Conductores noveles a 80 km/h, ¿hasta cuándo?

Josep Camós

22 de septiembre de 2010

Me pide Javier Costas que opine acerca de la proposición no de ley para eliminar el límite de 80 km/h para conductores noveles que ha presentado el grupo socialista en el Congreso de los Diputados. Él ha expuesto el tema en Motorpasión y, para documentarme un poco, me he estado leyendo los comentarios de los lectores, que por lo general resultan de lo más enriquecedor.

La tónica dominante en aquellas aportaciones apunta al apoyo popular de la medida, luego los políticos han hecho un buen trabajo desde su perspectiva de jabón a la venta que son si miramos hacia McGinnis. Pero, ¿y desde el punto de vista de la seguridad vial? Nosotros, que no tenemos un electorado joven al que contentar con nuestras propuestas, ¿sopesamos un poco el tema?

Haciendo algo de Historia, los más veteranos del lugar recordarán que hace muchos, muchos años, se limitaba la velocidad de los conductores noveles en dos etapas: durante un primer año no podían superar los (creo que eran) 70 u 80 km/h y, durante el segundo, no podían ir más allá de los 90 km/h. Eran otros tiempos, los coches eran los que eran y en las autovías la velocidad máxima genérica era de 100 km/h mientras que en las autopistas el límite estaba en 120 km/h.

Luego la limitación se dejó en un solo año a 80Km/h. Las carreteras habían mejorado y los coches venían cada vez mejor equipados. Además, el nivel de estudios de los nuevos conductores no era ya el de apenas saber leer y escribir, sino que contábamos con una población cada vez mejor preparada. También se reorientó el aprendizaje de la conducción llevándolo hacia un terreno mucho más acorde con la realidad vial. Quizá todo esto hizo intuir que la limitación a dos años era excesiva y se eliminó, manteniéndose sin embargo la restricción de velocidad a un año, más o menos como sucede en el resto de países de nuestro entorno.

Espejo interior

El aprendizaje visual

Pero, ¿por qué esa restricción? Me viene muy bien la extrañeza que manifiesta Javier porque en las clases prácticas se forma al alumno para que sepa dominar el vehículo y, sobre todo, el entorno, a una velocidad cercana a los límites genéricos, mientras que tras el aprobado se impone al nuevo conductor una limitación específica. Además, cualquiera que haya pasado un examen práctico sabrá que en él debe circular a un ritmo adaptado a las condiciones del tráfico y de la vía, es decir, cercano a la velocidad máxima genérica si no hay impedimentos. (Nota al margen: Esto, que a veces suscita quejas entre iracundos aspirantes que han sido suspendidos por circular demasiado lentamente, no se recoge en el Reglamento de la Circulación donde se habla de velocidades máximas y mínimas, sino en el Reglamento de Conductores, que es el que regula las pruebas de aptitud necesarias para la obtención del permiso de conducir.)

Seguramente la razón de la limitación a 80 no se entiende desde el puesto de mando situado a la izquierda del vehículo, pero se entiende, y mucho, cuando uno lleva un juego de pedales adicional a sus pies. En prácticas se pide que el alumno vaya adquiriendo buen ritmo para garantizar que su cerebro realiza un correcto aprendizaje de lo visual a velocidades elevadas, lo que le permitirá en el futuro circular a esas velocidades sin que le pase un detalle por alto y calculando correctamente el movimiento de los vehículos que le rodean además de cuantos imprevistos se le puedan presentar. Y en examen, se verifica que ese aprendizaje haya sido el adecuado.

No nacemos observando nuestro entorno a 120 km/h, así que nuestro cerebro debe aprender a ver las cosas a esa velocidad. En mi trabajo veo decenas de ejemplos en forma de alumnos que llegan diciendo “me gusta correr” y argumentándome, por ejemplo, que con el ciclomotor van a tanto o que cuando juegan a tal o cual videojuego obtienen sus mejores resultados cuanto mayor es la velocidad a la que se desarrolla la acción. Bien. Yo les dejo hacer… y al cabo de un rato son ellos mismos quienes moderan la velocidad del coche porque se declaran incapaces de observar su entorno al ritmo que les gustaría. Sencillamente no pueden… hasta que aprenden a hacerlo.

Espejo exterior izquierdo

El porqué de la limitación

Entonces, si ese aprendizaje es necesario, ¿por qué se restringe la velocidad a 80 km/h cuando el conductor ya circula por su cuenta y riesgo? Pues precisamente por eso. En prácticas, el alumno tiene la ilusión de que está conduciendo, pero es sólo una ilusión. En realidad, el conductor es el profesor. Siempre. Lo dice bien claramente la Ley: “En vehículos que circulen en función de aprendizaje de la conducción, es conductor la persona que está a cargo de los mandos adicionales”. Incluso con aquellos alumnos que muestran una perfecta desenvoltura al volante, el conductor es el profesor, y cualquier buen profesional del ramo sabe que no hay que bajar la guardia ni por asomo, de la misma forma que nunca bajaría la guardia mientras vuelve a casa tras haber estado trabajando.

