Cuando hablamos de peatones solemos recurrir al tópico que los coloca como los usuarios más débiles de la vía. Y es que es completamente cierto: el cuerpo de un peatón es tan débil como cualquier otro, pero el resto de usuarios de la vía cuenta con protección adicional, desde el casco de un motorista hasta la carrocería de un coche.
Para que la convivencia de los cuerpos humanos desprotegidos con monstruos metálicos que escupen gases no sea fatal, solemos dotar nuestras calles con reductos de paz donde poder cruzar la calzada a pie con seguridad. Pero para que los pasos de peatones sean realmente eficaces, es necesario que cumplan ciertas condiciones para que los vehículos los respeten.
Por ese motivo, por ese motivo desde hace tres años EuroTest comprueba la calidad de una muestra de pasos de peatones a lo largo y ancho del continente. En 2010 se han analizado un total de 270 pasos en 13 países de la Unión Europea. Quince en cada una de las 18 ciudades estudiadas, entre las que se encuentran Málaga y Valencia.
En el global europeo, uno de cada cinco pasos para viandantes suspenden, la peor cifra en los tres años que se ha realizado el estudio. Algunos de los defectos más notables son: ausencia de islas “refugio” en pasos particularmente largos, ciclos verdes demasiado cortos, mala visibilidad al oscurecer y falta de adaptación para personas con necesidades especiales (en silla de ruedas o con deficiencias visuales).
Los pasos españoles salen bastante mal parados del asunto, sobre todo debido a problemas de visibilidad causados por aparcamientos ilegales, la iluminación nocturna y el mal estado de conservación. Cuatro pasos de los pasos de ambas ciudades analizadas (o sea, 8 en total) recibieron una calificación de mal, mientras que sólo seis llegaron a ser valorados como buenos (2 en Málaga y 4 en Valencia). Los dieciséis restantes, ni frío ni calor.
Un dato preocupante es la lentitud con la que se adoptan las nuevas tecnologías, ya de sobras probadas y accesibles a todas las administraciones. Sólo cinco de los pasos analizados en toda Europa disponían de dispositivos de cuenta atrás (algunos de ellos en Málaga, uno de los pocos puntos positivos en nuestro estado), y sistemas de iluminación avanzados especiales para el paso.
En cuanto a estadísticas de accidentalidad, cada año fallecen 7500 peatones atropellados en el Viejo Mundo, 470 en España (lo que, afortunadamente, representa un descenso del 6,7% respecto al 2008). La media europea es de 15,5 muertos por cada millón de habitantes. España está ligeramente por debajo de la media, con 11,1 atropellos mortales por millón, pero no deja de asombrar que nuestra tasa de peligrosidad dobla la de países como Suecia o los Países Bajos.
Otro dato preocupante es que el 37,4% de las muertes por atropello se producen en pasos de cebra que, por definición, deberían representar zonas seguras para el peatón. Eso representan casi tres mil muertes anuales, a nivel continental, que podrían ser evitadas con una señalización más efectiva.
Por otro lado, incluso si todos los pasos de peatones fueran 100% seguros, el dato anterior nos indica que aún se seguirían produciendo prácticamente dos terceras parte de los atropellos mortales, aquellos que se efectúan en lugares donde el peatón no debería estar.
Estudios como este son un primer paso hacia intentar mejorar la seguridad de todos nosotros, ya que tarde o temprano todo el mundo se ve en la tesitura de tener que ir a la acera opuesta, invadiendo el territorio de unas máquinas metálicas que podrían despedazarnos sin despeinarse. Y, de hecho, pese a los datos generalmente negativos, el estudio detecta mejoría en algunos de los lugares que ya fueron examinados en los años anteriores. Pero todo esto no servirá de nada si nosotros, que siempre seremos peatones, no decidimos cruzar la calle por donde corresponde.
Vía | prnoticias, EuroTest
Fotos | Iván PC, Antonio Tajuelo