El municipio de Dos Hermanas en la provincia de Sevilla tiene casi 130.000 habitantes repartidos entre sus cuatro núcleos de población. Por un lado está el centro de la ciudad y tres barriadas distantes entre sí pero unidas por carreteras, un parque automovilístico que ronda los 80.000 vehículos de motor y un modelo de urbanismo, propio de una ciudad dormitorio, que cuenta con más de cien rotondas para soportar el trasiego de esos vehículos.
Unos datos que explican, en cierta forma, la necesidad de una regulación mediante la construcción de glorietas o plazas giratorias como tipo de intersección para, de esa forma, evitar las intersecciones reguladas por semáforos y supuestamente agilizar el tráfico, sobre todo, en las zonas mas pobladas y de acceso a la capital. Una ordenación del tráfico unida al crecimiento de la ciudad durante los últimos diez años, pero… ¿son realmente necesarias tantas rotondas?
Rotondas como guindas de pastel
La figura del pensador que vemos en la fotografía de arriba, como monumento al Ajedrez en la Avda. Felipe González Márquez en Dos Hermanas invita también a reflexionar sobre la cantidad de glorietas que se construyen ya no sólo como excusa para solucionar el tráfico rodado en los cruces sino también por querer relacionar urbanización con plaza giratoria y así delimitar la nueva zona a construir, es decir, ya tenemos los pilares para edificar y las rotondas para configurar las carreteras. Sin embargo, el problema viene cuando edificación y paso de vehículos entre la zona rodeada o limitada por esas rotondas, brilla por su ausencia.
En parte, la idea de construir rotondas es buena porque se da solución a un problema como es la aglomeración y ordenación del tráfico para un futuro (y para que no nos pase como con la construcción del carril bici que tuvieron que agregarlo a un carril de circulación o anular la acera por falta de espacio) pero por otro lado, estamos especulando con las tendencias sin realizar antes un estudio de futuro o rompemos nuevos esquemas sociales como, por ejemplo, la utilización de otros medios de transporte, la conciliación familiar lejos de las grandes ciudades, etcétera.
No podemos olvidar que muchos tramos de vías férreas en desuso han pasado a convertirse en vías verdes o itinerarios para ciclistas y senderistas y con las rotondas puede ocurrir algo similar, es decir, algún iluminado dará un sentido distinto al espacio utilizado en una rotonda y la convertimos en una especie de zona de encuentro (si antes no nos la quitan las multinacionales de comida rápida para automóviles), como, por ejemplo, puntos de información, merenderos, o algo así…
Una rotonda es como un semáforo o un bordillo, un recurso, no un monumento. Muchas han desvirtuado su función y obstaculizan la visión del conductor al servir de expositor del horror-vacui o la megalomanía de algunos políticos. Es como si a un semáforo lo vistieses de flamenca.
José Seguí, Premio Nacional de Urbanismo
En definitiva, no todas las intersecciones reguladas por plazas circulares o de sentido giratorio las podemos comparar con la Place de L’Étoile de París, donde el tráfico rodado es un referente por su elegancia y al mismo tiempo por su fluidez, ni tampoco son la única solución pues las anchas y largas avenidas de entrada y salida de las grandes ciudades reguladas por semáforos funcionan igual o mejor, ¿no les parece?
Fuente | El País
En Circula Seguro | Consejos para circular correctamente en glorietas