El paso de la borrasca Filomena y la posterior congelación peninsular han dejado imágenes que permanecerán años grabadas en nuestras retinas. Una de las más potentes ha llegado tras la nevada y con las posteriores heladas: miles de coches que duermen en la calle atrapados allí donde aparcaron. ¿Cómo sufre un vehículo durante un episodio de frío así?
Ola de frío histórica
Los registros históricos se han producido, tanto por la nieve acumulada en buena parte del país, como por el posterior desplome de las temperaturas. En los puntos más gélidos de la península el mercurio ha descendido por debajo de los -30º C.
Las heladas han dificultado de forma especial el escape de aquellos vehículos atrapados, aún en el linde de nuestros domicilios, debido la conversión de la nieve en hielo. Una vez liberado, se ae de tener en cuenta que la nieve y el hielo seguirán con nosotros y afectarán a nuestra conducción. Ante esta situación, las cadenas o los neumáticos de invierno se tornan imprescindibles.
Aunque son las más urgentes, estas circunstancias no son las únicas que pueden variar el comportamiento de un vehículo, sobre todo si consideramos un plazo de tiempo más extendido. Es decir, ¿cómo afecta el frío si un coche duerme en la calle?
Consejos si nuestro coche duerme en la calle
Una gran parte del parque automovilístico del país no pasa la noche refugiado bajo el techo de un garaje, sino que lo hace a la intemperie. La tecnología superior de los vehículos actuales hace que su mecánica interna sobreviva a esas horas de oscuridad y soledad.
Ahora bien, esto no significa que existan una serie de elementos que sufren las inclemencias del tiempo y, especialmente, de las bajas temperaturas (no en vano, las compañías aseguradoras suelen plantear esta cuestión a la hora de contratar una póliza).
Si el termómetro desciende, los primeros en notarlo serán los fluidos que circulan por el interior del vehículo. El líquido de frenos, del limpiaparabrisas, lubricantes y el refrigerante pueden verse implicados en una reducción del rendimiento. Este último juega un papel fundamental porque logra rebajar la congelación, permitiendo el trabajo a bajas temperaturas. Es recomendable durante este tipo de heladas comprobar el color y el nivel del líquido anti-congelante.
Ante una bajada de las temperaturas extremas, existe otro líquido que nos podría preocupar: el combustible diésel. Este tiene un punto de congelación mucho más cálido que el de la gasolina. Aunque es complicado que esto llegue a suceder, lo que sí puede darse es un ocasional espesamiento. El fenómeno puede derivar en obstrucciones en las canalizaciones internas que afectarán al comportamiento de la motorización, sobre todo si el vehículo ha pasado un largo periodo de tiempo detenido y expuesto a bajas temperaturas.
La descarga de la batería: el temido clásico «de terror» invernal
Mucho hemos escrito del frío y las baterías de los vehículos. La química de las mismas se ve influenciada por la temperatura. Por eso, es uno de los puntos que revisar si el vehículo ha estado detenido durante largo tiempo. El fenómeno más común puede ser que se haya descargado o, incluso, deteriorado lo suficiente como para sustituirla.
Si un coche duerme en la calle a bajas temperaturas, la vida útil de su batería puede acortarse. En su longevidad inciden otros factores como el número de arranques, el tipo de conducción y el propio fabricante. Esto provoca que sea más recomendable montar una batería de más calidad con una química que aguante mejor el frío y puede alcanzar una vida útil que se mueve en torno a los 4 o 5 años.
Para otro tipo de baterías, las de iones de litio de los coches eléctricos, se debe prestar especial atención al frío intenso. Como ocurre con las anteriores, su rendimiento desciende de forma proporcional a cómo lo haga el termómetro. De ahí que la autonomía invernal de un coche eléctrico se reduzca y, a largo plazo, también su vida útil.
Los fabricantes de coches eléctricos las protegen con sistemas de refrigeración. Aún así, el frío termina por suponer un impacto para las mismas. De hecho, el cuidado de estas puede llegar a través del uso habitual y la recarga. La carga en frío extremo constituye un tema complicado.
Aunque eleva la temperatura, puede resultar perjudicial debido al «sobresfuerzo energético» exigido a su química, por lo que se aconseja no realizar la carga durante las horas más gélidas de la noche (algo complejo si se tiene contratado una nocturna para coche eléctrico).
Controlar la presión de los neumáticos
En invierno y con frío intenso, queremos estar pendiente de nuestros neumáticos. Ya no se tratará solo de las mejores prestaciones que nos puede proporcionar un neumático de invierno. Si nuestro coche duerme en la calle y pasa jornadas consecutivas soportando bajas temperaturas, la presión del neumático se verá alterada.
Lo ideal sería comprobar la presión en intervalos más cortos de tiempo. Si este valor tiende a reducirse de forma general con el paso del tiempo, las temperaturas bajas aceleran aún más el descenso. Tras un mes a la intemperie, podemos encontrarnos con una presión más baja de lo que aconsejable.
Arrancando en frío
Otro punto importante relacionado con aquellos vehículos que sopesan bajas temperaturas tiene que ver con su arranque en frío. La temperatura influye en la respuesta inmediata de un motor aletargado tras una noche gélida.
Se ha de cuidar de no exigir al motor más de lo que nos puede dar en estas condiciones de frío. De este modo, mantendremos en forma la salud del propulsor. Resulta recomendable no abusar a la hora de acelerar. Es decir, hacerlo e manera suave y progresiva.
En la arrancada, también es beneficioso pisar el pedal de embrague, para salvar el primer momento esta mecánica. A la vez, permanecer con el motor encendido y el vehículo inmovilizado no ayuda en exceso a su mejor funcionamiento. En una mecánica de gasolina, podremos iniciar la marcha en el instante posterior a la arrancada. En una diésel, por su parte, lo adecuado sería esperar algunos segundos más (20 segundos resultan suficientes) para dar tiempo a que el sistema se lubrifique.
Cuidado con las gomas de los limpiaparabrisas
Es típico ver cómo muchos conductores optan por levantar los limpiaparabrisas durante las noches de invierno. Esto es para prevenir que la goma que equipan se adhiera al cristal y termine por fracturarse. Es el mismo motivo por lo que no conviene accionar su mecanismo tras la arrancada para limpiar la escarcha que yazca sobre las lunas en invierno.
Junto a los factores que os hemos comentado, existen otros detalles relevantes como la limpieza. Si hemos mencionado ya que la pintura de un coche sufre en verano, en invierno el desgaste puede ser aún mayor. La humedad o el agua aceleran el proceso de corrosión de la superficie del coche. Aunque la mayor enemiga de la chapa y la pintura es, sin duda, la sal. Aunque resulta fundamental desde la perspectiva de la seguridad, ataca al semblante del coche más que ningún otro factor.
Estas recomendaciones nos ayudarán a mantener en mejor forma los diferentes elementos a los que afecta el frío. Ante la sucesión de heladas con temperaturas de récord, resulta más que recomendable repasarlos, especialmente si el coche duerme en la calle.
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