Cuida de tus amortiguadores

Esteban Viso

25 de marzo de 2013

Los amortiguadores forman, junto con los neumáticos y los frenos, un conjunto de sistemas que nos permiten circular con seguridad por las carreteras. Gracias a estos tres elementos conseguimos estabilidad en recta, en frenada y en curva, y además mantenemos las ruedas en permanente contacto con la calzada, además de confort interior.

Si los neumáticos son importantes (y no nos cansamos de decirlo), y los frenos son indispensables, los amortiguadores y, en general, todo el sistema de suspensión son uno de los sistemas más críticos cuando las cosas van mal. Con una suspensiones de calidad y en óptimas condiciones conseguiremos la máxima eficacia en cualquier situación que exija reacciones rápidas y precisas.

Los amortiguadores se deben revisar aproximadamente cada 20.000 km, aunque eso no quiere decir que vayan a encontrarse en mal estado. Simplemente hay que asegurarse de que no hayan perdido mucha de su eficacia, y claro, comprobar que no estén de hecho en malas condiciones. De todas maneras, la degradación de la amortiguación es tan progresiva (salvando los casos de maltrato severo) que los conductores no lo notamos a menos que seamos extremadamente sensibles: es cuestión de que pasa muy poco a poco.

Las consecuencias de tener los amortiguadores en mal estado son varias: aumento de la distancia de frenado, inestabilidad de la propia frenada, desgaste anómalo de los neumáticos, traqueteo (o mejor dicho, notamos rebote de las ruedas sobre los baches, además de todas las irregularidades del terreno en el volante),… En pocas palabras, nos encontraremos con un coche que puede resultar impredecible.

Cómo sospechar que tenemos los amortiguadores “tocados”

Hay una forma muy “manual” de estimar el estado de los amortiguadores: empujar con fuerza sobre el coche, justo encima de cada rueda. cuando estamos en el límtie de compresión, soltamos y observamos: si hay rebote entendemos que están perdiendo eficacia. Cuanto más rebote, peor, claro.

Otros síntomas preferiremos no notarlos, como por ejemplo:

  • Vibraciones en el volante: cuanto más desgastados, más vibraciones notaremos en el volante.
  • Aumento de la distancia de frenado: al no asegurar que las ruedas estén en permanente contacto con la calzada, se extiende la distancia de frenado con las lógicas consecuencias que nos aporta este hecho.
  • Inestabilidad manifiesta, excesiva inclinación hacia delante en frenada o similar.
  • Desgaste irregular de los neumáticos. Como sabemos, esto puede ser efecto de otras causas, pero los amortiguadores defectuosos es una de ellas.
  • El coche se balancea en un cambio de carril.

Estos son algunos de los síntomas más notables, pero si hablamos de las consecuencias de circular con los amortiguadores en mal estado, no debemos olvidarnos de una cosa: si en seco notamos las deficiencias al volante, en mojado las notaremos mucho más y tendremos consecuencias mucho peores ante un imprevisto. El aquaplaning, por ejemplo, puede darse más fácilmente y ser mucho peor controlado.

Los amortiguadores no son un juego, así que si vas a salir de viaje estos días, no olvides revisarlos junto con el resto de elementos a inspeccionar antes de un viaje largo. O corto.

Foto | Teosaurio