¿Con qué inflamos nuestros neumáticos?

Ibanez

18 de enero de 2014

Lo decimos muchas veces porque es vital tenerlo siempre presente por nuestra seguridad al conducir: los neumáticos son el único elemento de nuestro coche en contacto con el suelo, y por eso es tan importante que los neumáticos sean los adecuados para nuestro coche, para el uso que le vamos a dar y para las condiciones meteorológicas, que estén en buen estado y sin daños, que no estén demasiado desgastados y que la presión de inflado sea correcta.
La presión de inflado de los neumáticos disminuye inexorablemente con el tiempo, en ocasiones puede ser que la pérdida de presión sea lenta y otras veces más rápida, pero siempre irán perdiéndola. Desafortunadamente es algo que solemos descuidar, porque no solemos recordar cuándo revisamos la presión por última vez, o porque revisar el aire nos parece una molestia y nos da pereza.

Solemos ir con la presión baja

Que descuidamos la presión de los neumáticos lo hacen patente las diferentes estadísticas que periódicamente suelen hacerse. Las cifras exactas pueden variar un poco de una estadística a otra, pero los resultados suelen mostar que del orden de un 60 a un 80% de los coches que se revisan en campañas tienen los neumáticos con una presión inferior a la adecuada, aunque sea por poco.
El porcentaje de coches con neumáticos con una presión muy inferior a la adecuada, 0,5 bares, es menor, del orden de un 15 a un 20%, pero resulta preocupante. Del orden de un 4 a un 5% llevan una presión excesivamente baja y peligrosa.
Hay que tener presente que conducir con una presión inadecuada afecta a nuestra seguridad y aumenta el consumo de carburante del coche.
El agarre del neumático sobre el asfalto, el comportamiento en curva y la distancia de frenado, tanto sobre suelo seco como sobre suelo mojado, empeoran si la presión no es correcta. Con una presión baja, aunque pueda parecer mentira, hay más riesgo de sufrir un reventón del neumático al circular.
Con un neumático con presión más baja este se deforma más, hay más superficie de contacto con el suelo, y se calienta más, por eso nuestro coche consumirá también más.
El desgaste del neumático es también más acusado, o se produce de manera desigual, lo cual no es nada recomendable, por llevar presiones incorrectas. El neumático nos durará menos. Se ha cuantificado que el kilometraje que nos puede durar el neumático se puede reducir hasta un 30% por llevar habitualmente una presión baja.
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Que no pasen más de 30 días sin revisar la presión

Deberíamos comprobar la presión de los neumáticos de nuestro coche cada 30 días como mucho. La presión debe verificarse con los neumáticos fríos, lo que implica en general haber circulado muy poco, uno o dos kilómetros como mucho. Si no es así habría que esperar por lo menos una hora, o bien hacer un apaño y sumar 0,3 bares a la presión.
En general podemos decir que llevar un par de décimas por encima o por debajo de la presión adecuada no entraña problemas, pero desviaciones mayores sí, y tanto cuanto mayor sea la desviación. Lo aconsejable sería revisar la presión cada 15 días.
Los neumáticos deben de inflarse a la presión recomendanda por el fabricante para el tipo de neumático y el modelo de nuestro coche. La presión de los neumáticos delanteros suele ser diferente de la presión de los neumáticos traseros, no lo olvidemos tampoco.
Para recordarla todos los coches suelen llevar una pegatina en alguna parte con una tabla de presiones para las ruedas delanteras y las traseras, para diferentes circunstancias: normalmente coche vacío, coche cargado y coche cargado y alta velocidad (circulación por autopista). La tabla a veces puede traer los datos para varias medidas de neumáticos o para varios motores diferentes: debemos fijarnos en la que corresponda.
Esta pegatina suele estar en el canto de la puerta del conductor, o en el marco, por el interior de la tapa de la guantera, o en la cara interior de la tapa del depósito de carburante, según el coche.
Lo normal es poder inflar con una o dos décimas más de presión cuando se circula a más velocidad o con más carga, o si se quiere reducir ligeramente el consumo. El inconveniente de esto es que notaremos algo más de dureza de suspensión. Demasiada presión tampoco es bueno, el neumático reduce la superficie de contacto con el suelo, y también empeoramos la seguridad.
Si nuestro coche equipa un sistema de control de presión de los neumáticos tampoco debemos confiarnos, aunque algo ayuda: la recomendación de revisar la presión periódicamente se mantiene igualmente. De manera muy resumida os recordamos que hay básicamente dos tipos de sistemas: los que solo advierten cuando la presión es muy baja, y los que miden en detalle la presión de cada neumático, e incluso la indican en la pantalla de la computadora de abordo.
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Talleres, gasolineras y casa

