Conducir es una tarea que no siempre es igual, dependiendo de las circunstancias la cosa cambia bastante, y es necesario que el conductor sea consciente de ello. Quizás el caso más claro sea cuando llueve, pues las condiciones de visibilidad y adherencia cambian mucho, y además para peor.
Os lo comentábamos hace no mucho: conducir en otoño es cuestión de sentido común. ¿Pero de verdad tenemos todos los conductores el cuidado necesario? La realidad es que no, y no debemos cansarnos de recordarlo, pero mejor aún explicando porqué hay que tener más cuidado al volante.
Cuando llueve el riesgo de sufrir un accidente es mayor
Cuando llueve el riesgo de sufrir un accidente es mayor por varias causas:
– La lluvia empeora la visibilidad, y eso hace que no veamos tan bien las líneas del carril, no veamos con claridad las señales e indicaciones y nos cueste también ver al resto de vehículos, especialmente a través de los espejos retrovisores. Pueden ser útiles los repelentes del agua de lluvia para los cristales. Además no se debe ignorar que se produce una mayor fatiga visual, y en consecuencia mayor cansancio en el conductor.
– Muy relacionado con lo primero es que nuestra capacidad de reacción se ve mermada, ya que si no vemos con la suficiente anticipación lo que está sucediendo a nuestro alrededor, tendremos menos margen para reaccionar a tiempo ante un hecho.
– El comportamiento del vehículo empeora, pues la adherencia de los neumáticos sobre el pavimento se ve reducida por culpa del agua. Así que es más fácil que las ruedas «patinen» al acelerar o que el coche derrape en una curva. Es muy importante que los neumáticos estén en buen estado y no demasiado desgastados, mejor no apurar hasta el límite legal.
– También muy relacionado con lo anterior es que la distancia de frenado aumenta, por culpa de que los neumáticos ya no se agarran al suelo igual de bien, pero también porque en el momento de frenar nos podemos encontrar con unos discos y pastillas de freno mojados.
Hay que tener presente que cuando llueve la distancia de frenado puede aumentar al doble de lo que sería normal sobre suelo seco. Es por tanto imprescidible reducir la velocidad, para evitar problemas de falta de adherencia, y también aumentar la distancia de seguridad, pues se necesitan más metros para frenar el vehículo.
Los riesgos más habituales los días de lluvia son el atropello de peatones, porque por culpa de la lluvia cruzan precipitamente y porque se les ve peor, los alcances, por no guardar la necesaria distancia de seguridad y resultar más difícil frenar el vehículo, y las salidas de la vía, por problemas de adherencia y aquaplaning. Seamos muy prudentes y no nos descuidemos.
En Circula Seguro | La mala costumbre de no mantener la distancia de seguridad