Circular por un paso estrecho y no dejarse las orejas en el intento

Jaume

8 de septiembre de 2013

En un mundo ideal jamás nos veríamos obligados a circular por un paso estrecho. En un mundo ideal, los vehículos circularían por lugares específicamente diseñados para ellos, y ese diseño tendría en cuenta el espacio que necesitamos para pasar de forma segura.

Muy a mi pesar, con los años me he vuelto en un pequeño experto en qué diablos hacer cuando toca atravesar un paso estrecho. Sin ir mas lejos, mi calle tendrá unos 250m de longitud, pero la nula planificación urbanística ha hecho que ese reducido espacio hay hasta tres pasos estrechos. Y, sin embargo, es una calle de doble sentido donde a menudo pasan camiones que abastecen a los diferentes negocios que se alojan en los edificios vecinos.


Circular por un paso estrecho

Lo que deberíamos hacer

Cuando nos sacamos el carnet aprendemos complicadas listas de preferencia entre diversos tipos de vehículos. Mi intención no es reproducir la normativa que nos dice cómo circular por un paso estrecho, para eso ya están los libros. Mi intención es dar la receta práctica que suelo aplicar en estos casos, y que en el 99% de las ocasiones permite hacer lo que dice la ley.

Informalmente, un paso estrecho no es más que un tramo de la vía pública por donde no es sencillo que pasen en paralelo los carriles que confluyen en ese lugar. Es decir, una reducción repentina del ancho disponible en la calzada para el paso de vehículos, que hace que no sea fácil (léase seguro) que los usuarios de los diferentes carriles de la misma pasen al mismo tiempo.

Fijaos que he dicho que el paso no es sencillo, que no es lo mismo que decir que no es posible. Por ejemplo, yo paso de vez en cuando por un puente más estrecho que la carretera que accede a él. El ancho es físicamente suficiente para que pasen dos coches. No obstante, no de forma holgada, queda un margen de unos 40cm, a repartirentre los tres huecos libres: a los laterales de cada coche y entre ellos. Por ese motivo, aunque es físicamente un paso practicable, es aconsejable que activemos el protocolo adecuado para circular por un paso estrecho.

El protocolo, de hecho, es similar al que tenemos para otras situaciones delicadas en la circulación: observar, decidir y franquear.

Circular por un paso estrecho

Observar, ojo avizor

Observar significa hacer uso de los sofisticados sensores de luz que la evolución darwiniana ha puesto a cada lado de nuestra nariz para obtener una buena imagen mental del estado real del mundo que nos rodea en ese preciso instante. O, como diría mi madre: «mira con esos ojitos verdes, niño». Sean del color que sean, tenemos que utilizar los ojos para fijarnos esencialmente en tres factores.

En primer lugar, tenemos que utilizar la información visual para identificar que estamos a punto de circular por un paso estrecho. Obvio, sí. Pero si no identificamos la estrechez en la calzada, difícilmente vamos a poder actuar en consecuencia.

En segundo lugar, se trata de averiguar cómo está regulada la prioridad en ese tramo estrecho. Habrá tres casos: regulación mediante señales, según las características físicas del estrechamiento o mediante la ley de tonto el último.

Si se trata de un estrechamiento permanente, y el responsable de turno ha hecho su trabajo, nos encontraremos con una de las dos señales de la imagen anterior. La señal circular (también llamada R-5) nos quita prioridad respecto del sentido contrario; la cuadrada (R-6) nos concede la gracia de pasar antes que nadie.

Sin señales, hay algunas características del estrechamiento que pueden otorgar la prioridad a uno de los carriles. Por ejemplo, si se trata de un estrechamiento circunstancial por causa de algún obstáculo en la carretera (como un gracioso aparcado en doble fila), entonces el carril obstruido pierde toda prioridad, ya que sus usuarios se ven obligado a invadir temporalmente otros carriles. Otro ejemplo son los estrechamientos en pendientes pronunciadas, donde el que sube tiene prioridad ya que le sería algo más difícil reanudar la marcha.

Lo tercero que debemos observar es el estado del tráfico. Ese es un dato fundamental que necesitaremos en la fase de decisión. Debemos fijarnos tanto en la cantidad y ubicación del resto de vehículos, así como sus características. Porque no actuaremos igual si lo que nos viene de cara es un pequeño ciclomotor, que si se nos echa encima uno de los enormes camiones que llevan patatas fritas al supermercado de la esquina.

