Hasta hace unos días tenía claro que la distracción al volante es una de las causas mediata o inmediata que da lugar a la producción de siniestros viales atribuibles no sólo a conductores sino también a peatones. Puede, incluso, que exista un número proporcional de distracciones por parte de peatones y conductores en relación al tipo de vía que se utilice. Otra variable sería el resultado o la gravedad de las consecuencias, quizás, más dependiente de la velocidad que de otros factores pero no quiero distraer demasiado vuestra atención.
Como adelanto, habría que aclarar que existe una causa ligada a la distracción entendida como aquella que nos hace mirar para otro lado por algún motivo externo: mirar un cartel de publicidad, un incidente a nuestro paso…, para diferenciarse de la desatención propia, como, la motivada por algún pensamiento interno: problemas laborales, familiares, sueño, etcétera. Pues bien, hoy, ampliaré con ejemplos ese mal catálogo de distracciones y desatenciones que, a veces y sin darnos cuenta, restan atención a la conducción con el consiguiente riesgo.
A la distracción y desatención a los mandos de cualquier vehículo habría que añadir la combinación de ambas, es decir, dejar la mirada hacia lo que tenemos delante por algún elemento que nos distrae con el añadido de olvidarse, por unos instantes, de la tarea de la conducción. Así de simple pero que caemos en ese error, en alguna que otra ocasión, a los mandos del vehículo cuando, por ejemplo, programamos la radio, miramos el texto del navegador, regulamos la temperatura interior, depositamos la ceniza del cigarro, intentamos coger algo de la guantera o de los asientos… Y así, un montón de acciones que nos harían restar tiempo ante cualquier situación que requiera una maniobra de respuesta rápida.
No conviertas una ayuda en una distracción
Un ejemplo muy claro podemos verlo en éste vídeo. Mirar un mapa cuando vamos de viaje. Una acción durante la conducción más propia del acompañante que del propio conductor pero que por querer llevar los mandos del vehículo a toda costa o por no haber planificado previamente el viaje, por creer que vamos a ganar tiempo, nos lleva a acaparar más de lo que podemos y ocurre lo que no queremos que pase:
Colocarse o cambiar las gafas utilizando las dos manos, buscar el teléfono móvil cuando suena, intentar echar un insecto del vehículo, maquillarse o mirarse continuamente por el retrovisor interior como si fuese un espejo…, aunque sean sólo unos segundos los que apartes la vista hacia el frente, mientras conduces, pueden ser suficientes para no ver al ciclista que adelanta a otro ciclista, al peatón que cruza de pronto para coger el autobús, o no anticiparte con tiempo a maniobrar con seguridad ante la cola de una retención de vehículos motivada por imperativos del tráfico como puede verse en los primeros segundos de éste otro vídeo:
Cómo anticiparte a los imprevistos
Si, además, circulamos por un tramo desconocido, cualquier elemento o referencia del exterior nos distraerá aún más por el hecho de asegurar o contrastar el itinerario que llevamos y ser el primero en divisar el destino, al estilo de Juan Rodríguez Bermejo con su frase ‘tierra a la vista’ desde su puesto de vigía en la Pinta aquella madrugada del 12 de octubre de 1.492.
Exageraciones aparte, (pero que situaciones similares he experimentado), cuando se trata de poner a salvo nuestro pellejo, cualquier otra forma de perder la atención que requiere la conducción tenemos que ser conscientes de que no sólo ponemos en peligro nuestra propia vida sino también la de los demás. Por eso, no me cansaré de repetir el artículo 18 del actual Reglamento General de Circulación cuando habla sobre las obligaciones del conductor:
El conductor de un vehículo está obligado a mantener su propia libertad de movimientos, el campo necesario de visión y la atención permanente a la conducción, que garanticen su propia seguridad, la del resto de los ocupantes del vehículo y la de los demás usuarios de la vía. A estos efectos, deberá cuidar especialmente de mantener la posición adecuada y que la mantengan el resto de los pasajeros, y la adecuada colocación de los objetos o animales transportados para que no haya interferencia entre el conductor y cualquiera de ellos…
Al hilo de lo que estamos hablando, el otro día, cuando circulaba detrás de otro vehículo su conductor o conductora en plena recta de una autovía aminoró de forma brusca su velocidad para, (pienso yo), decidir abandonar o no la misma carretera por el carril de salida. Mi sorpresa fue que se pasó de largo el carril de salida y cuando le adelanté pude observar que la persona que conducía iba como alterada o discutiendo con su acompañante. De no ir atento, con toda seguridad, le hubiese alcanzado. Sólo de pensar en las consecuencias, me sigo preguntando, ¿quién tendría la responsabilidad en el caso de producirse la colisión?
En definitiva, durante la conducción hay que ir atento para poder anticiparse a cualquier imprevisto que pueda surgir. Para ello, se requiere además de experiencia una serie de consejos como, guardar la distancia de seguridad y moderar la velocidad en las intersecciones.
Foto | OndasDeRuido
Vídeo | DGT, telemadrid