Apenas estamos comenzando nuestro pesado camino hacia la obtención del Permiso de conducción. Como nos hemos informado correctamente, ya hemos abonado la matricula en una autoescuela digna de confianza, donde nos ofrecerán una enseñanza completa, no sólo un refrito de preguntas de exámenes pasados. Con el libro bajo el brazo, acudimos a la primera clase de teórica.
Lo primero es encarar la vuelta al cole con ánimos de aprender, y de trabajar para aprender. El temario puede parecer enorme, pero no lo es tanto. A modo de ejemplo, noté que mi profesor explicaba de media un tema del libro en cada clase (excepto los introductorios, que eran mucho más rápidos, claro). El libro tiene 16 capítulos, con lo que a groso modo corresponde a un curso de quince horas. A la hora de la verdad, se tardará bastante más en dar todo el libro, ya que se dedicarán muchas clases a practicar test de examen, se repetirán algunos temas en función de la necesidad de alumnos que están a puntos de ir al examen, algunos días se dedicarán a actividades extra (como cambiar una rueda), a dudas, etc. Pero el temario en si es de unas quince horas.
Para comparar, cada uno de las asignaturas de las cuales los alumnos de bachillerato se examinan en la selectividad corresponden a cuatro trimestres de unas trece semanas. Contando unas tres clases por semana de cada asignatura, y suponiendo que una de ellas se dedica a hacer problemas y ejercicios; tenemos un material equivalente a más de cien horas de material teórico en cada uno de los siete exámenes de la selectividad. En comparación, la teórica del carnet representa una cantidad de temario bastante manejable.
Pero no todos los futuros conductores vienen directamente desde el instituto o la universidad, estando acostumbrados a estudiar. Algunos estarán en el mundo laboral desde los dieciséis, otros se sacarán el carnet muchos años después de haber acabado de estudiar. No es una dificultad insalvable, la ausencia del hábito puede suplirse simplemente trabajando para adquirirlo. Es una forma rebuscada de decir que esforzándose un poco, cualquiera puede volver a estudiar, sobre todo un temario de moderado calibre.
El principal aliado a la hora de estudiar la teórica es el sentido común. Por que (al contrario que los estudios académicos), no estamos aprendiendo algo que no hayamos visto en nuestra vida. Todos hemos sido pasajeros en coches, autobuses, etc. Todos hemos cruzado calles, y sabemos que deberíamos hacerlo por los lugares indicados, y sabemos entender las indicaciones de un semáforo. Gran parte del tiempo estaremos adquiriendo conocimientos completamente nuevos, sino afianzando y completando los que ya teníamos.
En este sentido, aquellos candidatos al carnet B que ya han conducido algún tipo de vehículos con anterioridad, ya sea con las licencias para ciclomotores o el permiso para motocicletas, tienen cierta ventaja que deben aprovechar para facilitar el proceso. Pero sin confiarse, que pasar de un coche a una moto no es simplemente multiplicar por dos el número de ruedas.
Sin embargo, este también es un arma de doble filo, en el sentido de que nadie nos asegura que los conductores que nos han estado moviendo en nuestra vida peatonal circulen de la forma que uno debe aprender en la teórica. Por lo tanto, recomiendo siempre comparar lo que se observa y lo aprendido con una actitud crítica. De esta forma, seremos conscientes de los fallos que se cometen en la conducción real, y seremos capaces de evitarlos en nuestra vida (y en los exámenes). Aunque no siempre es aconsejable decirle a los demás que conducen fatal, puedo confirmar por experiencia que algunos no se lo toman bien.
Sin embargo, la teórica también tiene, por desgracia, una serie de datos que uno tiene que aprenderse por codos, sin más. Por ejemplo, la tabla de velocidades máximas genéricas, las dimensiones de los vehículos, etc. Aquí si que no hay más remedio, a fuerza de leerla, releerla, y ponerla a prueba en tests, uno acaba aprendiéndose una tabla repleta de cifras.
A menudo es posible encontrar una regularidad que nos permite deducir algunos de los datos a aprenderse a partir de otros. Por ejemplo, las velocidades máximas disminuyen de 10 en 10km/h, con la excepción de 110km/h, que nunca aparece. Así, pues, en autopista, los turismos no deberán superar los 120km/h; los autobuses y vehículos mixtos a 100km/h (nos saltamos el 110); los camiones, furgones, remolques ligeros y vehículos articulados a 90km/h; y por último, los remolques pesados no deberán nunca superar los 80km/h. Con esta regla, uno sólo tiene que recordad la velocidad del vehículo más rápido y el resto de grupos salen solos. Eso sí, no nos libramos de recordad dónde va cada uno.
