Que España es un país referente mundial en materia de seguridad vial, es algo que gran parte de la población desconoce. La reducción de los accidentes de tráfico, sobre todo en los últimos 20 años, ha hecho que pasemos de estar a la cola en los años 90 a posicionarnos entre los mejores. Nuestra condición de estado miembro de la Unión Europea, y nuestros lazos con América Latina, han servido para fomentar medidas de gran calado a nivel internacional.
El enorme progreso de la seguridad vial española
«Antes fallecían 80 personas cada fin de semana. El fin de semana pasado fallecieron tres». Estas palabras de Gregorio Serrano, ex director de la DGT, resumen la evolución que han vivido las carreteras españolas en los últimos 50 años. La trágica tendencia de siniestralidad desde que empezamos a registrar los accidentes en nuestro país en 1960, nos llevó a marcar un récord histórico en 1989, con 5.940 fallecidos en carretera. Desde entonces, España ha demostrado una clara actitud reformista con la que ha logrado reducir esta cifra a 1.126 víctimas en 2015, mínimo histórico hasta la fecha.
Como decimos, la carrera por luchar la siniestralidad vial comenzó en 1960, año en el que empiezan a tomarse registros de los accidentes de tráfico y sus circunstancias. El primer problema localizado era, obviamente, el exceso de velocidad; hasta 1974 no se impondría el límite de velocidad de 130 km/h en autopistas y 110 en autovías, y en 1992 el de 100 para carreteras secundarias. Antes de eso, sólo los camiones contaban con obligación de respetarlos, y los conductores de turismos estábamos a merced de nuestros propios desmanes.
Otro de los hitos en la historia reciente de nuestro país fue la obligación de llevar el cinturón de seguridad desde 1992; antes de eso, ni siquiera era obligatorio que los fabricantes lo incluyeran en sus modelos. Ello permitió reducir la cifra de muertos por no llevarlo puesto de 763 a 141 en apenas diez años. Algo similar ha ocurrido con los Sistemas de Retención Infantil, obligatorio desde 2006 tras directiva europea, aunque la carrera por mejorar las condiciones de los más pequeños está aún dando sus primeros pasos.
Pero la gran revolución de los últimos años ha sido la del carnet por puntos. En 2016 se cumplieron diez años de su entrada en funcionamiento y en esa década España ha pasado de los 5.000 fallecidos en 2006 a los 1.700 de 2016. Al enorme consenso alcanzado por grupos políticos, fundaciones, asociaciones de profesionales y usuarios, se le sumó la gran labor pedagógica de la DGT por hacer entender al ciudadano el valor y significado de este nuevo sistema. Gracias a ello, el carnet por puntos ha supuesto un auténtico cambio cultural para la sociedad española, y ha permitido que como país adelantemos a países como Francia o Alemania en condiciones de seguridad vial.
España como referente internacional
No es casualidad que UNITAR (el Instituto de la ONU para la Formación y la Investigación) haya elegido nuestro país para crear el CIFAL Madrid, el primer centro de formación en seguridad vial de dicha institución. El enorme progreso demostrado en las últimas décadas supone un gran ejemplo para los países en vías de desarrollo, que tantas carencias siguen demostrando a día de hoy en materia de seguridad vial. En este sentido, España supone un país de referencia para estos países por el relevante papel que la educación vial ha tenido en nuestro progreso, destacando la figura del Técnico en Educación y Seguridad Vial y otras de similares vocaciones.
Otro motivo de la apuesta de UNITAR por España es por el papel de enlace o puente entre la Unión Europea y América Latina. El hecho de ser estado miembro de la UE, ha permitido a nuestro país participar de las políticas y normativas comunitarias en materia de seguridad vial. Siendo además el entorno europeo un impulsor de proyectos de gran innovación, como los recientemente premiados de estacionamientos disuasorios en Narón (A Coruña) y de seguridad vial laboral en Aigua de Rigat (Barcelona). Todo este know – flow fluye de forma natural a los países de América Latina, a través de distintas formas de colaboración entre gobiernos e instituciones. Los lazos culturales y, sobre todo, compartir la misma lengua, han servido de catalizador para que la experiencia española sirva de ejemplo en los países iberoamericanos.
El éxito del compromiso de todos
Otro motivo por el que España supone un gran ejemplo, es por el compromiso de los diferentes gobiernos de nuestro país, sin importar su color o signo político. Los expertos no paran de señalar la importancia de que el problema de la seguridad vial haya sido, en mayor o menor medida, elemento común en la agenda de los políticos. Ello ha sido clave no solamente a la hora de adoptar medidas o asumir las directrices que llegaban desde la Unión Europea. También ha servido para que organismos públicos como la DGT o instituciones privadas como la Fundación MAPFRE o la Fundación Michelin hayan podido llevar a cabo sus propias iniciativas.
Gracias a ello, España puede enorgullecerse de formar parte del reducido grupo de países que cuentan con políticas y normativas integrales sobre los cinco mayores factores en siniestralidad viaria: exceso de velocidad, consumo de alcohol y drogas, uso del casco en motocicleta, cinturón de seguridad y sistemas de retención infantil. Pero aunque tenemos motivos para estar contentos, los repuntes en la siniestralidad de los últimos años han abierto el debate sobre la caducidad del modelo actual, y sobre las asignaturas pendientes que aún tiene nuestro país: la mejora de las condiciones de los ciclistas, y la formación en primeros auxilios para incidentes en la carretera. Pero esa ya es otra historia.
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