Recientemente veíamos en Circula Seguro cómo se empezaba a implantar en Cataluña el concepto de “carretera 2+1”, cuyo objetivo es facilitar los adelantamientos en carreteras convencionales y reducir los riesgos que ello implica. Ahora se va a empezar a implantar en Galicia otro concepto de carreteras más seguras que persigue el mismo afán preventivo: las “carreteras que perdonan” los errores de los conductores.
La importancia del estado de las carreteras en la reducción de la siniestralidad
La Asociación Española de la Carretera (AEC) ha insistido en multitud de ocasiones en la necesidad de mejorar las condiciones de las carreteras de nuestro país. Y no solamente construyendo nueva obra (algo que se está manteniendo en nuestro país gracias a los fondos europeos), sino también invirtiendo en mejora y mantenimiento de las carreteras ya existentes, especialmente las convencionales.
La asociación advierte de que cada euro que no se invierte en conservación de carreteras, se convierte en cinco euros que habrá que gastar en volver a construir un tramo deteriorado. Pero no se trata solamente de ahorrar dinero a las arcas públicas: calculan que una red viaria en óptimas condiciones podría evitar el 25% de los fallecidos en accidente de tráfico.
La AEC busca así darle a la red viaria el protagonismo que merece, como elemento determinante en la conducción junto con el conductor y el vehículo, y por tanto, en la siniestralidad vial. Las carreteras en sí mismas son susceptibles de recibir medidas de seguridad activa, como el carril adicional en las carreteras 2+1 que evita los choques frontales; y de seguridad pasiva, como los bolardos flexibles que ceden ante la salida de un vehículo. Yendo un paso más allá, nos encontramos ahora con las “carreteras que perdonan”, que podemos concebir como un paquete de medidas de seguridad activa y pasiva.
¿Qué son las carreteras que perdonan?
Realmente, el concepto de “carreteras que perdonan” no es nuevo. Según describe la operadora de autopistas Abertis en su web On the roads, la idea surge en 1960. Es una década clave en la toma de conciencia de la importancia de la seguridad vial, y parte del compromiso que adoptan las instituciones está en lograr que las carreteras sean lo más seguras posible para el tráfico rodado. Por su parte, en 1975 el grupo de desarrollo vial de la OECD reconoce la necesidad de reducir al máximo los choques frontales contra elementos fijos de las infraestructuras.
Carreteras que reducen las consecuencias de los errores humanos
Fundación MAPFRE ha sido la que más ha insistido en los últimos tiempos en la necesidad de incluir las “carreteras que perdonan” como medida indispensable. La institución, junto con la asociación AESLEME y la AEC, instó al gobierno de Pedro Sánchez a conformar un Pacto de Estado por la Seguridad Vial, materializado en 80 medidas concretas entre las que se encuentran este tipo de vías preventivas. El objetivo es crear un “Sistema Seguro” que potencie el papel de la infraestructura viaria en la reducción de las consecuencias de los errores humanos.
Es precisamente la Asociación Española de la Carretera la que más ha profundizado en nuestro país en el concepto de “carreteras que perdonan”. Junto con la Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de infraestructuras (SEOPAN), establecieron en este informe las líneas básicas que definen este tipo de carretera: eliminación de obstáculos, adecuación de los trazados e instalación de sistemas de contención apropiados para todos los tipos de usuarios.
Más espacio para las salidas y menos obstáculos para impactar
Según el informe de AEC y SEOPAN, 4 de cada 10 accidentes mortales son por salida de vía del vehículo accidentado. Esto incluye aquellos que se estrellaron contra elementos propios de la vía, como los que volcaron por un desnivel en el terrero. En esta línea, las “carreteras que perdonan” buscan un doble propósito:
- Evitar la salida de la vía en la medida de lo posible.
- Si se produce la salida de vía, reducir al máximo sus consecuencias en términos de siniestralidad.
¿Cómo lograrlo? La respuesta la podemos encontrar, como ocurre muchas veces, en los circuitos de carreras. El mundo de la competición ha servido tradicionalmente como banco de pruebas para decenas de innovaciones que han terminado por aplicarse a la “vida real”. Así, elementos que ya conocemos como las escapatorias, la puzolana o las barreras neumáticas, pueden incluirse (y de hecho ya se incluyen) en nuestra red viaria. Esto puede concretarse en 3 actuaciones para lograr una “carretera que perdona”.
- Adecuar el trazado de la vía para reducir las salidas de vía (por ejemplo, con curvas más abiertas).
- Eliminar o elevar los obstáculos innecesarios o, en caso de no poder, reducir el impacto que pueda tener en el siniestro (por ejemplo, con bolardos flexibles o guardarraíles aptos para motoristas).
- Eliminar los desniveles que puedan provocar vuelcos y utilizar materiales que reduzcan la velocidad.
Carreteras que no sean «demasiado» seguras
Como hemos visto más arriba, el primer objetivo de la “carretera que perdona” es evitar que se produzca la salida de vía. Esto se puede lograr adecuando el trazado para facilitar la toma de curvas, o colocando señalización que advierta de las dificultades del tramo. Sin embargo, el problema puede ser más complejo, teniendo origen en lo más profundo de la mente humana.
En esta entrevista de Motorpasión a Elena de la Peña y Enrique Miralles, de la AEC, ambos apuntan a “la monotonía como el gran enemigo” de los conductores. Al fin y al cabo, la monotonía produce despistes y somnolencia, dos de los principales causantes de salidas de vía. Ya vimos en este artículo cómo se habían identificado en Extremadura con inteligencia artificial determinadas carreteras “demasiado” seguras. Las condiciones de estas vías son tan buenas, que el conductor tiene una mayor sensación de seguridad, se confía y acaba adoptando conductas más arriesgadas.
Ante este fenómeno, denominado Homeostasis del Riesgo Subjetivo, la AEC propone actuaciones a varios niveles:
- Mayor presencia policial en los tramos más problemáticos, como elemento disuasorio.
- Uso de equipamiento viario que ayude al conductor a percibir mejor las condiciones del entorno: balizamiento, señalización vertical, marcas viales…
- Diseño de vías que huyan de trazados con alineaciones muy rectas, sin curvas, y que obliguen al conductor a realizar pequeñas rectificaciones en todo momento.
Como vemos, no son pocas las actuaciones que se pueden llevar a cabo sobre la red viaria. Según el informe de la AEC y SEOPAN, con medidas como éstas y las descritas más arriba, se puede llegar a reducir la siniestralidad de una vía entre el 30% y el 50%. Una cifra realmente significativa como para que España apueste por las “carreteras que perdonan” nuestros errores, y que pronto podamos verlas por todo el país.
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