Yo siempre había pensado que con los *airbags* actuales el hecho de *llevar o no gafas* era irrelevante. Creía que una vez que sucedía la colisión las gafas saltaban y el airbag se desplegaba sin mayores contratiempos para el conductor. Estaba convencido de ello y por eso no temía por la salud del *72% de los conductores*, que habitualmente usan gafas (graduadas o de sol) para manejar su vehículo.
Pues estaba equivocado. La FUNDACIÓN MAPFRE acaba de hacer público un estudio según el cual *sí que importa la clase de gafas* que lleve el conductor. Y es que las posibilidades de sufrir lesiones oculares en un siniestro es *el doble* en el caso de personas que llevan gafas que en el resto. Pero no hay por qué preocuparse, que tras dos años de trabajo en los que se han probado infinidad de monturas y cristales, ya sabemos *cuáles son las gafas ideales para conducir.*
En primer lugar, recordemos la necesidad de *sentarnos correctamente al volante*. Y es que aunque el uso combinado del airbag y el cinturón son esenciales para salvar la vida, también es cierto que si nos sentamos a una distancia demasiado cercana a la abertura del airbag podemos entorpecer su despliegue. El 26% de los conductores se sientan dejando menos de 42,5cm de distancia *entre sus ojos y el centro del volante*, cuando *lo correcto por seguridad es dejar 45cm* de media, lo que equivale a respetar también una *distancia de 25cm entre el tronco del conductor y el volante*.
Para el estudio sobre lesiones en conductores que emplean gafas se realizaron pruebas con *colisiones a baja velocidad* y los resultados son reveladores. Una vez metidos en harina, tenemos como idea principal que si unas gafas resisten el impacto, entonces se transforman en un *agente protector para los ojos*. Esta es la noticia positiva, pero la parte negativa es que este efecto protector es un 15% inferior cuando hablamos de gafas con *monturas al aire*.
En las colisiones que tienen lugar a sólo 20Km/h, cuando el airbag no se despliega se observa la *caída de las gafas* y el impacto directo de la cabeza con el volante, con el consiguiente *riesgo de lesiones en la cara y en la nariz.* Y en las colisiones a 30Km/h, cuando sí que se dispara el airbag, empleando *gafas de montura cerrada* estas permanecen en la cara sin romperse en la mayoría de los casos.
Otro punto interesante está en la composición del cristal óptico que se monta en las gafas. Los *cristales minerales*, presentes en el 30% de las ventas de los mayoristas de óptica, pueden astillarse con el consiguiente riesgo para los ojos del conductor. La alternativa consiste en montar *cristales orgánicos* en las gafas, que además resultan mucho más ligeros y cómodos pero también más caros. Claro que, ¿cuál es el precio de la salud de nuestros ojos?
En resumen, *las claves* para evitar en la medida de lo posible las lesiones oculares y orbitarias derivadas de una colisión son las siguientes:
* Sentarse correctamente al volante.
* Emplear siempre el cinturón de seguridad.
* Usar gafas con montura cerrada y de una resistencia suficiente.
* Montar cristales orgánicos en las gafas.
Pero el problema de las gafas no lo sufren sólo aquellas personas que corrigen con lentes su miopía o su astigmatismo. Cualquier conductor que haya sido operado de *glaucoma, cataratas o cirugía refractiva* puede sufrir lesiones oculares graves en caso de siniestro. Y es que el despliegue del airbag contra la cara puede generar del 50% al 70% de la energía necesaria para causar lesiones graves en ojos que se hayan sometido a operaciones quirúrgicas. Las personas intervenidas, que *cada día son más* gracias a la cirugía para corregir defectos de la visión, deberían ser especialmente cuidadosas en el cuidado de sus ojos, empleando gafas no ya para evitar deslumbramientos y otras molestias, sino para protegerse en caso de impacto.
En cualquier caso, las gafas que se empleen para conducir, *incluso las de sol*, deberían ser lo suficientemente rígidas como para soportar el golpe derivado de una colisión. Y eso me lleva a pensar que tengo pendiente una visita a la óptica más cercana después de tirar a la basura las gafas de sol que me compré el año pasado en un mercadillo. Que como bien decía aquella campaña de concienciación de cuando yo era un jovenzuelo, *dos ojos son para toda la vida*.