Cómo mata un accidente (5): picos de mortaldad tras sufrir un politraumatismo

Jaume

17 de noviembre de 2013

En la entrada anterior de Cómo mata un accidente vimos la definición clínica del concepto de politraumatismo. Vimos que no era más que la coincidencia de daños graves en diversas regiones del cuerpo. El politraumatismo es, probablemente, el desencadenante de la mayor parte de los desenlaces fatales tras un siniestro de tráfico. No obstante, el fallecimiento no se produce normalmente durante durante la colisión, sino que la mortaldad tras sufrir un politraumatismo se produce en tres escalas de tiempo diferenciadas.

Seguro que habréis oído, incluso en esta propia casa, el concepto de hora de oro, que hace referencia a que los cuidados adecuados durante los primeros instantes tras un accidente son vitales para aumentar las probabilidades de supervivencia. Obviamente, lo que vamos a contar está muy relacionado con la hora de oro. No sólo porque, como veremos, la mayor parte de fallecimientos se producen en los primeros instantes. El cuidado adecuado precoz permite evitar que los daños se agraven, mejorando las posibilidades de supervivencia también a largo plazo.

Fase instantánea

Durante los primeros segundos tras el accidente fallecen aproximadamente el 50% de los pacientes de politraumatismo. Dado que los accidentes, por su naturaleza, normalmente ocurren en carretera muy lejos de las asistencias, estos pacientes jamás llegan a poder ser atendidos. No obstante, este tipo de heridas suelen ser tremendamente graves que, difícilmente, seria posible cualquier intento de reanimación.

Las lesiones que provocan el fenecimiento en esta fase afectan directamente a los órganos vitales más importante: los sistemas circulatorio, respiratorio y nervioso. Si alguno de estos sistemas deja de funcionar, la muerte sobreviene de forma inmediata, o en muy pocos segundos.

Siguiendo un orden descendente, los daños graves al cerebro eran muy comunes en accidentes de moto antes del uso extendido del casco. El aplastamiento craneal impide que el sistema nervioso lleve a cabo sus funciones, entre las que se incluye el control de corazón y pulmones. Aunque el mantenimiento artificial del resto de órganos es posible gracias a la tecnología, si la atención es suficientemente rápida, obviamente cualquier esperanza de recuperar la esencia de la consciencia queda descartada.

La fractura cervical tiene unas consecuencias similares. En vez de dañar directamente el cerebro, la ruptura de las vertebras cervicales interrumpe la comunicación del sistema nervioso central con el resto del cuerpo, impidiendo que lleguen las ordenes de respirar. Este es, por ejemplo, la causa de la muerte del piloto de fórmula uno Gilles Villeneuve en su accidente durante la calificación del Gran Premio de Bélgica, en 1982.

Un poco más abajo está el corazón. Un daño directo sobre él, o la ruptura de alguno de los grandes vasos sanguíneos que lo rodea (como puede ser la arteria aorta), puede producir la desanguinación inmediata, lo que comúnmente llamamos muerte por desangramiento. Esto se puede producir, por ejemplo, si la columna de dirección se clava en el pecho.

Llegados a este punto, uno podría preguntarse por qué necesitamos respirar y que nuestro corazón lata para seguir con vida. Todos sabemos que es así, pero ¿cuál es el motivo microscópico? Esta es una de las preguntas que trataremos de responder en ulteriores entregas de Cómo mata un accidente.

Cómo mata un accidente (5): picos de mortaldad tras sufrir un politraumatismo

Fase precoz

Un 15% de las víctimas de un politraumatismo (es decir, un 30% de los que superan la fase instantánea) fallecen entre minutos y horas después de la colisión. Estos fallecimientos se deben a daños que, si bien no comprometen de forma inmediata las funciones vitales, las dificultan enormemente. Suponen el punto de partida de un proceso de deterioramiento gradual que acaba con la muerte.

En este grupo podemos encontrar versiones algo menos graves de las que vimos en el apartado anterior. Por ejemplo, en vez de aplastamiento craneal podemos encontrarnos con un traumatismo craneo-encefálico que cause un edema cerebral o una hemorragia progresiva en el interior del cerebro.

También podemos encontrar daños directos sobre otros órganos internos, que siendo vitales, su pérdida no representa una muerte inmediata como en el caso del corazón o el cerebro. Por ejemplo, fallos hepáticos (hígado) o renales (riñones).

Dentro de esta frase también hallamos hemorragias internas algo más lentas, por ejemplo producidas en arterias o venas algo más lejanas del corazón. El efecto de estas hemorragias más lentas es el mismo que el de sus hermanas mayores que vimos en el punto anterior, pero obviamente la desanguinación se produce de forma más progresiva.

Por último, podemos encontrar diversas lesiones en la caja torácica. El neumotorax consiste en la presencia de aire en el espacio pleural, entre los pulmones del pecho. En un accidente, puede provenir directamente del exterior del cuerpo, debido a una herida penetrante. Puede dificultar sumamente la respiración, dado que los pulmones tienen que trabajar contra la presión externa de ese gas.

De forma similar, el hemotorax corresponde a la presencia de sangre en el espacio pleural. Su causa puede ser una hemorrágia interna, por ejemplo producida por una costilla rota que se desplaza en el interior del tórax.

A estas alturas, creo que necesitamos alguna imagen bonita.

A estas alturas, creo que necesitamos alguna imagen bonita.

Fallecimiento tardío

Aproximadamente un 20% de los pacientes que sobreviven a las fases iniciales acaba falleciendo días después del accidente. Esto corresponde a un 7% de los pacientes totales de politraumatismos, si las matemáticas no me ha fallan.

Este tipo de fallecimientos suele deberse a complicaciones de las lesiones iniciales, como infecciones graves que el debilitado sistema inmunológico no logra combatir. El mecanismo concreto que da a lugar este tipo de muertes depende en gran medida del patógeno que causa la infección, si bien una causa común es el choque séptico.

La sepsis es una respuesta defensiva del propio intentar paliar la infección, que consiste en una inflamación generalizada de todo el cuerpo. La inflamación de los vasos sanguíneos hace disminuir la presión sanguínea, de forma que ésta no puede satisfacer las necesidades de nutrientes de los órganos internos. Con el tiempo, éstos pueden dejar de funcionar, con los que se produce un fallo multiorgánico.

Por último, y lo más importante, nos queda un 28% de los pacientes que sufren un politraumatismo severo y consiguen sobrevivir. Huelga decir que la mejor forma de ganar la lotería del politraumatismo es no participar en ella. La seguridad vial es siempre la mejor opción.

Con esto, ya hemos repasado los diferentes picos de mortalidad tras sufrir un politraumatismo. En el siguiente artículo, antes de bajar un poco más para situarnos al nivel de las moléculas, reflexionaremos por qué el concepto de politraumatismo resulta tan importante en el cuidado médico de sus pacientes, hasta el punto de requerir el uso de técnicas de salvamento especializadas.

Asesoramiento | Dr. Josep Serra
Más Información | Atención básica y avanzada del politraumatizado
Fotos | Versageek, Maria Azzurra Mugnai, Joel

Cómo mata un accidente(0): Introducción
(1): fractura por impacto, fuerzas
(2): mecánica de la fractura
(3): desplazamiento de los órganos internos
(4): clasificación del politraumatismo en carretera
(5): picos de mortaldad tras sufrir un politraumatismo
(6): la importancia del politraumatismo
(7): introducción a los procesos metabólicos
(8): ¿Por qué necesitamos la respiración celular?
(9): Shock circulatorio
(y 10): conclusión