Mi primer trabajo remunerado, allá por el verando del 98, fue como repartidor de Telepizza. Sólo fueron los tres meses de verano y desde un primer momento tenía muy claro que no quería ser carne de cañón en la jungla del tráfico urbano. Ya de aquella, me compré un buen casco (que todavía conservo), unos guantes de cuero con tachuelas en las palmas (macarrilla que era uno) y siempre llevaba botas de montaña.
Debería haberme protegido mejor, pero también eran mis primeros kilómetros sobre una moto y todavía no sabía muy bien como desenvolverme en este mundo. Sin embargo ya sabía que el resto de los conductores tienen un concepto bastante claro sobre los repartidores: están todos chalados. La verdad es que es cierto, al menos en parte, pero como jóvenes que son se les puede enderezar y para ello, nada mejor que la Fundación MAPFRE y Telepizza, que se han juntado para aumentar la seguridad de sus repartidores.
Hace seis años que estas dos empresas colaboran juntas, pero con esta última campaña han hecho un esfuerzo muy importante y muy bien enfocado. Para ello han creado un mapa de riesgos laborales con el cual los repartidores podrán conocer el estado del tráfico en todo momento.
Así, las zonas de obras, calles con pavimento en mal estado, iluminación y cruces conflictivos, por ejemplo, serán señalizados y permanentemente actualizados por los gerentes de los distintos establecimientos para que los trabajadores sepan de antemano lo que se encontrarán durante su recorrido.
Además, se formará a sus repartidores en materia de seguridad vial gracias a un vídeo de conducción segura de motocicletas de Fundación MAPFRE protagonizado por Jorge Martínez Aspar, en el que nos recuerda que la carretera no es un circuito. En él, se hará hincapié en la importancia de conducir con precaución y de estar alerta para evitar accidentes, además de recalcar en la importancia del uso del casco y del correcto mantenimiento de las motocicletas (neumáticos, suspensiones, frenos y luces).
Volviendo a mi pasado como repartidor temerario (es broma) recuerdo que había varias leyendas urbanas circulando por ahí respecto al trabajo de repartidor: que teníamos un tiempo máximo por reparto, que teníamos que ir lo más rápido posible para repartir el mayor número de pedidos… Nada de esto era cierto.
A las zonas más lejanas se consideraba que tardando menos de media hora era un tiempo prudencial y, con tráfico favorable, se podía hacer dos veces el trayecto respetando escrupulosamente todas las señales. Pero claro, son jóvenes, y siempre quieren demostrar algo delante de sus compañeros.
Mejor seamos sensatos porque salvo en contados casos no querremos ser repartidores eternamente pero en un descuido si podemos quedar cojos para siempre, en el mejor de los casos.
Vía | Prnoticias
Foto | Tnarik