Cómo circular por una glorieta o rotonda (3)

Josep Camós

31 de mayo de 2010

Anteriormente: Cómo circular por una glorieta o rotonda (2)

Invariablemente, cuando hablamos de rotondas o glorietas (que tanto me da el nombre) tendemos a pensar en las infraestructuras que conocemos de cerca, aquellas rotondas por las que circulamos cada día y en las que hemos ido elaborando una serie de intuitivas reglas personales para sobrevivir al problema de no haber recibido jamás demasiadas indicaciones sobre cómo abordarlas en general.

Esa técnica, lógica si tenemos en cuenta cómo funciona la mente, tiene una pega, y que sin querer podemos llegar a contrarrestar una de las mayores ventajas que aportan las rotondas: su universalidad de uso.

Rotonda y corte de trayectoria

De lo general a lo particular

En realidad, si tenemos claro el caso general podremos aplicarlo a cualquier glorieta en particular, cuando lo que suele ocurrir es lo contrario. Siempre que he hablado sobre rotondas, he tenido al menos un interlocutor que me explica aquello de: “pues tendrías que ver una rotonda por la que paso yo que tiene tal o cual dificultad”.

Y entonces yo me acuerdo de cuando, bastante antes de ser profesor de formación vial, me dedicaba a recopilar procedimientos en una empresa para mejorar su gestión administrativa. Era inevitable que todo el mundo me viniera diciendo que aquella empresa tenía especificidades nunca vistas en otras empresas. ¡Justo lo mismo que me habían dicho en la empresa anterior! ¡Y algo muy parecido a lo que pensaba yo mismo de otra empresa en la que había trabajado unos años antes! Todo era tan diferente… que al final era una misma cosa.

Y es que, afortunadamente, todo se puede analizar yendo de lo general a lo particular. ¡Claro que hay casos particulares! Pero con una buena técnica se pueden abordar, como también abordamos los casos que nos parecen más triviales. Entre otras cosas porque, volviendo a las rotondas, no hay rotonda trivial en la que no se produzcan colisiones, ni rotonda complicadísima en la que no haya multitudes de conductores que pasan cada día por allí sin problema alguno. Es la virtud de saber diferenciar entre la norma general y la excepción para no hacer de la excepción una norma. De lo contrario, estaríamos condenados a circular por terreno conocido… hasta que nos lo cambiasen, claro; y entonces tendríamos que quedarnos en casa.

Por poner un ejemplo de esto que digo, siempre está el clásico que te dice que él accede a una rotonda por el carril izquierdo porque en la glorieta convergen dos vías independientes y no sabe cómo montárselo para abandonar la rotonda por la primera salida sin chocar con los que acceden a la rotonda por el carril derecho, olvidando que la rotonda es circular, lo que a buen seguro le permitirá dar una vuelta completa a la infraestructura para colocarse en el carril exterior de la forma adecuada.

Rotonda

El diseño de las glorietas

Por supuesto, el diseño de las glorietas o rotondas tiene mucho que ver en todo esto pero, aunque ahora tocaré algunos puntos sensibles sobre este particular, la intención de estos textos no es otra que ofrecer soluciones al conductor con independencia de que unos u otros diseños nos parezcan o no adecuados. Y es que podemos reclamar ante la Administración por el diseño de tal o cual rotonda que seguramente merece un replanteamiento, pero mientras tanto… tendremos que saber circular por ella.

De todas formas, consultando algunos documentos técnicos sobre la materia encuentro cuatro afirmaciones generales que no me resisto a resumir y comentar, porque de esos puntos parte el problema general que tenemos en España con las glorietas:

Uno. La universalidad de uso de las rotondas permite que cualquier conductor que haya aprendido a circular por una glorieta puede extrapolar su experiencia al resto de las glorietas, lo que confiere a esta infraestructura su característica más definitoria: bien empleada, aporta seguridad y fluidez. Pero para que eso ocurra, hay que enseñar a los conductores a abordarlas, algo que en este país no ha sucedido en serio hasta la fecha.

Dos. Las glorietas son las infraestructuras que mejor se adaptan a las intersecciones de más de cuatro brazos, simplificando enormemente la circulación en estos entornos. De hecho, un encuentro de vías extremadamente complicado como el que muestra el dibujo de arriba no sería posible sin una rotonda, a no ser que se emplease un juego semafórico especialmente complejo que no daría a los vehículos la fluidez necesaria.

Tres. Resultan idóneas en aquellas intersecciones en las que una parte importante de los movimientos de los vehículos son hacia la izquierda. Leído a la inversa, tenemos que esas colecciones de rotondas emplazadas en mitad de avenidas en las que la mayor parte de los vehículos esquivan la glorieta para continuar de frente son un contrasentido, ya que ni siquiera cumplen con la función de ralentizar el tráfico. Hecha la ley, hecha la trampa: a mayor profusión de rotondas en las que el tráfico sigue de frente, menor disminución de la velocidad y mayores riesgos para aquel que pretenda seguir una dirección que no sea la mayoritaria.

Cuatro. Son muy útiles en vías interurbanas de un carril por sentido, siendo por contra desaconsejable su uso en carreteras de dos carriles por sentido. Y es que al problema clásico del hachazo se le suma el uso mayoritario del carril exterior, lo que reduce la capacidad de la glorieta entre un 30% al 50% y lo que causa dificultades para agilizar la colocación del vehículo en el carril exterior, lo que a fin de cuentas redunda en la práctica del hachazo.

rotondas

España y sus glorietas… y la esperanza

Como podemos ver, vivimos en país en el que las principales recomendaciones pasan inadvertidas cuando se trata de decidir emplazar una rotonda. Carreteras en las se emplazan glorietas como quien pone trampas para cazar guepardos y avenidas donde lo raro es encontrar un tramo rectilíneo entre tantas rotondas son el verdadero cáncer para la el buen uso de estas infraestructuras viarias. Y ahí, como todo en materia de tráfico, la responsabilidad es compartida entre todos.

Puestos a buscar espejos en los que mirarse, hay países como Holanda que han dejado atrás las glorietas de toda la vida y se han puesto las pilas con las turborrotondas o, lo que es lo mismo, la rotonda con la distribución del tráfico por carriles de acuerdo con el destino que cada cual prentenda tomar, lo que no deja de ser lo que explico en este monográfico, pero hecho infraestructura.

Una vez me preguntaron si creía que las turborrotondas serían una solución. Y mi respuesta fue la misma que lo que ocurre con las rotondas: si se emplean bien, serán seguramente la mejor de las soluciones. Si se emplazan donde no tienen mayor sentido o si no se lleva a cabo una campaña de formación como no se hizo jamás con las glorietas, serán un fracaso estrepitoso como lo son, en no pocas ocasiones, nuestras queridas rotondas.

Y para acabar, en una última entrega, o mejor dicho, anexo, daremos un repaso a esas leyendas urbanas e interurbanas que rodean a las rotondas, como el uso de los intermitentes, el uso del carril exterior sólo si voy a salir por la primera salida o el milagro por el cual el que te pega el hachazo se cree en posesión de la verdad. Apasionante.

En Circula Seguro | Cómo circular por una glorieta o rotonda (0, 1, 2, 3, Anexo)