Acabamos de inaugurar el horario de otoño-invierno, las temperaturas comienzan a bajar y a nuestro alrededor los colores ocres, amarillos y rojizos nos recuerdan que estamos totalmente instalados en una de las épocas del año que más retos presenta para la conducción. Por ello, vamos a repasar algunas de las claves a tener en cuenta para los días otoñales en los que las nubes y el agua nos pueden dificultar la conducción, especialmente en lo que a la visibilidad se refiere.
Las 3 V
Conducir con niebla: la clave para conducir bajo esta peligrosa circunstancia meteorológica es seguir la llamada regla de las 3V: (Visibilidad, Vehículo delantero y Velocidad). Esta regla quiere decir que si, por ejemplo, sólo alcanzamos a ver hasta 50 metros delante de nosotros, debemos dejar esa misma distancia respecto al coche de delante y, además, no superar la velocidad de 50 kilómetros por hora. Esta sencilla regla es la manera de asegurarnos de que, en caso de emergencia, la distancia de frenado será suficiente para evitar el riesgo de colisión.
¿Sabes utilizar los faros antiniebla?
La niebla dificulta enormemente la visibilidad porque nuestros ojos tienen que ver a través de una infinidad de diminutas gotas de agua. Por eso es tan importante usar las luces antiniebla. Las traseras tienen una mayor intensidad y una menor dispersión, lo que permite que, a pesar de que existan condiciones que dificulten la visibilidad, el resto de los usuarios de la vía nos puedan ver correctamente y adaptar su circulación. Las delanteras, sin embargo, apuntan más bajo y más cerca, para que podamos ver correctamente lo que tenemos justo delante y su haz de luz es más intenso que el de la luz de cruce.
Eso sí, hay que recordar que la luz de los faros antiniebla, cuando no hay ni niebla ni lluvia, es bastante deslumbrante, así que, si los llevamos encendidos estaremos molestando, e incluso poniendo en peligro, a otros conductores. Pueden quedarse sin visibilidad durante unos segundos debido al deslumbramiento producido, con el riesgo para la seguridad que conlleva. Una buena manera de saber que ha llegado el momento de apagarlos es si nos molesta la luz antiniebla trasera que lleva encendida el vehículo que nos precede: si nos resulta incómoda a nosotros, también lo será para el conductor que circula detrás de nosotros.
Recuerda que la luz antiniebla delantera se enciende solo en tres supuestos.
- Primero, que haya niebla, y tanto más cuanto más espesa sea esta.
- Segundo, cuando hay lluvia intensa, está nevando o hay nubes de polvo o humo.
- Tercero, si se circula de noche por una carretera de calzada estrecha, con curvas de poca visibilidad (con la correspondiente señal de curvas peligrosas), se pueden llevar encendidos los faros antiniebla.
Respecto a luz antiniebla trasera:
Los pilotos antiniebla traseros únicamente deben activarse cuando la niebla es muy densa, momento en el que la visibilidad puede verse reducida a una veintena de metros. Al tener estos faros activados, advertiremos a otros vehículos de nuestra presencia. Además, también ayudan a otros coches a intuir el trazado de la carretera.
Luces largas
No se deben encender las luces de largo alcance, las “largas”, con niebla: las gotas de agua suspendidas en el aire que forman este fenómeno harán rebotar el haz de luz, lo que se conoce como efecto espejo, por lo que se verá aún menos con ellas encendidas.
No olvides el limpiaparabrisas
De nada sirve contar con los mejores faros antiniebla si no revisas el estado de tus limpiaparabrisas. Conducir con ellos en mal estado implica, según los expertos, una pérdida de visibilidad de entre un 20 y un 30%. Hay que cambiarlos una vez al año y el otoño, precisamente por ser época de lluvias intensas, es la época más recomendable para hacerlo. Las lunas deben estar limpias, porque así es más difícil que se empañen. Orientar la calefacción hacia los cristales es otra medida para evitar el vaho.