Conducir a contramano, ¿cómo puede ocurrir?

Esteban Viso

4 de febrero de 2012

Hace tiempo que me desayuné con una desagradable y triste noticia en la que un hombre perdía la vida en Madrid por un accidente de tráfico. Circulaba a contramano y después de sufrir un primer accidente con escasas consecuencias, fue arrollado por otro vehículo mientras estaba apeado valorando las consecuencias del primer golpe. Me ahorraré los detalles porque para eso ya tenemos la prensa habitualmente, que se empeña en darnos más detalles de los que buenamente podemos necesitar. Lo que me interesa es el triste hecho de que siga habiendo casos de conducción a contramano.

Cada cierto tiempo salta una noticia similar, y en muchos casos leemos o escuchamos cómo el conductor infractor iba ebrio o había consumido sustancias ilegales. Pero muchos otros casos son el resultado de un despiste que resulta en una desgracia. Y si, por si lo estábamos pensando, un reducido número son kamikazes y aún dentro de ellos un mínimo, mínimo número de los casos serían suicidas.

Razones para circular a contramano

Sencillamente no se qué hace a una persona circular a contramano de motu propio. No lo se, y no quiero profundizar demasiado en aspectos éticos porque no quiero herir sensibilidades, pero me quedo de piedra cuando leo casos de verdaderos kamikazes, que en realidad no son más que homicidas sin motivo alguno.

El despiste existe. De hecho puedo contar que he dudado en algún cruce, pero aunque nunca me despisté (porque ante la duda no me arriesgo), sí que pensé “este cruce es un caos”. El despiste puede ser por múltiples causas, pero un aliado inseparable del despiste es el alcohol. Una persona bebida es más tolerante a los errores por despiste y puede acabar circulando a 100 km/h en dirección contraria por la autovía.

Los casos de positivo por alcoholemia y circulación a contramano son muchos, y lo peor es que se suman muchos agravantes de la situación, ya de por sí mala como es circular en sentido contrario: falta de visión periférica, peores reflejos, somnolencia, euforia y exceso de seguridad en si mismo… En fin, el accidente es raro que no se produzca.

¿Y cuando el despiste no es provocado por el alcohol?

Estos casos son poco frecuentes pero cuando suceden no puedo evitar que se me encoja el corazón. El último del que he sabido es el caso de una mujer que tomó una salida de la autovía como entrada a la misma, con lo cual entró por la salida. La consecuencia os la podéis imaginar perfectamente. El caso es, ¿cómo sucedió? En este vídeo se explica parcialmente el tema.

Cruce peligroso
El cruce es el que vemos en la captura que he hecho, donde se ve claramente una señal de Stop con su correspondiente línea de detención, una señal de prohibición de giro a la derecha y, más adelante y pasado el cruce, una señal informativa de las direcciones a tomar continuar. El despiste se produjo de tal manera que se cometieron dos errores principales (y si, ya se que ahora es fácil explicarlo):

  1. Ignorar la señal de prohibición de giro a la derecha
  2. No caer en la cuenta de que la señal que indica direcciones se encuentra pasado el cruce, con lo cual no aplica en el cruce

El tercer error puede ser, probablemente, el hecho de no haberse tomado un tiempo para reflexionar. Es una triste situación, pero hay aún algo más que a mi me ha llamado la atención: la señal de dirección prohibida que se ve frente a la posición del coche en la captura anterior: parece dirigida a nosotros, si es que nos pusiésemos en ese cruce.

Sea como sea, no estoy en posición de juzgar a nadie (ni lo deseo especialmente), pero creo que en un accidente hay muchos factores: factores controlables y factores incontrolables. Entre los controlables están los que dependen de nosotros, como prestar la atención máxima , ante la duda, no seguir. Y los controlables por otros, como es el caso de un cruce que es ambiguo aunque a nosotros no nos lo parezca a primera vista. Lo peor del caso es que siga habiendo este tipo de accidentes, por descontado.

Foto | M. Peinado