El sistema eléctrico de los coches actuales es mucho más que complejo. De él cuelga toda la electrónica que interviene entre las actuaciones del conductor y el comportamiento final del vehículo. Inyección, ABS, ESP… funcionan con la energía eléctrica que transforma el alternador a medida que el motor térmico va girando.
Pero la gracia de todo el invento está en que el coche arranque. Y ese arranque viene dado por la energía acumulada en la batería, que viene a ser como Santa Bárbara, a la que sólo recordamos cuando truena. Cuando la batería nos deja tirados podemos echar mano de unos cables con pinzas para poner en marcha el vehículo, pero con un poco de cuidado, que los coches de hoy ya no son como los de nuestros abuelos.
Lo primero es acercar un coche sanote al coche que se ha quedado tirado. Pero ojo, que he dicho «acercar» los coches. Como la carrocería de uno toque con la del otro, podemos tener fuegos artificiales antes de que llegue la fiesta mayor del pueblo.
Con los coches encarados y los capós abiertos, es cuestión de conectar primero uno de los cables al borne positivo del coche descargado y luego al borne positivo del coche sanote. Después de esto, hay que conectar el otro cable a un punto del chasis del coche sanote y a un punto del chasis del coche descargado.
Lo de conectar al chasis y no al borne negativo de la batería se hace por seguridad, para evitar roces accidentales con el borne positivo. Por otra parte, si el coche descargado está muy descargado, sería conveniente buscar un punto del chasis más o menos cercano al motor de arranque para evitar pérdidas de tensión por el camino.
¿Qué ocurriría si rozásemos los bornes positivos y negativos? Que provocaríamos un cortocircuito. Y eso, que en principio no va más allá de un chispazo, si lo hiciéramos cerca de una batería en pleno efluvio de gases fácilmente inflamables, podría dar como resultado una explosión.
Tras conectar la batería, es cuestión de poner en marcha el vehículo descargado mientras revolucionamos un poco el coche sanote. Si insistimos un poco con la llave de contacto y no hay manera, es mejor esperar un poco y volver a intentarlo. Cuando por fin tenemos el motor en marcha, hay que tener en cuenta un par de detalles básicos que afectan a los vehículos de hoy en día:
El primero es que hay que poner en marcha algunos elementos eléctricos de poca precisión como la luneta térmica o el ventilador para que absorban las oscilaciones de la corriente que se producen cuando el coche descargado está todavía conectado al coche sanote. Se trata de que esas oscilaciones no pasen a elementos más sensibles como las unidades de control electrónico que lleva el vehículo.
Y otra cosa que hay que recordar es que hay sistemas de inyección que «aprenden» la gestión eficiente del carburante, de forma que cuando cae la batería pueden «olvidar» lo que sabían. Y así tendremos que durante los primeros minutos las revoluciones suben y bajan hasta que la memoria de la inyección se estabiliza. Es cuestión de dejar que el coche trabaje.
Finalmente, un detalle sobre los coches provistos de catalizador. Si por una de aquellas se quedan tirados con el motor en caliente, hay que tener en cuenta que empujarlos para ponerlos en marcha podría suponer la destrucción del catalizador, ya que el carburante no quemado saldría directo por el colector de escape, se encontraría con el catalizador a unos 400ºC y se autoinflamaría en ese filtro que neutraliza los gases contaminantes a la salida del motor.
Son cuatro recomendaciones básicas que debemos tener en cuenta antes de meterle mano a la batería. Y si no lo vemos muy claro, siempre nos quedará la posibilidad de llamar a la asistencia en carretera, que para algo está.