Este tipo de mnemotecnias son muy importantes, así que recomiendo hacer uso de los más posibles. Aquí es donde un profesor puede ser de más ayuda que no puede ser substituida por un libro. Por su trabajo se sabrá todos estos trucos. Recuerdo con especial cariño la regla mnemotécnica para recordar el significado de las señales que aparecen cuando uno se acerca a un paso a nivel: PACO, que se traduce en Proximidad, Aproximación, Cercanía y ¡Ojo que viene el tren!
Llegamos al punto clave de todo proceso de aprendizaje: la constancia. Si después de la primera semana, no volvemos por la autoescuela, cuando nos demos cuenta y queramos hacer el sprint para ir a examen, habremos olvidado todo lo que habíamos aprendido. El esfuerzo continuado es esencial. Crear una rutina, estudiar cada día un tiempo determinado aumentará las posibilidades de éxito, reduciendo el tiempo necesario. Las prisas que uno tenga por acabar determinará la magnitud del esfuerzo diario necesario. Pero incluso si nos lo tomamos en calma, ir a clase cada día, leer unas páginas del libro y hacer un test no debería comernos demasiado tiempo de nuestra vida, nos permitirá estar listos en un tiempo más que prudencial con buenas posibilidades de éxito.
Es también necesario ser conscientes de que todo aprendizaje es un proceso personal e intransferible. Cada uno debe imponerse el ritmo que mejor le convenga, e ir a examen cuando sienta que está completamente preparado. En este sentido, es necesario que el aspirante al carnet sepa abstraerse de las presiones de su entorno para que se lo saque lo más rápidamente posible. Pienso, por ejemplo, en lo que Sam comentaba en el anterior artículo: su madre quiere que se lo saque lo antes posible «para ayudar». Claro que está bien que ayudes, Sam, pero que eso no te lleve a precipitarte. Debes conseguir que tu madre sea consciente que lo que vas a aprender te va a ser necesario durante toda tu vida, que nunca volverás a tener la oportunidad de adquirir conocimientos que cualquier día pueden salvar vidas (la tuya, la de tus seres amados, o la de cualquier conciudadano que comparta carretera contigo). Si, después un amigo se ríe de ti por que se sacó el carnet en una semana menos… pues peor para él.
Pero, como en toda enseñanza, para que sea efectiva no es suficiente con que todo se quede en el aula. Un cierto grado de dedicación personal es imprescindible. En mi caso, mi estrategia fue dedicar cada día aproximadamente una hora y media en la tranquilidad de mi hogar. Primero, dedicaba esos 90 minutos a leer el libro hasta terminarlo. Después, dedicada ese tiempo a realizar tests de prueba, por Internet. Al hacerlo, consideraba que no era suficiente con ver cuantos aciertos tenía, sino que cada vez que fallaba una pregunta (o si la acertaba dudando, que viene a ser lo mismo a efectos de aprender) me dedicaba a buscar en los libros o en Internet cuál era el motivo de mi fallo. A este efecto, resultó muy útil que la autoescuela me dio acceso a una página web donde cada pregunta lleva la explicación completa. Es un servicio subcontratado, así que es muy posible que la mayoría de la autoescuelas lo ofrezcan.
Para terminar, soy consciente que lo que he explicado es un caso ideal: una persona en que la vida le da el tiempo suficiente para dedicarse a aprender, y que además es capaz de encontrar una autoescuela con la filosofía adecuada. Pero eso no siempre es posible, hay mucha gente que tiene que compatibilizarlo con un trabajo y/o obligaciones familiares. Estas personas deberán confiar, únicamente, en su trabajo personal para aprender. Pero no es excusa para aprender únicamente repitiendo docenas de tests. Existe la posibilidad de comprar un libro en la autoescuela (incluso sin matricularse, si se desea hacer el examen por libre) para aprender la teoría antes de empezar a resolver exámenes. Requerirá más esfuerzo personal, y quizá más tiempo, pero es esencial conseguir un buen nivel de teórica antes de pisar un acelerador.
Al final, no es tan terrible. Una vuelta a la más tierna infancia, ir a clase, estudiar libros y resolver exámenes tipo. No es tan difícil, y aprovechar a fondo esta fase del estudio puede ahorrarte alguna que otra práctica, incluso acabar salvándote la vida en el futuro. Una vez nos sentimos preparados, y sólo cuando el alumno se sienta preparado, llega el primer momento crucial: el examen de teórica.
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