¿Drogas en el coche?, tolerancia cero: las anfetaminas

Alberticu

12 de noviembre de 2012

Como vimos en uno de los capítulos del especial Drogas y conducción que venimos publicando cada lunes en Circula Seguro, las anfetaminas han sido la base para el desarrollo de la mayoría de las drogas de diseño. El éxtasis o el speed (metanfetamina), derivan directamente de las mencionadas anfetaminas.

Éstas tienen un origen que trataremos y describiremos hoy, ya que aunque sintéticas, provienen de la efedrina, el principio activo de la hierba Ephedra Distachya o Ma huang, muy usada en la medicina tradicional china. Muy consumida en nuestro país por su facilidad para adquirirla, la anfetamina estuvo presente en muchos fármacos en la década de los 80.

Anfetaminas, historia y procedencia

Laboratorio

La anfetamina se sintetiza por primera vez en el año 1887 pero no es hasta 1927 cuando se identifica su actividad estimulante. Su uso comienza como descongestionante nasal y durante la Segunda Guerra Mundial es utilizada para aumentar la alerta y agresividad de los militares en el campo de batalla. En los años 60, la anfetamina llega a ocupar el primer lugar en la lista de drogas estimulantes más consumidas.

Algunos de los fármacos basados en la anfetamina típicos de los años 80 son la Centramina, un compuesto que retrasaba la fatiga, o el Delgamer para combatir la obesidad, ambos retirados del mercado. La anfetamina por su carácter de mejorar el rendimiento físico e intelectual, no tarda en inaugurar el doping deportivo y el cognitivo, siendo incluida por el Comité Olímpico Internacional dentro de la lista de sustancias prohibidas. Actualmente existen derivados anfetamínicos comercializados legalmente bajo prescripción médica.

Formas de consumo y efectos de la ‘anfeta’

Anfetamina

Dada su forma de pastilla o píldora, la anfetamina suele consumirse por vía oral aunque también son posibles formas de consumo como la inhalada o la inyectada en vena. Sus efectos duran varias horas y es un potente estimulante del sistema nervioso central aunque, como en otros tóxicos, dependen de las dosis ingeridas, del estado mental y personalidad de quien las consume.

En principio dan sensación de bienestar, aumentan la concentración, mejoran el rendimiento y suprimen la sensación de fatiga pero no es oro todo lo que reluce. En estudiantes se ha comprobado como se contesta a un número mayor de respuestas en los test pero se comenten más errores. Aparecen conductas con movimientos repetitivos, euforia, pérdida de apetito y trastornos en el patrón del sueño que pueden tardar meses en volver a la normalidad.

¿Por qué las anfetaminas y la conducción son incompatibles?

Vista borrosa

Volante y anfetaminas no se llevan nada bien y volvemos a insistir en que no hacen falta patrones de consumo abusivos para tener los efectos derivados de su consumo ya que, como hemos mencionado, dependen de la “resistencia” al tóxico, por llamarlo de alguna manera, de cada persona. De esta manera y debido a la euforia y a los movimiento violentos, no es difícil dar un golpe al volante y aparecer en el carril contrario cuando circulamos por carretera.

La falta de sensación de fatiga y el sobrevalorar nuestras propias capacidades pueden hacer que circulemos a altas velocidades sin tomar conciencia del peligro al que estamos expuestos. En casos de abuso es habitual la visión borrosa y problemas psiquiátricos como la psicosis anfetamínica, consistente en paranoias persecutorias o que atentan contra la persona que las padece. Como es de suponer, patologías totalmente incompatibles con la conducción de vehículos. En el próximo capítulo hablaremos de las benzodiacepinas.

Foto | DenverDJM, Shivenis, Horia Varlan, Just a Prairie Boy
En Circula Seguro | ¿Conocemos las normas de circulación? (14): sobre las drogas y sus efectos en la conducción