A la hora de revisar la presión y reinflar los neumáticos hasta la presión adecuada, tenemos tres opciones, el taller, la gasolinera y nuestra casa con un manómetro doméstico.
Taller
Los manómetros de los talleres, ya sean de un taller mecánico general, de un concesionario oficial o no, o de uno específico de neumáticos, suelen ser los más fiables y precisos, y se encuentran en buen estado. Muchos talleres revisan la presión y el estado de los neumáticos sin coste si somos clientes. Es cierto que esta opción no suele ser la más cómoda porque en general nos obliga a desplazarnos más distancia, pero sí es la más recomendable.
Gasolineras
Lo más habitual es que revisemos la presión de los neumáticos con el manómetro y compresor de una gasolinera. Aquí lamentablemente debemos decir que hay que ser prudentes y tener cuidado, ya que el estado de conservación de los equipos suele no ser siempre correcto, entre otras cosas porque se encuentran a la intemperie y porque no todos los conductores son cuidadosos al utilizarlos o al recogerlos cuando terminan, produciéndose daños por ejemplo al pisarlos con las ruedas del coche. Es por esto que los manómetros de las gasolineras no son siempre fiables y precisos.
El mejor consejo es fijarse bien en el manómetro y en la goma y boquilla de la manguera del compresor. Primero debemos comprobar si fuga aire. La boquilla suele ser una de las partes más susceptibles de fallo. Podemos probar el manómetro en vacío, o apretando la salida de aire de la boquilla con el dedo.
Lo segundo que debemos comprobar es si la pantalla de indicación tiene error de cero, sobre todo si es analógico. Si la aguja en vacío no apunta exactamente al cero, deberemos fijarnos en si mide una o dos décimas de más, o una o dos décimas de menos, para tenerlo en cuenta cuando midamos e inflemos los neumáticos, e intentar compensarlo.
En casa
Hay quien opta por comprarse un manómetro doméstico, que también puede ser incluso compresor, para medir la presión e inflar los neumáticos en casa. Los hay de todos los precios, pero en general se mueven entre los 5 y 60 euros (los más baratos son solo manómetros, o sea, solo medidores). Los hay analógicos y lo hay digitales, según sea la pantalla de indicación, y los hay manuales y eléctricos, según sea el compresor de aire.
Hay que decir que los compresores domésticos tampoco son muy fiables, según el modelo. Si queréis compraros uno la recomendación es que investiguéis algún tipo de estudio comparativo con pruebas en laboratorio que verifiquen la calidad, fiabilidad y precisión de varios modelos, y así saber cuál es bueno, y cuál no lo es tanto. Organizaciones de consumidores, clubes de automovilistas y similares suelen hacer alguna de vez en cuando.
En general los manómetros digitales son algo más precisos y fiables que los analógicos. Hay una cosa importante a tener en cuenta que nos puede ayudar a la hora de comprar uno, debemos mirar que haya pasado la verificación metrológica del Estado, una prueba de homologación antes de ponerse a la venta, que comprueba en laboratorio metrológico que el manómetro mide con precisión dentro de los límites. Aunque parezca sorprendente un estudio de la DGT encontró que solo una parte pequeña de los manómetros a la venta en España habían pasado este control.
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Inflar con nitrógeno no nos aportará ventajas

Lo normal, habitual y aconsejable es inflar los neumáticos con aire, así de simple. Aire sin más, comprimido. El aire es una mezcla de gases, fundamentalmente nitrógeno, oxígeno, vapor de agua y otros. En algunos talleres se ofrece la posibilidad de inflar los neumáticos con nitrógeno, o sea, en lugar de aire, exclusivamente un gas en concreto.
Se argumentan ciertas ventajas por inflar los neumáticos con nitrógeno, pero salvo para competición y un nivel de exigencia muy alto, el nitrógeno no nos aporta casi nada en unos neumáticos de calle y no merece la pena pagar por ello. De hecho incluso en competición lo más habitual es utilizar aire deshumidificado, y el nitrógeno se usa muy poco.
No voy a entrar en más detalles porque de este asunto ya os hablamos largo y tendido en tres artículos publicados en el año 2010, redactados por nuestro compañero licenciado en física, entrando a analizar punto por punto sus supuestas ventajas. Aquellos artículos son completamente vigentes a día de hoy, y si tenéis curiosidad os recomiendo su lectura: ¿Vale la pena inflar las ruedas con nitrógeno? (parte 1), (parte 2) y (parte 3).
Imagen | Fsse8info (CC – Flickr)
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