El efecto mirón y sus consecuencias mientras se conduce

Victoriano Flores Corzo

6 de agosto de 2012

Hace unos días pude presenciar dos siniestros de tráfico de iguales características. Por el tipo de vía y tramo por el que circulaba son las colisiones por alcance las que sin venir a cuento, se producen. Me refiero al carril izquierdo de una autovía; un carril, que si se utiliza para otra cosa distinta al adelantamiento es aventurarse sin condiciones a otro tipo de riesgos como son, en el mejor de los casos, las bruscas reducciones de velocidad de los vehículos que deciden ir por dicho carril.

Volviendo a los dos siniestros, uno de ellos ya se había producido por encontrarse los vehículos accidentados en el arcén derecho; el otro, se produjo en el dichoso carril izquierdo y a la altura del primero. Pues bien, estoy seguro de que la curiosidad de algunos conductores, tras aminorar la velocidad de sus vehículos, para observar a su derecha lo ocurrido fue el origen del segundo e inesperado incidente. El efecto mirón, al volante, es como desatender por un instante lo que tenemos delante.

Afortunadamente sólo hubo lesiones leves y daños materiales pero teniendo en cuenta la proximidad del personal de la Guardia Civil de Tráfico, operarios de señalización, limpieza, mantenimiento y grúas, la cosa pudo haber terminado peor.

Ante un viaje que promete ser largo, ir pendiente de la señalización que nos marca el camino nos aburre y optamos por poner música, comprobar la situación de los pasajeros e incluso damos conversación para indicarles a nuestro lado de la ventanilla el paisaje o el pueblo que visitamos hace tiempo. De alguna manera queremos llamar la atención de nuestros pasajeros o simplemente atendemos a sus comentarios. Sin embargo, cuando vamos solos en el coche la única atención que nos puede desviar la mirada son los datos del salpicadero y poco más.

Acompañados o no al volante siempre nos llama la atención cualquier evento que ocurre durante nuestro desplazamiento en coche como el vivido en mis propias carnes y que conste que a cualquiera le puede pasar. Ese día, por suerte, me convertí en espectador pero pienso que no estamos exentos de sufrir las consecuencias de un incidente vial por el mero hecho de pasar ese día y en ese preciso momento por ese lugar que puede ser cualquiera. Nuestra participación en un siniestro de tráfico puede ser de manera directa e indirecta con independencia de quién pueda ser el responsable o el perjudicado.

accidente

En el caso que nos ocupa, el efecto mirón, el morbo de mirar hacia un lado de la carretera por la presencia de vehículos accidentados o de personas a su alrededor, pudo ser el motivo que originó el incidente. Si a esto le sumamos el hecho de no mantener un intervalo de seguridad entre vehículos pues nos encontramos con los ingredientes de la colisión por alcance. Pero ¿por qué nos atraen tanto las desgracias humanas incluso cuando circulamos con nuestro coche? Y otra cuestión, no menos importante, ¿por qué el mirón, causante de la brusca reducción de la velocidad, se marcha airoso del lugar?

Posiblemente seamos curiosos por naturaleza pero al volante no tenemos excusas para poner en peligro nuestra vida y la de los demás. Conduciendo el vehículo desatendiendo nuestra mirada al frente supone la mayoría de las veces: reducir la velocidad, provocar frenazos bruscos en los vehículos que nos siguen y originar el efecto acordeón entre los conductores. Toda una secuencia de acciones que desembocan en una colisión por alcance en cadena, debida en parte por no guardar la distancia de seguridad necesaria entre vehículos.

Las deceleraciones o reducciones de velocidad provocadas por los conductores de vehículos son la antesala de las retenciones en carreteras. De ahí que muchas veces no sepamos el origen de los atascos durante nuestro itinerario. La afluencia de vehículos por imperativos del tráfico ante una obra, un vehículo averiado son los contratiempos más comunes que sufrimos cuando vamos de viaje pero en muchos casos somos nosotros, los conductores, con los bruscos cambios de velocidad, los cambios de carril injustificados, la ausencia de señalización en las maniobras, etcétera, los que creamos innecesariamente las interminables colas de coches.

Tenemos que saber que en el caso de encontrarnos con un siniestro de tráfico, una tragedia muchas veces creada por nosotros mismos, habrá personas trabajando para restablecer nuevamente la circulación, profesionales que realizan las labores de rescate y policiales para determinar las causas de lo ocurrido. Un personal que pone en peligro su vida al exponerse en un escenario donde, a pesar de encontrarse debidamente señalizado, existe el riesgo de que algún vehículo les atropelle bien directamente o tras una colisión refleja motivada por un impacto previo y próximo al lugar donde se encuentra trabajando.

Por tal motivo, conduce con todos los sentidos y como dice el refrán popular: zapatero a tus zapatos. Y si decides frenar por cualquier motivo: no lo hagas bruscamente, respeta la distancia de seguridad y mira bien lo que viene por detrás. No provoques otro accidente.

En Circula Seguro | Mirones, Cómo evitar el efecto acordeón en la carretera, ¿Conocemos las normas de circulación? (6): sobre la distancia de seguridad