Cristales ¿limpios?

Jaume

23 de mayo de 2010

Todos más o menos tenemos claro que el parabrisas de nuestro coche debe ser lo más transparente posible. Dependemos de ello para poder ver hacia donde nos dirigimos, y poder circular de forma segura. Entre otras cosas, esto implica que debemos mantenerlo lo más limpio posible.

Recordad que no vemos las cosas, sino la luz que rebota en ellas y llega hasta nuestros ojos. Eso quiere decir que si la luz procedente de la carretera y el resto de usuarios de la vía queda bloqueada por restos de suciedad en el cristal, nuestra visión se verá reducida.

Sin embargo, no siempre es sencillo darse cuenta que el parabrisas está sucio. En ocasiones, podemos subirnos a nuestro vehículo y no apreciar nada raro en el vidrio. Después, en plena circulación, llegamos a un punto en que el sol nos da directamente de cara, y nos llevamos la nada agradable sorpresa que el cristal no está en sus mejores días.

A menudo, esto puede ocurrir debido a lluvias recientes que han depositado una fina capa de polvo o barro. También puede ocurrir si hemos limpiado el cristal con un paño que deja pelusa, o si hemos dejado las típicas lineas de un mal aclarado Este tipo de manchas pueden ser difíciles de ver si no están iluminadas directamente. Y si las vemos, como a la sombra parecen ser poca cosa, a menudo pensamos «bah, no pasa nada, ya lo limpiaré».

Pero, ¿por qué al recibir el sol de cara las manchas se vuelven más visibles y molestas? Como hemos dicho, nosotros no vemos los objetos, sino la luz que rebota en ellos. Ahora bien, para que eso pueda ocurrir, es necesario que haya una fuente de luz (obvio, ¿verdad?).

De día, la fuente de luz es el sol. Pero la mayor parte de la luz que tenemos durante el día no proviene directamente de él, sino que ha sido dispersada por la atmósfera. Eso quiere decir que rebota en átomos de aire y se desvía al azar. En consecuencia, nos parece que la luz viene de todas partes, no sólo del sol.

Si esta dispersión atmosférica no existiera, sólo podríamos ver los objetos iluminados directamente por el sol. Las sombras serían completamente oscuras.De hecho, los colores que más fácilmente se dispersan son los de longitud de onda corta, y por eso nos parece que el cielo es azul.

Esta luz indirecta es suficiente para que podamos ver las superficies sólidas nítidamente, sobre todo porque nuestros ojos se han adaptado a ella. Pero la fina capa de suciedad que han en el parabrisas de nuestro ejemplo apenas refleja esta luz, por lo que nos pasa desapercibido.

Sin embargo, si el sol ilumina directamente el cristal, la luz directa se suma a la indirecta. Como ahora hay mucha más luz disponible, la suciedad reflejará más y más luz, haciéndose plenamente visible delante de nuestros ojos, entorpeciendo la visión de nuestro entorno.

Alguien dirá que, si esto ocurre, basta con activar el lava parabrisas, que para eso está. Pues sí, razón de más para asegurarse de tener las escobillas en buen estado y el depósito lleno de agua jabonosa. Si no es así, de hecho puede agravar la situación

Sin embargo, si el rayo de sol nos sorprende en medio de una maniobra delicada, puede que no nos de tiempo en activar el limpia y nos complique la vida. Como se suele decir, más vale prevenir. Mantener todos los cristales bien limpios puede evitarnos sustos.

Foto | punxutawneyphil, amboo who?