Está visto que elegir coche nuevo está siendo una tarea ardua. Empezamos por ver cómo las herramientas de configuración que nos ofrecen las propias marcas a través de sus páginas web representan la herramienta más importante para conocer las ofertas que existen en el mercado. No obstante, existen tantas opciones que nos podemos volver locos si no tenemos una buena idea de qué es lo que queremos antes de buscar.
Por eso, en el la segunda entrega nos dedicamos a entender realmente cuales son las necesidades que tenemos; no sin antes valorar la dicótoma entre un coche chulo y un coche útil. Concretamente, en la entrega anterior tratamos de averiguar la potencia que realmente necesita un vehículo, y como puede afectar al consumo. Como lo prometido es deuda, hoy hablaremos un poco sobre el tamaño del vehículo.
David vs Goliat
Tengo la sensación de que hay cierta fascinación por los coches grandes. Quizá sea influencia de la cultura norteamericana. Tienen tanto desierto vacío que se ven en la tesitura de llenarlo de coches. No sé muy bien cuales son los motivos. Pero sean los que sean, yo no los comparto. Si el motivo es estético, pues este tema ya lo tratamos el día pasado. Uno de nuestros lectores lo resumió de forma magistral: «Al final la estética sólo funciona en la medida de que otros se impresionen (que sería inicialmente sólo) y la “practicidad” queda para siempre».
Un argumento en favor de los coches con elefantiasis que se suele escuchar es que son más seguros. Si de verdad debemos confiar en este argumento, ¿por qué no nos compramos todos un taque? No me voy a extender mucho en este tema, porque ya lo hice en su día cuando escribí sobre los mastodontes de la carretera. Tres años y medio después sigo creyendo que la seguridad vial se debe valorar para el conjunto de los usuarios de la vía, y en este sentido el excesivo tamaño de los vehículos hace disminuir la seguridad vial en su conjunto. No es justo que la seguridad de alguien vaya en detrimento de la de otro vehículo, que puede transportar personas y familias con el mismo derecho que un jinete de elefantes.
En cuanto al consumo, la tendencia es favorable a los pezqueñitos. Por dos motivos: un coche grande habitualmente pesará más, por lo que el motor deberá proporcionar más energía para ponerlo en movimiento. Además, un coche de mayor tamaño normalmente desplazará más aire al moverse, por lo que sufrirá mayor resistencia del aire. Al contrario que el anterior, no creo que este sea un punto polémico.
En cuanto a la maniobrabilidad, es obvio que el coche pequeño gana de calle. La reducida batalla (distancia entre ejes) de los coches pequeños les permite reducir el radio de giro (la figura muestra los detalles geométricos de las trayectorias en curva). Lo negativo en este aspecto es que, debido a su menor peso, los coches más pequeños pueden tener algo menos de adherencia. En condiciones de circulación normal no debería ser un problema, sobre todo gracias a la ayuda del ESP.
Por lo dicho hasta el momento, parece que la conclusión debería ser cuanto más pequeño, mejor. Pero no podemos pasar por alto la consideración más importante respecto del tamaño cuando nos vemos en la tesitura de elegir coche nuevo: lo que queramos meter dentro del coche tiene que caber. Si solemos llevar a la pareja y tres hijos, y a la hora de elegir coche nuevo nos decantamos por un biplaza, haremos muy mal negocio.
En cuanto a espacio, lo primero que debemos considerar es el número habitual de pasajeros. Por ejemplo, los compactos suelen admitir (legal y físicamente) la presencia de tres o cuatro pasajeros (más el conductor). No obstante, no son coches pensados para ello. Si cada día llevamos a toda la tropa, será más práctico un coche un poquito más grande: una berlina, quizá. Tirando más arriba, también existen coches con capacidad de 7 personas, si bien a menudo se hace a costa de espacio de maletero, algo a tener en cuenta si queremos viajar con equipaje.
Precisamente, el maletero es el otro gran tema relativo al tamaño que debemos tener en cuenta a la hora de elegir coche nuevo. De nuevo, cabe considerar con qué frecuencia cargamos el maletero. Si sólo vamos al trabajo, un maletero pequeño será suficiente. Si solemos hacer una gran compra mensual, entonces será necesario un maletero tan grande como sea posible y aplicar todo lo que hemos aprendido con el Tetris.
La dificultad en la decisión puede recaer si el coche que compremos debe servir a diferentes utilidades en diferentes ocasiones. Quizá entre semana vayamos solos al trabajo; pero en el fin de semana llevemos a la prole a ver a sus abuelos.
¡Ah, amigo! La vida está llena de decisiones difíciles donde hay que buscar un término medio, un compromiso que nos permita satisfacer todas las necesidades. Al final, lo que acaba pasando es que muchos hombres van al trabajo entre semana con el coche de su mujer, porque usualmente ellos los prefieren pequeños.
Y, ahora, que alguien me dé un premio por haber conseguido redactar toda esta sección recurrir a la sobada frase «el tamaño sí importa».
