Recientemente guardé en mis notas un enlace que, ¡sorpresa!, trata de futbolistas y seguridad vial. Y al leerlo descubro que la DGT ofrece a los clubes de fútbol la posibilidad de realizar cursos de seguridad vial, voluntarios, para sus jugadores, para tratar de poner en situación a aquéllos cazados a más de 200 km/h, o en resumen, a los futbolistas que manejan coches de enormes prestaciones en la vía pública. Y el artículo que puede resultar de esa noticia está muy claro.
Vaya por delante que no soy aficionado al fútbol ni de lejos, que solo conozco unos pocos futbolistas porque aunque no sea aficionado, no soy ajeno a lo que la gente comenta, pero ni tengo cultura futbolística, ni ganas de adquirirla. De todas formas, por mi trabajo leo mucho, entre otras cosas diarios y webs en busca de información, noticias, temas que me pongan sobre la pista de algo que pueda desarrollar, comentar o sobre lo que pueda opinar.
¿Por qué clases de seguridad vial para los futbolistas?
La primera pregunta que me hice fue ¿por qué a ellos sí, y a los demás no? Somos muchos más los que nos movemos a diario por las carreteras y en porcentaje somos (potencialmente) más peligrosos. Sin embargo, la razón parece más bien doble: los coches capaces de alcanzar los 200 km/h son relativamente comunes, o al menos eso dicen los velocímetros, pero los que los alcanzan con una facilidad pasmosa no lo son, y los futbolistas son personas con mucha, mucha repercusión mediática. ¿No sería maravilloso para la seguridad vial que un futbolista dijese públicamente “me he comprado este cochazo y mañana voy a un cursillo de seguridad vial?”.
¿No sería fenomenal que fuesen un gran ejemplo para la sociedad, en lugar de parecer un extraño grupo de personas sin afecto por el dinero (por el que gastan, quiero decir) que en el imaginario popular tanto pueden comprarse el último superdeportivo como estrellarlo a 500 metros del concesionario, o dar positivo en alcohol tras habérsela pegado contra una parada de autobús.
Razonando algo más, pensé que si las marcas de coches ceden modelos de gama alta, o les hacen descuentos que jamás podría catar una persona de a pie (posiblemente con el dinero de ese descuento se pueda uno comprar un monovolumen familiar, si me apuráis, y no exagero nada), ¿por qué no aprovechar las instituciones para tratar de tener esa publicidad que no puede ser menos que positiva para la seguridad de todos?
El problema que yo le veo a esto no es exactamente que la DGT ofrezca cursos gratuitos a los jugadores, sino que, y perdonad el recurso digno de un alarmista, que con la compra de un coche de estas características no sea obligatorio realizar pruebas psicotécnicas específicas. Con las armas de fuego hay muchas pruebas y documentos que aportar, por ejemplo, y a pesar de que esto puede sonar un poco extremo, los coches de altas prestaciones no son malos por necesidad, igual que no lo son las armas per se, pero en las manos equivocadas pueden originar un buen destrozo.
Sería más productivo instar a los futbolistas a participar en una campaña por el interés general, asociada a realizar cursos de formación en educación vial. Eso sí, gratis, claro. Son personajes públicos e influyentes en una gran parte de la sociedad, así que sería genial que fomentasen el uso responsable de los coches. Y si no encaja esta medida, que sea obligatorio para aquéllos que pillan in fraganti.
Si no es natural que algunos nos preguntemos por qué dedicar recursos de todos a educar a quien tiene recursos de sobra, y no a quien no tiene recursos.