¿Se va aclarando ya el tema? En realidad, los 120 km/h a que circula un coche de autoescuela los hace el profesor mientras el alumno aprende, y ahí está el profesor como elemento de seguridad por si algo falla. Una vez superado el examen, viene lo peor para el recién estrenado conductor: meterse en mil berenjenales sin que nadie le saque las castañas del fuego con una oportuna intervención. Qué menos que darle un margen de seguridad al conductor novel, ese que, ahora sí, ya conduce de verdad. Si le sale un imprevisto, no habrá nadie con un doble mando a su lado, pero al menos la velocidad no se convertirá en fatal aliada de la inexperiencia.

En definitiva, todas estas dudas sobre el tema vienen porque tenemos el país que tenemos, con una formación vial dejada de la mano de dios y cuyo único feedback se materializa en 30 preguntitas que, más o menos bien contestadas, dan por hecho que un futuro conductor tiene claras una serie de cosas que después no siempre las tiene. Ah, y también ocurre porque muchos profesores de supuesta formación vial ni siquiera se molestan en explicar a sus clientes, perdón, alumnos, el motivo de esta limitación.

Equilibrio entre seguridad y fluidez

Todos queremos más

Quizá lo más triste de todo es que los políticos, teóricos garantes del bien común, se hayan escudado en el pretexto de la fluidez, y los conductores que se han sentido aludidos han recordado aquella situación traumática que una vez (o varias) vivieron en carretera y no tardan en afirmar cosas como: “Es verdad, hasta los camiones me pasaban; a mí me pasó uno por el lado y me cagué vivo, así que a partir de entonces piso el acelerador como un loco para no molestar”.

¿Tantos conductores noveles hay entorpeciendo el tráfico? No creo que haya más noveles que camiones por la autopista, ni siquiera que trailers de esos que transitan con plena impunidad por el tercer y hasta por el cuarto carril (a la AP-7 me remito), algo que realmente entorpece la circulación y que está prohibido… pero consentido. Y además, pongamos que a mí me molestan mucho los cuatriciclos ligeros en la carretera. Ah, y los ciclistas también, por supuesto. ¿Qué hacemos con ellos? ¿Les ponemos un cohete bajo el culo para que circulen más rápido y no molesten a los demás?

Por otra parte, ¿qué es eso de que “hasta los camiones me pasaban”? No hay problema en ser adelantado por otro vehículo, y quien no lo tenga claro, más vale que deje el coche quieto hasta que comprenda que la carretera es de todos. Además, legalmente no hay muchas situaciones en las que un camión pueda superar en velocidad a un conductor novel. En autopista, un camión o un trailer pueden ir como mucho a 90 km/h, y un tren de carretera ni eso, a 80, así que si hay adelantamiento salvaje cuando el novel va a 80 km/h el que falla es el conductor del camión, y no el conductor novel.

Pero es que lo mismo sucede cuando el conductor novel decide quitarse la “L” para ir a 120… y entonces resulta que los que le pasan van a mucho más. Es la espiral del ser humano, que desde que nace se dedica a buscar límites cuando gatea, cuando se pone de pie, cuando mete los dedos en un enchufe… hasta que dentro de un coche esos límites los marca no ya Tráfico con sus estúpidos radares, sino la inapelable Física.

De hecho, la velocidad en sí misma no mata, y además contamos con mejores carreteras y vehículos y con más preparados conductores que antaño, así que… Pero, claro, el aumento de velocidad resta capacidad de observación, aumenta la distancia de reacción, por supuesto la distancia de frenado, y además dispara los daños en caso de colisión. ¿Es ese el mejor entorno para que se inicie una persona que apenas cuenta con unas horas de experiencia al volante?

Cualquier conductor de 18 a 25 años me dirá que sí, que él se ve más que capacitado, y no le culpo, ya que está en su perfil psicológico pensar que él puede con todo, aunque luego las estadísticas le quiten la razón de forma mortal. Pero lo más grave de todo no es que esos conductores crean que pueden, sino que los políticos metan leña en ese fuego que se basa en la ley del mínimo esfuerzo y en la avidez por conseguir metas. Muy maquiavélico todo, en el fondo y en la forma.

En Motorpasión | El PSOE pide suprimir el límite de 80 km/h para noveles