El estrés de la autonomía cero

Javier Costas

15 de abril de 2010

En nuestros queridos coches de gasolina o gasóleo tenemos una aguja que nos indica cuánto combustible nos queda, más o menos. En determinado momento se enciende una *lucecita de reserva*, y entonces vienen los nervios a nada que estemos fuera de alcance de gasolineras conocidas.

Una vez el coche entra en reserva, tenemos una autonomía que suele rondar los 100 km, pero puede ser inferior (digamos 50 km) o superior, como en el Peugeot 308, que tiene más de 200 km de reserva. *Pero en los coches eléctricos la filosofía es un poco diferente*.

Lo normal es que estos vehículos, con una autonomía muy limitada por las baterías, tengan radios de acción más de 100 ó 200 km apurando mucho. *Verlos ir más allá sin recargar es algo complicado a día de hoy*. Gracias a los avances de la técnica, casi todos tienen un contador de kilómetros que dice la autonomía restante.

Renault Fluence Z.E.

Los que se aventuran a comprar un coche eléctrico tienen que cambiar el chip. Si en un coche de combustión interna nos ponemos nerviosos cuando salte la reserva, en uno eléctrico vamos a sufrir problemas de corazón. *Y es que recargar esos coches es de momento una tarea complicada*.

Se está trabajando en ofrecer a los ciudadanos diversos puntos de recarga en las grandes ciudades, además de los que haya en el domicilio (garaje particular o colectivo), o en la empresa. Un coche eléctrico, desprovisto de un GPS que nos indique dónde podemos recargar, *es una fuente de estrés*.

Habrá que hacerse a la idea de que tener 50 km de autonomía restantes no son una desgracia si sabemos que lo vamos a poder recargar. El problema es como se nos haya olvidado enchufarlo y nos haga falta el coche, o que nos vengan los típicos apuros de «aquí no lo puedo recargar por avería» o cosas así.

Renault Fluence Z.E.

No todo son ventajas para estos coches, al menos desde un punto de vista tradicional. «Los peatones también les ven problemas»:/2008/02/21-coches-hibridos-o-electricos-un-posible-peligro-para-los-peatones ya que difícilmente los oyen venir, son demasiado silenciosos. *Habrá que acostumbrarse*, lo mismo que pasó cuando se hizo la migración del caballo relinchón a la manada de caballos mecánicos.

Y por cierto, volviendo a los coches «tradicionales», *no siempre la autonomía cero implica que el motor se pare y haya que empujar*. Dependiendo del modelo, pueden hacerse hasta 50 km o quizás más. Siempre queda combustible en las canalizaciones, posos del depósito, etc. Eso sí, no recomiendo apurar esta «reserva de emergencia».

En algunos turismos ni siquiera existe, autonomía cero implica tirones y calado, sin combustible. Además, apurar tanto los depósitos es una fuente de averías mecánicas muy generosas, especialmente en las bombas y sistemas de inyección. *Lo dicho, a mayor autonomía, menor estrés*.

Cambiar el chip es importantísimo, ya que cuando uno circula con una preocupación de ese calibre, *es como ir distraído, la concentración se pierde y podemos tener un accidente*. Es muy preferible quedarse tirado a tener un golpe, pero eso difícilmente se ve cuando el coche nos amenaza con hacerlo.

Ya me veo a la DGT haciendo campañas: «Gracias por tener su coche eléctrico con carga»…