El verano es lógicamente, la época del año en la que más viajes por carretera se realizan. El buen tiempo ayuda pero esto no quiere decir que estemos exentos de la mala climatología. Y dadas las características tan particulares de nuestro país, esto nos puede ocurrir en cualquier lugar. Son la que denominamos tormenta de verano y ante las cuales debemos saber tomar ciertas precauciones.
Todos las hemos sufrido alguna vez por lo que no hay que alarmarse lo más mínimo. Lo que más nos puede sorprender es el cambio repentino de climatología, sobre todo si nos desplazamos en dirección a la tormenta ya que nuestro movimiento acrecentará aun más esta sensación.
Las primeras gotas de las tormentas de verano y el asfalto deslizante
El momento más peligroso se produce con la caída de las primeras gotas de lluvia sobre el asfalto y sobre nuestro vehículo. En el primer caso, la mezcla de agua y polvo en la carretera (si hace muchos días que no llueve la vía se encontrará sucia), produce que la adherencia que nos encontremos bajo nuestras ruedas sea menor de la que esperamos.
Pasarán bastantes minutos hasta que la carretera se limpie y dispongamos de la adherencia normal en mojado. Es por ello que en este intervalo de tiempo tendremos que extremar las precauciones y así evitar una situación de riesgo. Reducir nuestra velocidad, evitar acelerar y frenar bruscamente. Es decir, como si condujésemos en nieve o hielo.
En el segundo caso, el agua sobre nuestro vehículo, puede ser especialmente peligroso si nuestros limpiaparabrisas se encuentran en mal estado o bien con suciedad. Al igual que ocurre en la vía, se nos puede formar una capa de barro en los primeros barridos que disminuyan nuestra visión. Por ello es recomendable limpiarlos de vez en cuando o al menos, separarlos y soplar el polvo que se deposita entre ellos y el cristal.
No está de más hacer un ejercicio de memoria. ¿Cómo llevas los neumáticos en el vehículo? ¿Es el dibujo correcto? Es muy común que en verano se estiren las gomas más de lo recomendable y con ello, los peligros de sufrir aquaplaning aumentan gravemente.
Y el cielo se abrió sobre nuestras cabezas
Esta es la tormenta de verano que ninguno de nosotros queremos que nos pille. O al menos, no fuera de un lugar cubierto. Puede ser en forma de gotas gordas como abejorros o incluso granizo como canicas.
En cualquiera de los dos casos lo más recomendable es aminorar la marcha, sobre todo si circulamos en autopista ya que la visión será muy reducida y si podemos detenernos en algún lugar seguro, optar por esta opción. Lo bueno de las tormentas de verano es que duran poco y en seguida el peligro pasa. Y es mejor que pase por encima de nosotros que empezar a pensar si la nube y tú lleváis el mismo destino.
Recuerdo que he sufrido dos tormentas graves. Una de ellas, por autopista, el copiloto sabiamente puso su mano en medio del parabrisas para crear otro punto de apoyo y evitar, mientras deceleraba, que uno o varios granizos pudiesen quebrar la luna. En otra ocasión fue en carretera convencional y en el primer camino lateral que encontré, me lancé debajo de un árbol para que me protegiese. Y no, no era una tormenta eléctrica. En ese caso, lo mejor es alejarse de los arboles ya que en nuestro coche estaremos a salvo de los fenómenos eléctricos.
Fotos | sgt fun, efilpera