Ciclistas: cuando ellos pedalean

Aitor Álvarez

17 de junio de 2008

El mes pasado hablábamos de los ciclistas y enfocábamos el tema como si fuéramos sobre el sillín dando trabajo a los bujes de las ruedas. Hace una semana veíamos como se manifestaban desnudos para expresar su sentir en medio del tráfico. Ahora, toca retomar el tema que contábamos en Mayo, pero viéndolo desde otra perspectiva: cuando son ellos los que pedalean y no nosotros.

La forma más sencilla de explicar qué hacer cuando uno se cruza con un ciclista es utilizar el refrán: el pez grande se come al chico. Entre la armadura metálica del coche nosotros somos el pez grande, sólo que aquí no nos los comemos, aquí si fallamos… los dañamos hasta el punto de poderlos matar. Por tanto, educación y prevención ante todo.

Después, hay una serie de comportamientos muy básicos y muy lógicos, a menudo obviados por causa de las prisas o el sentimiento de supremacía al sabernos más fuertes que ellos. Pero con un poco de cabeza y siguiendo estos consejos, no tendría que haber ningún problema. Además, los ciclistas nos quedarán agradecidos y alguno lo demostrará saludándonos, mientras que quienes circulan detrás nuestro optarán en la mayoría de los casos por seguir nuestra trayectoria y copiar nuestro comportamiento (imitación hipnótica conductiva).

Quizá el tema más mentado sea el de los adelantamientos. La normativa nos dice que para rebasar a un ciclista hemos de dejar, mínimo, metro y medio de separación y además, ocupar la parte destinada al sentido contrario si fuera necesario, exista o no línea continua y siempre asegurándonos que no ponemos en riesgo a otros usuarios que circulen de frente a nosotros o por detrás e intenten adelantar. Además, nos recuerda que tampoco hemos de poner en peligro a otro ciclista que pedalee en sentido contrario, por lo que si tenemos la mala suerte de encontrarnos dentro de ese embudo, habrá que esperar pacientemente a que se crucen y luego, con uno de los laterales de la vía libres, efectuar el adelantamiento.

Por otra parte hemos de tener en cuenta, a la hora de adelantar y también cuando tengamos que mantenernos tras él esperando el momento idóneo para iniciar la maniobra, que la distancia de seguridad ha de ser mayor que con cualquier otro vehículo. En primer lugar, porque su zona de incertidumbre (esto es, la zona hacia la que podría desplazarse bruscamente y sin aviso) es más amplia que la de un coche y porque la bicicleta se frena en mucho menor espacio de tiempo, lo que podría sorprendernos y no permitirnos detener nuestro vehículo en caso de caída o frenada, haciendo posible el atropello.

Algunos expertos aconsejan avisar que estamos detrás con un corto y suave toque de claxon. Personalmente, cuando eso ocurre, suelo pensar que están protestando… así que, tu decides: seguir la normativa o actuar con la práctica diaria, y es que algunos pitan precisamente para eso, para pedirte que te apartes. Y más concretamente, si circulas en paralelo. Los ciclistas circulan así porque la legislación se lo permite a fin de que sean más visibles y, aunque hayan de colocarse el línea para facilitarle al resto de conductores las maniobras, no deben ser increpados si no lo hacen… démosles tiempo a que se percaten de nuestras intenciones y entonces actuemos, solicitándoles que se retiren y no poniéndoles en peligro de buenas a primeras.

Lo mismo del anterior párrafo se podría aplicar cuando un ciclista invade la calzada, aún disponiendo de arcén. Probablemente necesite hacerlo, no lo hará por gusto ni como ofensa. Habrá de evitar algún obstáculo o necesitará salirse para hacerse más visible en un cruce próximo… puede que incluso sea un mecanismo de defensa para intentar que no le adelantemos, dado que quizá haya visto nuestras intenciones y no se sienta seguro (conocerá el terreno y sabrá que si adelantamos no dejaremos la debida distancia, poniendo su vida en riesgo). Otros lo hacen también para asegurarse que dejamos la distancia mínima: nos obligan a desplazarnos más allá de la cuenta y entonces se repliegan al arcén. No podemos decir que sea una actitud correcta, pero en «la guerra del tráfico» es uno de los pocos medios de defensa de los que disponen contra el incivismo y la ineptitud de quienes pilotamos vehículos de motor.

También están autorizados a invadir nuestro carril si circulan en carreteras con muchas curvas, especialmente si lo hacen cuesta abajo y a grandes velocidades, por lo que en esos casos, hemos de imaginar que por delante nuestro y aún sin poder verlo, puede existir algún ciclista que nos sorprenda en medio de una trazada.

El punto clave es ver al ciclista como un conductor más, pero con la salvedad de que circula sobre dos ruedas y que está expuesto a mayores daños. Recordando, eso sí, que si camina y empuja la bicicleta se considera peatón.

Siguiendo estos pequeños consejos y pensando en ellos como si nosotros fuéramos los que pedaleamos, se reducirían considerablemente el número de accidentes, que por otro lado, tan sólo ocupan el 44% de los casos, si hablamos de los coches como culpables del suceso. Al mismo tiempo, si reduciríamos en 5km/h nuestra velocidad a la hora de adelantarles, la mortalidad sobre un ciclo bajaría en un 25%. Es un dato muy a tener en cuenta.

Sea como sea; es el segundo eslabón más débil de la cadena. Y tus hijos, probablemente, circulen en bici antes que en coche. Seguro que te gustaría que los demás se apartaran y no les pusieran en riesgo. Cuando conduzcas; respeta a los ciclistas.

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