Estamos llegando al final del proceso de compra de nuestro nuevo coche. Tras explorar la infinitud de opciones disponibles para decidir cuál seria nuestro nuevo vehículo, y reafirmar nuestra decisión con un paseo de prueba, mientras esperamos que el coche salga de la línea de montaje, nos queda una última decisión a tomar: contratar un seguro para el coche nuevo.
Todos sabemos que el seguro es un imperativo legal para todo aquel que quiera un coche para cualquier otra cosa que no sea mantenerlo inmóvil en una vitrina. Sin embargo, muy pocos automovilistas optan por suscribir las coberturas mínimas exigidas por la ley. Quizá, sólo aquellos que se ven obligados a acudir al consorcio. A la práctica, las opciones disponibles son seguros a todo riesgo (con o sin franquicia) o a terceros.
Como he solido hacer a lo largo de los artículos etiquetados Cómo elegir coche nuevo, lo que pretendo hacer es reflejar un poco la línea de razonamientos que utilicé cuando me enfrenté a esta cuestión hace unos meses en primera persona. No se trata de un artículo genérico y académico de cómo elegir seguro, pero espero que os sea útil en alguna ocasión.
‘Yo soy buen conductor’
Aunque quizá no sea muy académico decirlo de esta forma, para nosotros la diferencia fundamental practica entre un seguro a todo riesgo y otro a terceros es que con el primero tenemos cubierto (casi) aquello que le pase a nuestro coche y que no corra a cargo del seguro de otro conductor.
Es decir, si hubiera alguna forma de asegurar que jamás seremos los responsables de procurarle un daño a nuestro nuevo vehículo, estaríamos tranquilos con un seguro a terceros. Pero, claro, si hubiera alguna forma de asegurar que no cometeremos ningún error, probablemente el concepto de póliza de seguro no existiría.
En el fondo, un seguro se basa en poner precio al riesgo. La compañía valora, en base a formularios y datos estadísticos, cuánto podría costarle ofrecerte las coberturas que el conductor desea contratar. El conductor, que en principio se conoce a si mismo personalmente, valora si el riesgo que realmente corre vale la pena dado el precio en cuestión.
Otra forma de verlo es que se trata de una protección ante dichos riesgos. La compañía se protege con la prima de la póliza, mientras que el cliente queda protegido de lo que pueda pasar en caso de un incidente con su vehículo.
Ninguna cantidad de años sin rellenar un parte como culpables puede garantizar que en el futuro no necesitaremos las coberturas extras que ofrece una póliza a todo riesgo. En ese sentido, aquél que realmente se considere un gran conductor puede creerse con la razonable seguridad de que jamás será el causante de un accidente, por lo que los daños recibidos siempre correrán a cargo del seguro de el otro.
Si se trata de comparar el seguro a todo riesgo con que cubre daños a terceros, la diferencia radica (a grandes rasgos) en que nos protegemos nuestros bienes de cualquier cosa que no sea culpa de otro conductor. No hace falta pensar en un accidente. También podemos dañar una puerta de nuestro vehículo aparcando contra la columna de un centro comercial.
Además, el seguro a todo riesgo también cubrirá los daños cuya responsabilidad no se pueda dictaminar (matiz importante). Siguiendo con un centro comercial, es muy común hallar desperfectos en el vehículo, y por desgracia sin una nota de contacto para arreglar papeles con el responsable.
El seguro para el coche nuevo
Lo dicho hasta el momento es bastante aplicable al seguro para prácticamente cualquier coche. El tema es algo diferente cuando se trata de seleccionar el seguro para el coche nuevo que vamos a recoger del concesionario en un par de semanas. La diferencia con un coche nuevo es que… bueno, esa: que es nuevo.
Cuando uno conduce un vehículo cuya esperanza de vida útil está a punto de agotarse, el riesgo de perderlo por un error de conducción es relativamente pequeño. Puede que hubiera aguantado uno par de años más, o más. Pero si nos enfrentamos ante la necesidad de una reparación importante que el seguro no va a cubrir, sin duda no nos sabrá tan mal darle el adiós definitivo a un aspirante a antigualla que a un flamante coche nuevo que aún estamos pagando.
