La experiencia en la conducción se nota cuando podemos presumir de buen conductor. Claro, dicho así pues todos dirán que todo puede valer si llevas muchos años al volante, argumentos sobre los kilómetros recorridos como si algunos recorrieran el Rally París-Dakar, situaciones críticas al estilo aventuras de James Bond que suenan como historias de la mili, presumir de poseer todos los puntos en el permiso de conducir… Y, así, un montón de ejemplos que identifican a cualquier conductor pero no al buen conductor.
Me explico, pero, primero quisiera advertir que cualquiera de nosotros puede identificarse con alguna de las conductas al volante que mencionaremos. Como prueba de ello, hay que decir que nadie nace con un volante entre las manos y que, sin ser espectaculares en plan: ‘menos mal que frené a tiempo’, no deja de ser un comentario de una clase sobre prevención vial por tratarse de una de las habituales acciones del conductor del día a día: la anticipación. Un piloto de avión acredita su experiencia con las horas de vuelo realizadas. En cambio, a los aspirantes al permiso de conducir, ¿le exigen algunas horas teóricas y prácticas?
La experiencia en la conducción, ¿sinónimo de seguridad?
Para demostraciones está el cine de acción y para la pericia al volante está la experiencia acumulada en el tiempo y transmitir a los demás la seguridad que requiere la conducción. Os pongo, algunos ejemplos. La charla sobre las buenas prácticas al volante ha quedado como para una clase de ética pero no para soltarla a unos adolescentes que esperan ansiosos utilizar los pedales del coche de prácticas. Nadie les contradice y encima tienen a su tutor o responsable de su lado. Es más, tienen libertad para decidir cuánto tiempo durará su aprendizaje y puede que incluso interrumpan sus clases para continuarlas en otro momento. Superada la prueba teórica, por motivos económicos por ejemplo, deciden esperar y no pasa nada y saben además que con el sistema actual para la obtención del permiso de conducción, todos los plazos valen, menos suspender.
La cartilla del alumno ha pasado de ser la referencia en el proceso de aprendizaje y control de superación a una ficha donde van reflejadas las horas reales de clases prácticas acordadas, y a la carta, entre alumno y profesor. Sin embargo, poco cuenta para acreditar, ante la administración o cualquiera que lo solicite, el resultado de las pruebas realizadas, destreza al volante, aptitudes y comportamiento en circuito cerrado y abierto porque la enseñanza que se imparte en los centros de formación, también denominados auto-escuelas, tienen carácter privado. El alumno, al ser mayor de edad es responsable de sus actos pero de su preparación dependerá su forma de comportarse a los mandos de cualquier vehículo: bicicleta, ciclomotor o motocicleta, turismo…
Una formación privada que tiene que costearse el alumno y que si quiere perfeccionar tendrá que ser previo pago en el centro donde se matricule. Tampoco es de extrañar, ya que se trata de un negocio como otro cualquiera como, por ejemplo, una academia de inglés pero ojo; porque aquí está la gran diferencia: el certificado de inglés, sea de una entidad pública o privada no se compromete con la seguridad de las personas. En cambio, la habilitación para poder conducir expedida por la DGT está sometida a una serie de normas que implican un compromiso con la sociedad.
Algunas de las pruebas que tiene que realizar el alumno
¿Son adecuadas las clases teóricas y prácticas que recibe un aspirante a conductor? Buena pregunta para saber como está el patio sobre la formación vial de nuestro país. Lo cierto y verdad es que para el examen teórico se lo pueden preparar por libre y durante el examen práctico, el alumno tiene que realizar y superar unas pruebas de control de aptitudes y comportamiento en circulación en vías abiertas al tráfico. Entre algunas de ellas y que tiene que superar, ante el examinador, si quiere obtener un resultado favorable, destacamos:
* Comprobaciones previas
* Instalación en el vehículo
* Incorporación a la circulación
* Progresión normal
* Desplazamiento lateral
* Adelantamiento.
* Intersecciones.
* Cambio de sentido.
* Paradas y estacionamientos.
* Obediencia de las señales.
* Utilización de las luces
* Manejo de mandos y accesorios.
Si durante el desarrollo de la prueba, el alumno pone en peligro la integridad física propia o la de los demás conductores o usuarios como, por ejemplo, sufrir un siniestro, realizar una maniobra o actuación evasiva, falta de visibilidad, pérdida de dominio, impacto contra bordillo o contra algún retrovisor exterior, la intervención del profesor puede ser motivo de suspenso. No obstante, durante el inicio de la prueba y previo al comienzo de la misma, el examinador dará unas instrucciones a las que los alumnos tienen que estar muy atentos y, por supuesto, es el momento de preguntar si tenemos alguna duda.
Someterse a todas estas pruebas y superar las mismas no significa que seamos unos buenos conductores pero sí podemos hacernos una idea sobre todas las situaciones que vamos a encontrarnos durante la conducción. Por tanto, para evitar riesgos innecesarios al circular por las vías públicas hay que ponerse a la altura de las circunstancias, conocer los consejos y técnicas de seguridad que nos dieron en su momento. De nada sirve la experiencia si desconocemos la forma de comportarnos correctamente al volante. ¿No les parece?
Foto | Bud_Spencer, saturalava
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