La relación que tenemos con los coches está a punto de cambiar de forma drástica en los próximos años. Hasta ahora los coches habían existido de forma aislada frente al resto de vehículos con los que comparten la carretera. Nuestra interacción con los coches ha sido hasta ahora bastante específica. Vas hasta tu coche, lo abres con una llave, circulas con él evitando a los otros usuarios respetando las normas de tráfico, buscas sitio y lo aparcas. Cuando va necesitar combustible o mantenimiento, el coche te lo hace saber y te encargas de ello.
Cada concepto del primer párrafo está a punto de cambiar, algunos ya han cambiado, hasta el punto que podrían significar el fin de la conducción tal y como la conocemos. De hecho, cambiará tanto que no haremos nada.
Dentro de 15 años, el primer párrafo podría ser de la siguiente manera: tu coche te viene a buscar y como te reconoce se abren las puertas, te lleva a destino integrándose en el tráfico, te deja en el destino y se va a aparcar en un hueco que hay libre y que ha reservado al llegar. Y si necesita recargarse o mantenimiento, se encargará él mismo de ello, pidiendo cita con el concesionario y enviándole un informe diciendo qué le falla.
Es cierto, todo eso suena mucho a utilizar un taxi. La verdadera diferencia es que en el caso del párrafo anterior no hay conductor, mientras que el coche está conectado con su dueño y el resto del mundo (vía el internet de las cosas). El coche podría ser tuyo o simplemente parte de un programa de coches públicos del municipio. Los coches conectados interactuarán entre ellos, así como un sistema de gestión de tráfico local, para que todos lleguen a destino de forma eficiente y segura.
Saber en cualquier instante donde estamos y a dónde vamos es el sueño de todo dictador. Es cierto que esto podría suponer ciertos dilemas de respeto de la vida privada de cada uno. Sin embargo, no parecemos tener muchos reparos en compartir información, a veces sensible, en las redes sociales de forma pública.
El coche autónomo y el coche conectado
El coche autónomo es aquel que conduce de forma automática sin la intervención del ser humano o de cualquier centro de control. En la mayoría de las pruebas que se están llevando a cabo en este campo, el coche funciona de forma aislada del resto del tráfico, es decir, tiene que determinar observando qué van a hacer el resto de usuarios de la vía para decidir de su propia acción. En ese sentido, hace lo mismo que cualquier conductor: leer la carretera.
Los coches conectados tienen la capacidad de comunicarse entre ellos: comparten las incidencias que han detectado en la vía (atasco, accidente), comparten su destino y sus intenciones (cambiar de carril para luego girar, por ejemplo). Actualmente, los coches autónomos no están conectados entre sí o a una central. Y es que la conectividad entre los coches y una central de gestión de tráfico ya es útil actualmente para ayudarnos a la conducción, como por ejemplo, las alertas de tráfico de los navegadores.
Coches autónomos conectados
Cuando el coche autónomo sea una realidad es cuando se pondrá ver los mayores beneficios del coche conectado. Los coches autónomos conectados podrán, por ejemplo, circular mucho más cerca de los unos de los otros porque cada coche sabrá qué van a hacer el resto de vehículos de la carretera.
Por ejemplo, un vehículo que debe efectuar una frenada de emergencia lo comunicaría a los otros coches que le preceden y éstos, a su vez, frenarían mucho antes de lo que podría hacerlo un ser humano, pues frenarían todos de forma simultánea. Honda trabaja actualmente en el desarrollo de un sistema similar.
El hecho de poder circular más cerca los unos de los otros mejoraría la densidad del tráfico y el ahorro energético, pues sólo el primer vehículo de una larga columna ha de romper el aire, mientras que los otros están protegidos detrás.