En el corazón de Europa los ciudadanos de a pie no acaban de verle la gracia a eso de los *coches eléctricos*, y es que por lo que parece los alemanes pasan de la electricidad como relevo para los hidrocarburos, al menos en primera persona aunque reconocen que es la tecnología del futuro en cuanto a movilidad. Dicho de otra manera, prefieren *que sea otro el que se compre un coche eléctrico*, quizá porque una de las trabas asociadas a este tipo de vehículos es la dificultad para recargar baterías.
Y ese es un verdadero problema para el desarrollo de la electricidad como energía para la automoción, porque si las cosas no se mueven en Alemania, que es el motor no ya económico de Europa sino también en materia de automóviles, y donde existe una enorme conciencia por las cuestiones medioambientales, difícilmente lo harán en el resto de los estados de la Unión. Quizá por eso sea interesante saber que en *Austria* la compañía *Telekom* ha dado con una solución para el problema de las recargas de los coches: *aprovechar el cableado de las cabinas telefónicas* para emplazar allí los puntos de carga de los coches eléctricos.
Bien mirado, las *cabinas de teléfono* apenas prestan ya servicio en un mundo en el que, quien más, quien menos, todos llevamos un móvil en el bolsillo. Quizá en ese sentido la apuesta de Telekom es más que interesante, ya que permite aprovechar algo que ya existe y darle una nueva dimensión a estas infraestructuras, abriendo el camino para la aceptación de una nueva manera de impulsar nuestros vehículos.
Durante este año, la compañía dispondrá *30 puntos de recarga* repartidos por cabinas de todo el país para dar cobertura a los 3.782 vehículos eléctricos que hay registrados en Austria. En una primera fase las recargas podrán realizarse *de forma gratuita* y más adelante el coste de la recarga será de menos de 10 euros («una cifra de un solo dígito», dicen textualmente) que se podrán pagar… *enviando un sms* desde el móvil aunque estemos delante de una cabina telefónica. Curiosa imagen, desde luego.
Si esta es una forma de hacer más próxima una movilidad algo más limpia, quizá sea cuestión de planteárselo seriamente. Después de todo, las cabinas en España sirven para coger polvo y poco más. Ahora bien, *no sé si sería extrapolable* una medida como esta a nuestro país. Me cuesta imaginar una cabina dando electricidad sin que algún vecino gorrón la aprovechase para enchufarle una lavadora, la nevera y hasta el túrmix para hacerle la papilla al bebé, que la vida está muy cara y si los de la compañía la regalan es porque les sobra el dinero.
Vía | gizmag
Foto | boboroshi, Javier Graf
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