Para ir terminando nuestro especial Drogas y conducción que publicamos en Circula Seguro semanalmente, hoy hablaremos de la metadona, una sustancia que se puede usar bajo prescripción médica para tratar el dolor severo pero que también es habitual usar en procesos de desintoxicación de heroína como sustituto de esta mientras dura el tratamiento. En España los procesos sustitutivos con opiáceos se regulan por real decreto.
De esta manera se establecen normas básicas para acreditar los centros que la dispensen, regular las prescripciones y tratamientos, la elaboración de la metadona y su posterior dispensación. Por tanto fuera de este contexto la metadona queda apartada del marco legal y se penaliza a quien la elabore, distribuya, trafique o facilite su consumo a otras personas.
Metadona, historia y procedencia
La metadona se crea durante la Segunda Guerra Mundial en laboratorio debido a la escasez de morfina. Después de este bélico evento, se comercializa y se usa como analgésico. En 1947 aparecen los primeros estudios de su uso para tratar el síndrome de abstinencia a la morfina y en la década de los 60, en un hospital penitenciario de Estados Unidos, se utiliza como terapia de mantenimiento para heroinómanos. En la actualidad sustituye a la heroína en procesos de desintoxicación a esta sustancia.
Las ventajas que tiene en desintoxicación frente a la heroína es que la metadona cuenta con control sanitario, se puede administrar por vía oral y no endovenosa con los riesgos que conllevan los inyectables, su vida activa es de 24 horas por 4 de la heroína por lo que los adictos no tienen esa necesidad de consumo cada poco tiempo y se toma una vez al día.
Formas de consumo y efectos de la ‘muñeca’
Consumida de forma oral en pastillas o en líquido, la metadona desarrolla menor dependencia que la heroína pero tiene alta capacidad de producir tolerancia. En casos de procesos de desintoxicación o consumo abusivo, si se suspende repentinamente su administración produce síndrome de abstinencia más tardío que el de la heroína pero más duradero que, en tres fases, puede cursar con sudoración, ansiedad, temblores, contracturas, movimientos incontrolados y calambres musculares.
Los efectos de un consumo puntual de metadona pueden venir en forma de aturdimientos, nauseas, mareos, vómitos, somnolencia y sedación. Pesadez de brazos y piernas, picor con sensación de irritación cutánea, brocoespasmo, visión borrosa e hipotensión también son habituales.
¿Por qué la metadona y la conducción son incompatibles?
Los efectos que produce la metadona son incompatibles con el manejo de vehículos y la conducción no solo en individuos que sigan programas de desintoxicación a la heroína y, en un momento dado, puedan conducir su coche, también lo son en consumos no tan repetitivos y habituales. En casos de sedación y somnolencia se aumenta mucho la probabilidad de salirnos de la carretera o invadir el carril contrario provocando un accidente.
Los temblores, espasmos y movimientos incontrolados son más habituales en el gran consumidor con síndrome de abstinencia pero son igualmente incompatibles con la conducción. Un movimiento incontrolado en nuestras piernas puede provocar un accidente al pisar el acelerador mientras personas cruzan por un paso de peatones, por poner un ejemplo. La próxima semana publicaremos el artículo final de esta serie con un recordatorio de todas las sustancias y tóxicos de los que hemos hablado.
Foto | Greyyyyy, TRILLHO, Muffet, Dawn Ashley
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