El factor humano está presente en tres de cada cuatro accidentes, o sea, el 75% de las veces, es decir, es la principal causa de accidentes, más que el propio vehículo, la vía o la meteorología. Y dentro de ese saco que llamamos factor humano encontramos las distracciones al volante. Estas pueden llegar de muchas maneras, hablar mientras conducimos puede ser una.
Que hablar mientras se conduce distrae puede parecer una obviedad a algunas personas, pero puede que otros muchos no se hayan parado a pensar en ello, ni se hayan dado cuenta. Mantener una conversación con otra persona, ya sea por teléfono, ya sea dentro del propio coche con un acompañante, hace que prestemos menos atención a la conducción.
Y no solo hablar por teléfono
Hace unos años hubo cierta controversia cuando se prohibió hablar por teléfono móvil mientras se conduce, salvo que se hiciera a través de un sistema manos libres. El principal motivo fue que al hablar se ocupaba una de las manos, que dejaba de estar disponible para lo que el conductor debe hacer: manejar los diferentes mandos con los que se controla el coche, el volante y el cambio de marchas sobre todo.
Pero incluso cuando se habla por teléfono a través de un manos libres, o cuando se habla en persona con un acompañante, aunque llevemos las dos manos al volante, nuestra capacidad de atención se ve afectada. Esto que algunas personas ya habían percibido, se ha confirmado con varios estudios científicos, realizados en Universidades y hospitales, que han medido con resonancia magnética la actividad cerebral del conductor en diferentes circunstancias.
La realidad es que el cerebro no es capaz de hacer varias cosas a la vez al 100% de capacidad, sino que la actividad cerebral se desplaza a la parte del cerebro que se encarga de la tarea más compleja, en este caso el habla, pues nos exige escuchar, comprender lo que se nos dice, construir una respuesta con sentido y articular el habla construyendo oraciones estructuradas y con sentido.
Y a costa de eso se observaba en las resonancias magnéticas que se perdía actividad en las partes del cerebro que se destinan a la atención visual, alerta y reflejos. En otras palabras: para intentar hacer mejor una tarea se desatiende la otra.
Esto se traduce en la práctica en que un conductor que está manteniendo una conversación, percibe menos señales y signos de la conducción y del tráfico, disminuye la velocidad a la que circula, su capacidad de reacción es menor, y aumenta el riesgo de cometer un error y de tener un accidente.
No queremos decir con esto que se deba prohibir hablar al conductor por teléfono aunque haya manos libres o que se le prohiba hablar con los acompañantes, no. Lo que queremos decir es que como conductores debemos ser conscientes de lo que implica esto, ser responsables e intentar minimizar todo lo posible las charlas mientras estemos al volante.
Se puede responder una llamada de teléfono corta, y se pueden intercambiar tres o cuatro frases con un acompañante, pero mientras conducimos no es el momento ni la situación para ponerse a discutir durante horas. Mejor hacerlo al tomar un descanso, sentados en una terracita, tomando algo (sin alcohol, si luego toca volver a conducir).
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