, ampliando espacios para el aparcamiento, mejorando la accesibilidad, añadiendo más señales, priorizando el tránsito de peatones y del transporte público, sumando más kilómetros de carriles bici y otras tantas acciones tan necesarias para la seguridad vial en una gran ciudad. Tanto es así, que la ciudad se está convirtiendo en todo un referente a nivel mundial. Por ejemplo, Madrid ha seguido el modelo de Nueva York en lo que se refiere a la renovación de la señalización.
Con una reducción de los límites de velocidad. Se trata de una medida que ya es una tendencia real a nivel mundial. En Circula Seguro os contábamos hace poco de cómo Francia aplicaba esa reducción en sus carreteras. Esta cobra aún más sentido si nos situamos en una gran ciudad. En el caso de Nueva York, se ha legislado para establecer un límite de 40 km/h en toda la ciudad y la incorporación de las llamadas zonas lentas para áreas residenciales. Hay que recordar que las probabilidades de supervivencia para un peatón pueden pasar de un 30% a un 98% si se pasa de 64 km/h a 32 km/h. Esta es otra estrategia que Madrid ha introducido.
Las autoridades neoyorquinas y el cumplimiento de las normas
Todo este tipo de estrategias requieren una inversión considerable. En Nueva York también se ha tenido en cuenta que para priorizar la seguridad vial había que insistir en el cumplimiento de las normas viales. Para ello, se ha reforzado la Policía aumentando el número de efectivos que se dedican a estas tareas y brindándoles más recursos.
Esto ha coincidido con un ostensible endurecimiento de las infracciones y delitos de tráfico. Viendo que más de la mitad de los peatones fallecidos estaban relacionados con conductas imprudentes de conductores, las autoridades tomaron la decisión de elevar el coste punitivo de esas imprudencias. De este modo, se han endurecido las leyes y conductas que derivaban antes en «solo» una infracción, se consideran ahora un delito. Lo mismo ha ocurrido con la cuantía de las multas que se imponen con las sanciones.
Cobrando cuerpo de Smart City
El fomento de las nuevas tecnologías al servicio de la seguridad vial también es otra clave de la aplicación exitosa de Vision Zero en Nueva York. Estas se han introducido en muchas áreas, desde la implantación de cámaras inteligentes para controlar la velocidad y otros dispositivos para evitar excesos de este tipo, hasta la utilización de la estadística para optimizar la gestión vial de la ciudad.
La evolución hacia las Smart Cities requiere elevar el nivel de auto-conocimiento que las autoridades poseen sobre la propia ciudad. De este modo, es posible llegar a nuevas cotas de sostenibilidad y, por supuesto, de seguridad vial. De este modo, la tendencia es que las ciudades tengan un control del tráfico cada vez más inteligente.
Nueva York está consiguiendo esto, a base de una planificación precisa y unos recursos destinados a ámbitos muy concretos. El premio concedido por ITF demuestra además que el resto de ciudades pueden seguir una senda similar en la aplicación de Vision Zero y su objetivo, cada vez menos utópico, de reducir a cero las víctimas de tráfico.
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