*UnLector* (ese es su apodo para ponerse en contacto con nosotros) nos regala este curioso vídeo en el que se ve un pequeño Lada cargado hasta los topes con tablones de madera. Las puertas abiertas y la carga sobresaliendo por ambos lados del coche dan un aspecto grotesco a las imágenes. *Un verdadero insulto a la seguridad vial* que, sin embargo, no me parece tan ajeno como podríamos pensar en un principio.
Y es que aunque no lleguemos a estos extremos tan surrealistas, ¿quién no ha metido cachivaches en un coche hasta *llenarlo* por completo? ¿Quién no ha ido alguna vez a comprar algo enorme y se ha encontrado *encajándolo* como buenamente ha tenido a bien sin considerar siquiera si podría acceder a la palanca del cambio de marchas?
Hoy hablaremos un poco de estos asuntos. Pero primero veamos el coche en acción.
Confieso que el detalle de las *luces de emergencia* me fascina. Es como un grito del conductor diciendo: «¡Cuidao, que allá voy!» Cualquiera diría que las luces de emergencia son una especie de salvoconducto que dan patente de corso para que el conductor haga lo que le venga en gana con su coche: invasión de carriles adyacentes en todo momento, desplazamientos laterales inopinados… pero, eso sí, él va con las luces de emergencia encendidas. Si por una casualidad de aquellas que a veces suceden cae una madera encima de algún otro vehículo, nadie podrá decir que ese conductor no había avisado.
Pero, insisto, sin llegar a estos extremos no es tan extraño encontrarnos con situaciones en las que nos empeñamos en meter lo que sea como sea dentro de nuestro vehículo. Pienso en el gráfico ejemplo de una *mudanza* asistida parcialmente con nuestro coche o en una *compra de mobiliario del hogar* realizada en una de esas tiendas enormes que te venden las cosas en grandes cajas planas para que te lo montes todo tú mismo en tu casa tras haberlo transportado hasta allí en tu propio coche.
Cualquiera podrá decir que para estas cosas se inventaron las *furgonetas.* Y es cierto. Total, con el mismo permiso que se conduce un turismo se lleva una furgoneta. El quid de la cuestión está en que no todo el mundo tiene a su disposición un vehículo de ese tipo y que a menudo un *servicio de transporte a domicilio* (y ya no digamos el alquiler de un vehículo) puede llegar a salir casi tan caro como el artículo adquirido. Y es entonces cuando el conductor decide que su Renault Twingo tiene un espacio de carga que, con un poco de creatividad, no tiene nada que envidiar al de una Mercedes Sprinter.
A efectos legales, sabemos que el conductor de un vehículo está obligado a mantener su propia *libertad de movimientos* y debe cuidar la adecuada colocación de los objetos transportados para que no haya interferencia entre el conductor y cualquiera de ellos. También dice la Ley que la carga transportada deben estar dispuesta y, si fuera necesario, *sujeta,* de tal forma que no pueda arrastrar, caer total o parcialmente, desplazarse de manera peligrosa o comprometer la estabilidad del vehículo, entre otras cosas. Ah, y que *se prohíbe llevar abiertas las puertas* del vehículo, claro.
Más allá de esas cuestiones, está la seguridad del conductor y de sus acompañantes (todos los que quepan dentro después de haber cargado el vehículo, se entiende). Una *mala sujección* puede transformar un bulto transportado en una arma mortífera con sólo abordar una curva un poco más rápido de la cuenta o al dar un repentino frenazo.
¿Vale la pena? Seguramente no. Pero, tal y como está el panorama, no me extraña demasiado que más de uno cargue su coche de cualquier manera con tal de ahorrarse unos buenos euros en el transporte. Si ya digo yo que el ejemplo del vídeo no me parece tan ajeno ni lejano… Dejemos que pase un poco de tiempo y veremos cosas como esa (o peores) por nuestras carreteras.
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