Esto sí es un paso estrecho...

Esto sí es un paso estrecho…

Decidir, usa el cerebro

A la hora de decidir, creo que es vital entender el Primer Principio Universal de la Circulación: los otros vehículos no están allí para molestarnos. Ellos sólo quieren pasar por allí de la forma más segura y rápida posible. Igual que nosotros. En este sentido, se trata de colaborar como amigos, en vez de intentar imponernos sobre los demás.

Una vez entendido el principio básico, se trata de usar la información que hemos recabado del entorno para decidir si podemos pasar o si no. El primer paso es discurrir si podemos pasar sin que nos moleste ningún otro vehículo (o, dicho de otra forma, sin que nosotros molestemos a ningún otro vehículo). Si es el caso, si tenemos vía libre, entonces podemos avanzar sin pensar en prioridades.

Éste será el caso si no ha ningún vehículo más intentando acceder al paso estrecho, o bien si es tan pequeño que ambos cabemos a la vez. Por ejemplo, si el otro vehículo es una moto, o si (como en el puente que comenté antes), el espacio es un poquito mayor del mínimo necesario. También será el caso si hay otro vehículo, pero está suficientemente lejos de la entrada como para que nosotros podamos atravesarlo antes de que llegue.

Cuando detectemos un potencial conflicto con otro usuario, entonces sí que debemos recurrir a las normas de prioridad. Si hemos visto que la prioridad está clara (ya sea por señales o por características obvias del paso estrecho), pues actuaremos en consecuencia según nos toque.

Llegados a este punto, es importante destacar una excepción a lógica que se suele aplicar a las prioridades. Según una aplicación excesivamente estricta de la prioridad, si un vehículo ya dentro de la zona estrecha se encuentra a otro que goza de prioridad sobre él, entonces debería dar marcha atrás para permitirle pasar. A la práctica, es aconsejable que el usuario con prioridad decida declinar al derecho de pernada sobre el paso estrecho. Es lo más aconsejable, tanto por cortesía como por practicidad (seguro que tarda menos tiempo en acabar de pasar que en dar marcha atrás).

Por último, en el caso en que no haya una prioridad demasiado clara, se trata de colaborar con el resto de vehículos. Aplicar el sentido común. Normalmente habrá uno de los vehículos que, por características propias o de la vía, lo tendrá más fácil para apartarse. Si nos encontramos de cara con un camión que arrastra un remolque, y nosotros llevamos un turismo, seguramente lo tendremos bastante más fácil nosotros para maniobrar y apartarnos. O si el otro está cerca de un vado, quizá lo tendrá más fácil para retirarse en él por unos segundos.

Circular por un paso estrecho

Franquear, ¡a toda vela!

El último paso a la hora de circular por un paso estrecho es… circular por un paso estrecho. A menudo se trata de pasar de la forma más ágil que sea posible, de forma que el paso quede libre lo antes posible.

En otros casos, por ejemplo si hemos decidido pasar a la vez que otros vehículos, se trata de maximizar la seguridad de la maniobra. Eso suele significar reducir la velocidad y pasar sin acelerar, con el pie preparado sobrevolando el pedal del freno. No es que los coches ocupen menos espacio cuando van lentos, pero la lentitud nos dará tiempo extra para reevaluar la situación por si es necesario replantear la maniobra.

Además, si al final algo sale mal, la velocidad reducida siempre hace que las consecuencias sean menores.

No quiero terminar sin compartir con vosotros la mayor revelación que he tenido en más cinco atravesando los tres pasos estrechos de mi calle. Al final, lo más importante es la paciencia. No se trata de entrar en un estado zen, sino de tener en cuenta de que todos los que tratamos de circular por un paso estrecho a la vez estamos igual de fastidiados. A nadie le gusta tener que hacer maniobras, ni esperar a que sean otros lo que pasen.

Porque, aunque sepa que 200m más allá está mi casa, y dentro de ella el sofá donde tantas ganas tengo de estirarme, seguro que perderé más tiempo si tengo que rellenar un parte. En definitiva, trabajemos juntos para lograr el fin común; los otros conductores no son rivales hasta que se visten con la camiseta de otro equipo.

Fotos | John Verive, adrimcm, Roberto Lumbreras, Wrote