En ese sentido, hay gran cantidad de automovilistas que deciden apostar cubrir todos los riesgos posibles aunque el seguro les pique un poco más al bolsillo. Se trata de proteger la inversión.
Hablar de cantidades importantes de dinero en un contexto como el actual también es delicado. La compra de un coche ya es toda una aventura económica, es complicado aconsejar gastarse un poco más en el seguro para el coche nuevo con el objetivo de prever algo que seguramente no pase. Al final, todo se trata de buscar el equilibrio personal entre riesgo, protección y coste.
Sobre todo, teniendo en cuenta que nadie regala nada. Si aprovechamos las coberturas excepcionales de una póliza a todo riesgo para reparar arañazos que nos hacemos contra las columnas del aparcamiento con frecuencia, lo más probable es que la compañía se acuerde de ello al preparar el recibo de renovación.
Franquicia
Un seguro con franquicia es una especie de eslabón intermedio entre la cobertura a todo riesgo y a terceros. Supongo que a estas alturas todo el mundo sabe lo que significa. Se trata a fijar una cantidad mínima de la cual el seguro nunca se hace cargo.
Por ejemplo, si contratas una póliza con una franquicia de 300 euros. Si nuestra compañía se ve obligada a hacerse cargo de una reparación de un millar de euros, en realidad sólo abonará 700 euros. Si la reparación es de 301€, entonces la aseguradora sólo pondrá un euro (en cuyo caso, quizá hasta sea mejor no pasar el parte para evitar que ese mísero euro nos haga perder bonus). ¿Y que pasa si la cuantía de la reparación es inferior a la franquicia? Pues el seguro se limpiará las manos por completo.
Con este sistema, el seguro se protege en el sentido que sabe que no pasaremos una infinidad de partes de pequeña cuantía. El conductor, por otra parte, se beneficiará de un precio reducido, con la tranquilidad de seguir estando protegido ante sufrir reparaciones realmente graves.
Para que os hagáis una idea, entre las diferentes opciones que consideré en su momento, una compañía me ofrecía una franquicia de 300€ con un ahorro anual de 200 sobre la prima del seguro a todo riesgo. Por otra parte, el seguro a terceros en la misma compañía estaba otros 200€ más barato, así que realmente la franquicia era la opción intermedia.
Comparar peras y manzanas
Como siempre, recomiendo buscar y comparar todo lo posible a la hora de buscar seguro. Usar comparadores en línea, preguntar a las compañías en las que hemos estado, e incluso en las compañías que trabajan con el concesionario donde compramos el coche nuevo. La comparación es la mejor herramienta del consumidor, siempre.
No obstante, en el caso de los seguros, es importante hacer un juicio razonado, completo y justo. No se trata de simplemente un precio, sino también de comparar las coberturas exactas, los límites de responsabilidad, y los posibles problemas que nos pueda poner cada compañía mientras seamos sus clientes. Hay seguros con nombre parecido que tienen coberturas muy diferentes. Se trata de leer la letra pequeña para realmente ver si la diferencia de precio se justifica por algo que no salta a la vista.
En este sentido, es importante tener claro que nadie regala nada. Si una compañía cobra menos que otra, usualmente se debe a que reduce costes en el servicio que proporciona a sus usuarios. Vale, es posible que las compañías trabajen con diferente margen de beneficio, pero ¿estamos dispuestos a jugárnosla suponiendo que ese es el motivo? En el fondo, de nuevo se vuelve reducir a una valoración de riesgos.
En cualquier caso, optemos por lo que optemos, por lo menos seamos honestos y no comparemos peras con manzanas.
Si queréis que comparta con vosotros la decisión que tomé yo, al final me decidí por una póliza a todo riesgo con una franquicia de 300 euros (con idea de cambiar a terceros tras tres o cuatro años). Haciendo las valoraciones que he estado comentando, llegué a la conclusión de que esta cobertura intermedia significada el equilibrio perfecto para mi. Cuando el primer año de facturación está cerca de acabar, podría decirse que perdí los 200 napos que pagué de más respecto el seguro a terceros. Pero no me arrepiento para nada de ello, ya que realmente me siento algo más protegido. Y eso es lo que importa, ¿no?
En Motorpasión | Especial #miprimercoche: Bueno, pues… habrá que asegurarlo, ¿no?
Fotos | Elliot Brown, jcrakow, Jamie