Y no me refiero a estar muy enfadados, sino a ir tirando por nuestro escape una cantidad ingente de porquería que contamine nuestro planeta. Al fin y al cabo conducir implica contaminar pero todo tiene un límite que los frabricantes respetan y por eso cada parte del sistema de escape de nuestros vehículos está pensada al detalle.
Hoy quiero hablar de este sistema a menudo olvidado salvo por aquellos que aspiran a sonar como si fueran Fitipaldi. Nos acordamos del escape cuando oímos zumbar a nuestro lado a un grillo insoportable o cuando alguien circula lanzado una humareda que nos impide ver o respirar. Sin embargo este sistema permite, además del correcto funcionamiento del motor, que las emisiones sean las justas y el ruido el mínimo.
Cada cierto tiempo es recomendable acudir al mecánico y realizar una revisión de los bajos de nuestro vehículo. Esto es importante porque un escape suelto o mal ajustado puede acabar desprendiéndose en marcha y provocar un accidente; o puede no soltarse del todo y acabar realizando palanca de forma que nuestro turismo salga despedido al estilo SuperCoche. Cualquiera de los dos casos es un riesgo muy considerable. Otro riesgo considerable y normalmente inadvertido es el peligro de sufrir un incendio en los bajos del vehículo: y que eso se prenda fuego tan cerquita de combustibles altamente inflamables con nosotros sentados encima… pues no tiene mucha gracia.
Hay que tener especial cuidado si aparcamos sobre rastrojos, papeles o zonas muy secas, porque nuestros tubos funcionan a veces a 900 grados de temperatura y eso puede quemar cualquier cosa.
Dentro del escape hay varias zonas de igual importancia a la hora de revisar, pero una especialmente, por su cometido con el medio ambiente es el punto de mira de cada revisión: el catalizador. Esta pieza es un depurador de gases que contiene metales y otras sustancias que hacen que los gases nocivos reaccionen y salgan expulsados a la atmósfera convertidos en sustancias más limpias. Si esta pieza falla estaremos ahogando a nuestro entorno un poco más de la cuenta. ¿Cuidados básicos? Principalmente evitar golpes en los bajos del coche (sobre todo la bajada de bordillos) y nunca jamás arrancar el coche empujándolo (esto podría ocasionar que combustible sin quemar entrase dentro del catalizador y lo estropeara, siendo además una pieza muy cara).
Siempre que tengamos que efectuar alguna reparación en nuestro tubo de escape deberemos colocar piezas homologadas. No hacerlo así puede traer consecuencias graves como el funcionamiento forzado del motor, una pérdida de potencia e incluso un incumplimiento de las leyes que la Inspección Técnica de Vehículos puede sancionar. Por tanto lo mejor es acudir a un profesional y dejarse aconsejar, sabiendo que a veces lo más caro no es lo mejor.
No es necesario sacrificar el diseño en pro del medio ambiente. Uno puede escoger una cola bonita e instalarla fácilmente por un módico precio. Al final es tan sólo una pieza más del puzzle que no afecta al medio ambiente pero que sí puede ocasionar perjuicios sonoros; así que mejor que escojamos con cabeza.
Finalmente recordar que la circulación de vehículos a motor con escape libre está prohibida; pues tan mala es la contaminación acústica como la atmosférica. Y en ruídos España se lleva la palma últimamente.