El número de puertas
No quiero entrar en la polémica de por qué los maleteros sí se cuentan (a veces) pero el capó no. Es algo que, cuando era pequeño no me entraba en la cabeza. Probablemente esta decisión sólo será relevante si nos decantamos por las gammas más pequeñas, pero aún así quiero dedicar un par de párrafos a ella porque quizá es la única decisión de la que me arrepiento, parcialmente, en el proceso que seguí para elegir coche nuevo.
En los modelos que dan a elegir entre tres y cinco puertas, por lo que pude comprobar, generalmente las versiones de cinco puertas eran un poquito más caras. No mucho, quizá del orden de unos cuantos puntos porcentuales. Dado que muy pocas veces llevo a más de un pasajero a bordo, decidí que no me iba a gastar ni un euro en esa comodidad adicional de la que casi nunca utilizará. No obstante, los modelos de tres puertas tienen un par de desventajas más.
En primer lugar, para permitir el acceso a los asientos de atrás, obviamente la puerta debe ser más larga. Aunque parezca estúpido, es todo un hándicap a la hora de aparcar en batería. Al cabo de unos meses, te acaba fastidiando tener que entrar y salir cada vez con cuidado de no rallar el coche del vecino… o lo que es peor, ¡mellar la puerta del coche nuevo!
Además, la longitud de la puerta también hace que el cinturón de seguridad esté situado muy por detrás del asiento. Eso quiere decir que cada vez que subimos al coche, tengamos que hacer un gesto bastante más pronunciado. De nuevo, es una chorrada, pero cuando haces ese gesto varias veces al día, acabas deseando que el cinturón estuviera 20cm más adelante… ¡Ojalá lo hubiera pensado al elegir coche nuevo!
Por último, una gran desventaja de los coches de tres puertas es que, al parecer, los asientos abatibles que permiten a los pasajeros acceder a la parte de atrás están diseñados para que sean imposibles de descifrar para cualquiera que no sea propietario de un vehículo de la misma marca. Al final, alguien me acabará arrancando la palaquinta de marras…
Pasar por caja
Con todo lo dicho, ya deberíamos tener bastante claro cómo debe ser nuestro coche. Tras jugar con los configuradores online, deberíamos ser capaces de reducir la lista a como mucho unas cuantas opciones. Teniendo tan claro lo básico, es la hora de añadir alguna opción que nos pueda interesar. Por ejemplo, yo decidí añadir el pack clima (que mejoraba el aire acondicionado a un climatizador en toda regla, además de añadir luna térmica y una pantalla algo mayor para el ordenador de abordo). Un capricho, sí; pero al final acababa siendo lo equivalente a una cuota más de financiación.
Ah, financiación. Porque a la hora de elegir coche nueva podemos pedir la luna en un capazo, pero después lo tenemos que pagar. Una característica desagradable de nuestra sociedad. Está claro que la mejor opción es tener algo ahorrado y pagar a toca teja. En ese caso, pagas el precio del vehículo, ni un euro más. Pero no tengo la impresión de que esa sea un caso muy normal.
Por desgracia, lo más normal es tener que acudir al mercado financiero. Todas las marcas y concesionarios trabajan con financieras especializadas (a veces, integradas dentro del propio grupo empresarial; otras veces socios externos). Pero también tenemos la posibilidad de acudir por nuestra cuenta a un banco o a otra financiera. Yo no soy muy experto en estos temas, así que dejaré que sean mis compañeros de En Naranja quienes expongan las virtudes de pedirle dinero al banco o al concesionario.
Por supuesto, siempre es posible pagar una parte del coche como entrada, fuera de la financiación. Eso nos permite reducir la cuantía del préstamo, reduciendo los intereses. En mi caso, yo dí todos mis ahorros (reservando para el seguro), lo cual correspondía aproximadamente a una sexta parte del valor total. Por desgracia, la vida no me permite ahorrar mucho…
Aunque esta parte económica sea la más desagradable, es la que al final acaba haciendo realidad el coche nuevo que estamos deseando. Sin ir mas lejos, mi búsqueda exhaustiva delimitó la lista a tres modelos, de tres marcas diferentes (no, no las voy a decir; no tengo vocación de regalar publicidad). El único motivo que me hizo decantar fue la financiación. Una de las opciones me ofrecía un plan mucho más a la medida de mi estado actual.
Armados con todas estas decisiones ya tomadas, ya podemos acudir al concesionario y proporcionarle al comercial la venta más fácil de su vida: quiero este coche con estas opciones y en este color, y lo voy a financiar de esta manera. ¡Chúpate esa! Que no tenga ni un segundo para ofrecer cualquier alternativa. Como mucho, podemos pedir el paseo de prueba, para notar las sensaciones. Si bien, yo lo veo menos importante en el caso de coches nuevos (de hecho, no lo pedí).
Con esto, a no ser que hubiera en stock el modelo pedido con los extras justos, ya sólo queda sentarse a esperar que el coche se fabrique. En mi caso fueron unos dos meses hasta que recibí la llamada para empezar a formalizar los papeles… y una semana más para ir al concesionario en tren, e irme de él conduciendo mi nuevo y flamante coche nuevo.
Fotos | Emilio Labrador, Maha, susan402, Warner Bross (bajo fair use), J E Theriot, Paul Falerdeau